En un corto espacio de tiempo han llega a la consulta estas dos personas. Cuando llevábamos alguna que otra sesión les pedí que pusieran por escrito su versión de lo que les pasaba. Cuando observo el sufrimiento que genera recordar, intentar ordenar, buscar entender,... lo que veo es un carrusel girando. Intento inicialmente que detengan esa espiral absorbente y que se transforme en un sufrimiento lineal, tipo digital. Una cosa detrás de otra. Si no es así se hace difícil percibir que puede controlar algo de lo que ocurre, porque en realidad con el modelo analógico no les ocurre algo, les ocurre ¡todo!.
También me sirve para cambiar el sitio de la historia y situarla fuera del contenido, porque es más fácil manejar lo que menos implicación emocional tiene.
Estas son las historias que me han contado, vamos a llamarlas, Ana y Teresa:
Ana"Me he puesto a escribir y ya llevo más tiempo borrando que escribiendo. Me cuesta trabajo concentrarme en algo que no sea mi propio dolor. No le encuentro sentido a ninguna frase completa. Observo como también aquí se refleja la indecisión que sufro en todos los aspectos de mi vida.
Llevo media hora tecleando y apenas me ha salido el párrafo anterior. Sin embargo, por alguna razón me encuentro más tranquila. Como a la media hora de la consulta, una vez que me enredaste con historias a las que no encontraba sentido frente a lo que te acababa de soltar, pero que de pronto me sacaron de mi ensimismamiento y me encontré pensando en por qué me contabas eso y no en por qué me había pasado lo que me había pasado. No sé si era o no era esa tu intención. El caso es que es la primera vez en mucho tiempo en que salía de mi cabeza.
Tenía mi mundo ya definido. Todo parecía controlado y el esfuerzo lo dedicaba a construir otras cosas, a imaginar el futuro, a lo cotidiano,.. Vuelvo a llorar, cada vez que me repito estas frases me entra un dolor profundo, desconocido,...
Un día mi marido me dice que quiere hablar conmigo. Es raro cuando te dice eso tu pareja, normalmente siempre hablamos, nunca nos pedimos audiencia ni avisamos de que vamos a hablar. Es todo más sencillo. Y has escuchado esa frase tantas veces y siempre con el mismo final. Aún así intenté buscar algo sobre los niños, el colegio, la casa, el trabajo,... algo sobre lo que quisiera hablarme, hasta el punto de necesitar que que le prestara una atención especial.
Cuando lo cuento, cuando lo recuerdo, cuando lo vuelvo a ver, su cara, sus palabras diciendo
se acabó. se me viene el mundo encima. Todo lo demás, lo que vino después no lo recuerdo. Desde luego, no imaginé nunca que acabaría en una consulta de psicólogo y menos hablando de esto. Parece ser que mi familia se ha encargado de mí. He estado embotada. Ellos hicieron todo lo posible y finalmente me arrastraron a tu consulta. A mí me daba igual. Sentí lo mismo que cuando me obligaban a comer. Seguramente sería bueno, pero era un esfuerzo tan grande... En cuanto dije la primera palabra comencé a llorar. Creo que te debo un paquete de cleenex. Ahora intento imaginarme tu cara mientras te contaba a moco tendido mi historia. Quizá intentar imaginarme a otros sea bueno, ¿no?.
No quería hablar y hablé, y no podía escuchar y escuché. No sé lo que escuché, pero escuché. Hablas y hablas. Al final no te queda más remedio que escucharte, aunque sea para preguntarse ¿esto es lo que hacen los psicólogos?. (acabo de sonreír, me ha sorprendido verme a mí misma sonriendo).
Bueno, me ha costado empezar y ahora no sé terminar.
Me pregunto por qué sufro tanto por lo que ha pasado. ¿Estaba más enamorada de lo que creía? ¿es por la sorpresa? ¿será porque de pronto no sé dónde estoy, en qué punto de la vida que imaginaba tan lineal?
Intento hacer las cosas que me has aconsejado. Esto es una prueba de ello. Pero no sé si podré seguir. No obstante, gracias por estar ahí y ser tan cercano."
Teresa"Hola, Juan, soy Teresa. Voy a intentar contar cómo me siento después de un par de semanas dando vueltas a lo que me contaste. Bueno, mejor cuento un poco de qué va esto porque si no tendrás que contarlo tú y prefiero hacerlo yo.
Para ti será la misma historia repetida. Alguien que se pone a llorar contándote que no sabe qué hacer.
No puedo tirar para adelante porque no depende de mí exclusivamente, o eso pensaba hasta que hablamos. Luego intento pararlo todo pero me siento tan, tan mal que aunque sea para calmar ese malestar vuelvo a caer en lo mismo.
