Un colega que acaba de montar una consulta me preguntaba el otro día: "¿Tú qué haces cuando viene una persona con depresión y ansiedad al mismo tiempo?". "Atender a lo primero que sea factible controlar", le dije.
¿Y qué es más fácil tratar en estas situaciones?. En general, lo más fácil es reducir el aspecto fisiológico de la ansiedad. Y si usted ha elegido la vía rápida, entonces las conductas asociadas a la misma.
Bueno, bromeo mucho con esto, pero lo cierto es que eliminar trastornos de ansiedad requiere un trabajo normalmente duro y constante, aunque uno puede normalizar su vida desde el principio, llevarlo a cabo, dependiendo del trastorno que sea, cuesta.
Desde hace unos años tenemos terapias cada vez más específicas. Un ejemplo, es el tratamiento contra la fobia a la sangre (esa que hace que el personal se desmaye). La terapia de Ost y cia, facilita su eliminación en pocas, pero intensas sesiones. A veces, sesión única.
Un conocimiento profundo de cómo funciona, ayuda a seguir el tratamiento que se le indica al paciente. Por ello, en casi todos los manuales se comienza por hacer psicoeducación. Cuando sale de la consulta está deseando encontrarse a algún amigo o familiar que le diga que padece cuadros de ansiedad para curarlo. Esa es buena señal.
Pero por muy satisfecho que esté por el nuevo conocimiento adquirido, luego aparecerá el rosario de síntomas que tan de cerca vigila y se descentrará. Olvidará todo excepto mi nombre, y seguramente mi teléfono. (por cierto perdonen un momento: el móvil):
-¡¡Juan, me va a dar algo!!
- ¿Tienes hora?
- ¿¡Eh!?. ¡Ah, sí!. Las... las dos y media.
- ¿Las dos y media de qué?
- ...de la noche... bueno, de la madrugada.
- ¿Y hace frío en la calle?
- Sí, me parece que sí.
- Pero, más o menos, ¿cuántos grados crees que habrá?
- No sé, Juan,.. estoy muy nervioso.. a lo mejor 7 grados o así.
- Sí, suele hacer esa temperatura en Navidades. ¿Y tienes un chandal calentito?
- Bueno, estoy en pijama...
- ¿Entonces?- pregunto de nuevo.
- Sí -responde dubitativo.
- Póntelo.
- ¿Voy a tener que salir? - parece preocuparse un poco.
- Depende, ¿quiéres quitarte la crisis por la vía rápida o por la lenta?
- ¡¡Ya!! -dice con decisión.
- Ponte el chándal
- Vale, espera.
Espero
- ¿Y ahora?
- Ahora da una vuelta corriendo a la manzana de tu casa.
- ¿Me puedo llevar al perro?
- ¿Él también está nervioso?
- No. Está dormido.
- Pues despiértalo también. Que disfrute de la noche navideña.
Aprovecho que ya no voy a ser capaz de pegar ojo y escribo este post.
- ¡Hola de nuevo, Juan!
- Hola, ¿has tardado muy poco, no?
- Sí, es que bajando las escaleras he notado que esto ha disminuido y he pensado, bah, mejor me acuesto. Esto ha bajado muhco... Perdona por...
- Perdonada. Nos vemos en la consulta. Espero que hayas despertado a tu perro.
- Sí, claro. Lo tengo aquí al lado mirándome.
- Vale. Que descanses.
Cuando la adrenalina le suba como un disparo desde las glándulitas suprarrenales seguramente se olvidará de que es Navidad, cuanto más de cómo manejarla. Lo que le parecía tan obvio en la consulta, ahora le parecerá una mentira piadosa. El martilleo del corazón es mucho más fuerte que el paupérrimo intento racional por poner orden.
Tendremos que entrenar.
Hasta la próxima cita consuélese pensando que hay trastornos mucho peores (vaya psicólogo).
Bueno, bromeo mucho con esto, pero lo cierto es que eliminar trastornos de ansiedad requiere un trabajo normalmente duro y constante, aunque uno puede normalizar su vida desde el principio, llevarlo a cabo, dependiendo del trastorno que sea, cuesta.
