Pour soulever un poids si lourd, Sisyphe, il faudrait ton courage!
Baudelaire
A veces, con bastante frecuencia, llega una persona que te cuenta una historia de sufrimiento. Esa historia puede estar ubicada en el presente o en el pasado, pero su dolor está completamente actualizado. Lo singular del tipo de casos que voy a comentar es cómo ese dolor se ha convertido en el centro de su vida. No sólo para sí mismo, también para los que lo rodean.
Imagino lo difícil que tiene que ser para los demás poder ayudarle. Incluso, es posible, habrá llegado un momento en el que muestren signos de cansancio, gestos que percibirá esta persona como una señal de que no les importa lo que le está ocurriendo, ahondando aún más en su pesar.
Es una carga terrible. Siempre me acuerdo del mito de Sísifo en estos casos. Por pasarse de listo, Sísifo fue condenado a subir un pedrusco enorme por una ladera hasta la cima, hecho lo cual y sin darle tiempo a quitarse el sudor de la frente, la piedra volvía a caer hasta su punto inicial. Es como una metáfora del absurdo, por eso cuesta entender cómo esta persona que tengo enfrente, que contrariamente a lo que le sucede a nuestro anti-héroe, podría dejar de llevar ese peso encima, sigue empeñado en subir una y otra vez la colina arrastrando su desgracia.
Al principio intentaba hacer tomar conciencia a la persona sobre esta evidencia. Los debates se hacían largos y eso tan aparentemente estupendo de la reestructuración cognitiva, no siempre se mostraba lo suficientemente eficaz. Al menos, no tan rápido como yo deseaba, así que, desde hace un tiempo, aunque no con todos los pacientes que presentan esta problemática, utilizo una técnica ajustada al patrón de la historia.
- ¿Qué quieres que haga con esto?- me pregunta extrañado, cogiendo el saco que le acabo de entregar.
- Cuando comience a hablarme de su historia, quiero que se lo coloque colgado del cuello. Como verá es pesado y produce molestias al poco de colocárselo, tal y como le ocurre con su pasado cuando lo recuerda y comienza a darle vueltas. No es obligatorio que lo lleve todo el tiempo, pero para poder soltarlo de nuevo sobre la mesa tendrá que dejar de hablar de lo mismo.
- Pero... - dijo algo confundido- entonces... ¿de qué le hablo?
- Bueno, mientras lo piensa no necesita tener el peso colgado.
Efectivamente, pensar en las alternativas se aproxima más a la solución que al problema.