Hace unos años conocí a un hombre en un chat. Estaba casado, me enteré después, pero cuando me enteré ya me interesaba tanto que aparenté que no me importaba. Al fin y al cabo, el problema era suyo. Yo podia entrar y salir libremente. Hablamos y hablamos, nos pasamos fotos, confidencias y deseos. Seguramente sé más de su matrimonio que su propia esposa. A veces la odio y otras la compadezco. Un día dimos un paso más y quedamos. El contraste con la otra forma de comunicación fue grande para mí. Pero también ahí creo que me autoengañé. Cada vez me iba haciendo más dependiente de sus horarios. Vivía pendiente de cuando podía llamar y cuando no. Cuándo podía conectarse y cuándo estaría haciendo vida familiar. Hace poco llegué a hacer cosas que ya me estaban afectando seriamente a mi dignidad. Lo vigilaba, parecía que era yo la engañada. Es terrible. Tampoco sé por qué hablo en pasado cuando aún sigo haciendo algunas de estas cosas. Él no me prometió nada, pero tampoco me daba largas. Era un sí, pero no, pero sí. No sé si me explico.
Cuando ya no podía más, una amiga me dio tu teléfono y te llamé. Y ahora estoy intentando poner en orden las cosas, aunque soy pesimista.
La amiga que me aconsejó que fuera a verte ha pasado por algo parecido y dice que le fue bien contigo. Ya quisiera yo tener su entereza. Lo vivo como una adicción, como si fuera una drogadicta. Y creo que él lo sabe. O igual él también está enganchado. Nó sé, realmente sé poco.
Doy clases de secundaria y a veces los chicos me ven como ida. Lo notan. Yo he sido siempre muy alegre y ahora les doy un grito en cuando se les cae un lápiz. Grito por todo y a todos. Creo que le chillo al mundo. O a mí, no sé."
3 comentarios:
Hola Ana, soy Antonio. Llevo un tiempo en la consulta con Juan por una situación prácticamente idéntica a la tuya. Toda la vida resuelta -o eso creía yo-, pensando hacer turismo rural los fines de semana y de pronto me dan con la puerta en las narices. Yo no me sumí en esa amargura que imagino tienes, más bien me dio por vivir una segunda juventud. El resultado ha sido horrible, es como si al cabo del tiempo, de unas semanas el suelo se hubiera hundido. Era un poco reacio a ir al psicologo pero entendía que algo tenia que hacer. Tomaba y tomo antidepresivos, pero tenía una tristeza interior que no se me iba. A mí Juan me ha parecido más sargento que cercano, la verdad. Creo que me ha venido bien que me metieran un poco en cintura para dejar de tontear y centrarme. Al principio iba y luego no hacía nada de lo que me decía. Así que un día me echó (el jodio), ¿sabes lo que me dijo? que eligiera a otro psicólogo para fracasar. Igual te pasaste eh, Juan. Pero el caso es que yo no quise volver a experimentar otro abandono, así que segui y me puse las pilas. Mi familia dice que estoy mucho mejor, yo aún no me noto "mucho" mejor, pero sí veo la puertecita. He tenido que replantearme muchas cosas, cambiar aspectos y rutinas de lo cotidiano,.. Bueno, Ana, jaja, aunque no lo parezca, esto es para darte ánimos. Juan dice que de las crisis se puede salir reforzado. Es como una frase hecha, me parece a mí, pero en cualquier caso yo ya voy sintiendo el fresquito del cambio, como dice él. Espero que pronto lo notes tú también. Un abrazo.
Vaya cómo recuerdo todo lo que cuentas, Ana. Me dijo Juan que estuviera atenta porque cuando terminamos la terapia le comenté que me gustaría ayudar a otras personas con la misma situación que yo, porque se pasa fatal. Él no estaba muy de acuerdo con hacer grupos y eso, pero sí con poder aportar algo a través del blog. No te voy a contar lo que ya sabes, Ana. Sí te puedo decir una de las cosas que hicimos y que recuerdo especialmente útiles. Después de un tiempo en el que ya no gastaba tanto kleenes de las cajitas esas tan oportunas que tiene en su mesa, empezamos a mirar hacia adelante. Pero yo sólo veía que estaba mejor, no en qué dirección. No quería saber nada de nuevas parejas ni nada de eso. Soy abogada y trabajo con varios compañeros que creo que intentaron ayudarme y en algún momento incluso me confundí.
Bueno, Juan me propuso dibujar un perfil de convivencia más que de supervivencia, que es lo que yo realmente quería. Así recuperé todas las cosas que había dejado por el camino, determiné qué y qué no quería en mi vida y en mis relaciones. En fin, pasé un tiempo analizando esto. Lo curioso es que cuando más me ponía a hacerlo más me animaba (Juan le daba un nombre a esto pero yo no me acuerdo, da igual). Al final, tenía dibujado el objetivo. Eso me sirvió para ir discriminando cosas tan tontas como qué hacía con mi tiempo y con quién lo pasaba.
Posiblemente, aquel fue el punto clave para remontar.
Ahora me siento más fuerte y más segura. He dejado de desear que se le caiga un piano encima a mi ex, porque estoy más centrada en mi vida que en vengarme o en los recuerdos (que aún aparecen, eh).
Te deseo lo mejor. Un beso.
Una ex paciente.
yo no tengo estos problemas, epro me pasan tantas veces por la cabeza que comprendo que se pase tan mal, aunque yo creo que a veces es una liberacionm y entonces seguramente no se sufrira tanto. Mi unico consejo es que vean esto como una oportunidad, igual no merecia la pena seguir asi, por lo menos en el caso de Teresa, y con el tiempo una se alegra aunque al principio parezca que no lo vas a poder superar
una abrazo a las dos.
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