Desde hace unos años tenemos terapias cada vez más específicas. Un ejemplo, es el tratamiento contra la fobia a la sangre (esa que hace que el personal se desmaye). La terapia de Ost y cia, facilita su eliminación en pocas, pero intensas sesiones. A veces, sesión única.
Un conocimiento profundo de cómo funciona, ayuda a seguir el tratamiento que se le indica al paciente. Por ello, en casi todos los manuales se comienza por hacer psicoeducación. Cuando sale de la consulta está deseando encontrarse a algún amigo o familiar que le diga que padece cuadros de ansiedad para curarlo. Esa es buena señal.
Pero por muy satisfecho que esté por el nuevo conocimiento adquirido, luego aparecerá el rosario de síntomas que tan de cerca vigila y se descentrará. Olvidará todo excepto mi nombre, y seguramente mi teléfono. (por cierto perdonen un momento: el móvil):
-¡¡Juan, me va a dar algo!!
- ¿Tienes hora?
- ¿¡Eh!?. ¡Ah, sí!. Las... las dos y media.
- ¿Las dos y media de qué?
- ...de la noche... bueno, de la madrugada.
- ¿Y hace frío en la calle?
- Sí, me parece que sí.
- Pero, más o menos, ¿cuántos grados crees que habrá?
- No sé, Juan,.. estoy muy nervioso.. a lo mejor 7 grados o así.
- Sí, suele hacer esa temperatura en Navidades. ¿Y tienes un chandal calentito?
- Bueno, estoy en pijama...
- ¿Entonces?- pregunto de nuevo.
- Sí -responde dubitativo.
- Póntelo.
- ¿Voy a tener que salir? - parece preocuparse un poco.
- Depende, ¿quiéres quitarte la crisis por la vía rápida o por la lenta?
- ¡¡Ya!! -dice con decisión.
- Ponte el chándal
- Vale, espera.
Espero
- ¿Y ahora?
- Ahora da una vuelta corriendo a la manzana de tu casa.
- ¿Me puedo llevar al perro?
- ¿Él también está nervioso?
- No. Está dormido.
- Pues despiértalo también. Que disfrute de la noche navideña.
Aprovecho que ya no voy a ser capaz de pegar ojo y escribo este post.
- ¡Hola de nuevo, Juan!
- Hola, ¿has tardado muy poco, no?
- Sí, es que bajando las escaleras he notado que esto ha disminuido y he pensado, bah, mejor me acuesto. Esto ha bajado muhco... Perdona por...
- Perdonada. Nos vemos en la consulta. Espero que hayas despertado a tu perro.
- Sí, claro. Lo tengo aquí al lado mirándome.
- Vale. Que descanses.
Cuando la adrenalina le suba como un disparo desde las glándulitas suprarrenales seguramente se olvidará de que es Navidad, cuanto más de cómo manejarla. Lo que le parecía tan obvio en la consulta, ahora le parecerá una mentira piadosa. El martilleo del corazón es mucho más fuerte que el paupérrimo intento racional por poner orden.
Tendremos que entrenar.
Hasta la próxima cita consuélese pensando que hay trastornos mucho peores (vaya psicólogo).
2 comentarios:
Hola Walden! Me sorprende que tus pacientes te llamen a tan altas horas de la mañana para que les resuelvas sus ataques de ansiedad. Por cierto, el vídeo del perrito infiel, ¿es un ejemplo fisiológico de cómo controlar nuestra subida de ansiedad?, ¿o quizás una advertencia para controlarla y no llegar a la locura del suicidio por desamor? Gracias.
Simona.
Hola, Simona.
El perrito que observa la escena seguramente sufre una subida importante de adrenalina, no llega al ataque de ansiedad porque se pone a correr como un loco y la va soltando por el camino. O sea, que el ejemplo no es la otra escena,- aunque también quemaría toda la adrenalina- sino la de la carrera. Ahora bien, mejor hacer flexiones porque no sé si la carretera está llena de coches con esa capacidad de freno.
Un saludo.
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