Tras la presentación de rigor, aquel señor me lanzó una pregunta directa:
- "¿Lo que usted me diga puede tener efectos iatrogénicos?".
Enseguida pensé que se trataba de un hipocondríaco, que suelen tener un amplio dominio, o más bien, pseudo-dominio, de toda la parafernalia léxico-médico-farmacológica de toda enfermedad que aparezca por delante. No importa ahora. La cuestión es que los otros días volvió una mujer a la consulta despues de un par de años. Quería asesoramiento y estuvo sólo una sesión. Recordaba que se había ido contenta, pero tras contarme el motivo de su vuelta y hablar sobre cómo actuar y esas cosas que hacemos, me dijo: "¿Sabes que estuve a punto de dejar a mi marido?", "Ah, ¿sí?", "Sí. Después de preguntarme tú aquello de ¿y por qué no lo abandona?, estuve pensándolo mucho, y cuanto más tiempo le dedicaba más claramente veía que tenía que hacerlo, finalmente se lo dije y estuvimos hablando todo el día, mensaje va y mensaje viene. Me prometió el oro y el moro y yo llené el zurrón, que dicen en mi pueblo. Así que seguimos. La cosa ha ido mejor desde entonces".
¡Uf! Tras marcharse recordé aquella cita. Durante cerca de una hora había estado hablando de las dificultades de su relación, se autoafirmaba con cada frase, así que tuve la feliz idea de hacerle la dichosa preguntita con la sana intención de que detuviera el proceso e intentara, como hacemos a veces con las personas con ideación suicidia, reflexionar y centrarse en los motivos por los que seguía con él. Seguramente me quedaría muy satisfecho de mi intervención y no comprobé qué había interpretado, simplemente deduje que tras su silencio y la mirada profunda se escondía un insight reparador.
Nunca me perturbó en mi infancia que me llamaran "de esto o de aquello" (mejor no lo digo) los gonzález y los martínez, pero cuando el papá de Mateo le dijo delante de todo el equipo de futbol: "Eres un desastre, no vales ni pa sembrá papas", Mateo, Mateito, se fue arrugando y ya nos daba apuro hasta decirle lo de ¿qué es el viento? Las orejas del Mateo en movimiento. Su papá hacía una psicología rara, la verdad. No creo que convertir a Mateo en un aydemí le ayudara mucho, pero era su esposa la que leía los prospectos de los medicamentos, ¡qué sabría él de iatrogenia!.
"Sí señor, la aspirina y los psicólogos podemos tener efectos indeseados", le contesté. Se levantó y dándome la mano cortesmente me dijo: "Prefiero la acupuntura. Buenos tardes".
- "¿Lo que usted me diga puede tener efectos iatrogénicos?".
Enseguida pensé que se trataba de un hipocondríaco, que suelen tener un amplio dominio, o más bien, pseudo-dominio, de toda la parafernalia léxico-médico-farmacológica de toda enfermedad que aparezca por delante. No importa ahora. La cuestión es que los otros días volvió una mujer a la consulta despues de un par de años. Quería asesoramiento y estuvo sólo una sesión. Recordaba que se había ido contenta, pero tras contarme el motivo de su vuelta y hablar sobre cómo actuar y esas cosas que hacemos, me dijo: "¿Sabes que estuve a punto de dejar a mi marido?", "Ah, ¿sí?", "Sí. Después de preguntarme tú aquello de ¿y por qué no lo abandona?, estuve pensándolo mucho, y cuanto más tiempo le dedicaba más claramente veía que tenía que hacerlo, finalmente se lo dije y estuvimos hablando todo el día, mensaje va y mensaje viene. Me prometió el oro y el moro y yo llené el zurrón, que dicen en mi pueblo. Así que seguimos. La cosa ha ido mejor desde entonces".
¡Uf! Tras marcharse recordé aquella cita. Durante cerca de una hora había estado hablando de las dificultades de su relación, se autoafirmaba con cada frase, así que tuve la feliz idea de hacerle la dichosa preguntita con la sana intención de que detuviera el proceso e intentara, como hacemos a veces con las personas con ideación suicidia, reflexionar y centrarse en los motivos por los que seguía con él. Seguramente me quedaría muy satisfecho de mi intervención y no comprobé qué había interpretado, simplemente deduje que tras su silencio y la mirada profunda se escondía un insight reparador.
Nunca me perturbó en mi infancia que me llamaran "de esto o de aquello" (mejor no lo digo) los gonzález y los martínez, pero cuando el papá de Mateo le dijo delante de todo el equipo de futbol: "Eres un desastre, no vales ni pa sembrá papas", Mateo, Mateito, se fue arrugando y ya nos daba apuro hasta decirle lo de ¿qué es el viento? Las orejas del Mateo en movimiento. Su papá hacía una psicología rara, la verdad. No creo que convertir a Mateo en un aydemí le ayudara mucho, pero era su esposa la que leía los prospectos de los medicamentos, ¡qué sabría él de iatrogenia!.
"Sí señor, la aspirina y los psicólogos podemos tener efectos indeseados", le contesté. Se levantó y dándome la mano cortesmente me dijo: "Prefiero la acupuntura. Buenos tardes".
2 comentarios:
hola juan! te Queria pedir un fabor.. tu me podrias decir en que mas sitios aparte de granada me recomendarias estudiar la carrera y que asignaturas podria yo coger? me harias un gran ayuda. graciaaaas!
Hola Rosa. uf, es difícil responder a esto en poco espacio. Te dejo un enlace en el que puedes ver todo lo que preguntas http://www.uco.es/organiza/centros/rlaborales/archivos/universidades.htm
A mí particularmente, al día de hoy la que más me gusta es Granada y también Málaga, donde se desarrolla una gran actividad formativa y de investigación. Huelva es más nueva pero ya cuenta con un máster muy muy interesante.
Coger unas u otras asignaturas depende de la orientación que quieras seguir, eso es lo que puede orientarte mejor.
Bueno, como espero que sigamos en contacto, cuando llegue el momento echamos un vistazo hasta que nos quedemos sin pestañas y lo arreglamos.
Un beso.
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