lunes, 17 de noviembre de 2008

DESAJUSTES EMOCIONALES



Hablar de desajustes emocionales parece implicar que donde ahora hay un roto, antes hubo un descosido, pero antes aún, el traje estaba impoluto. Me refiero pues a cuando un paciente es capaz de identificar un antes y un después. Un momento en el que se recordaba “ajustado”, y un momento posterior a un suceso tras el cual se produce el “desajuste”. Dejaremos para otro día a ese grupo de pacientes que siempre se recuerdan así, variando más la intensidad que la presencia o ausencia de alteración emocional.

Como habrá podido comprobar, una de las cosas que más apreciamos los seres humanos es la seguridad, en el sentido de predictibilidad. Si usted va a un Congreso, el segundo día tenderá a sentarse en el mismo asiento que el primero.
Un paciente me decía hace algunos meses: “Yo ya tenía mi vida encarrilada, pensaba dejar los trabajos extras, tenía la casa de mis sueños,… de pronto mi esposa me dice que me deja, que ya no sigue enamorada…Ahora estoy perdido”.

En la película “Vivir”, de Akiro Kurosawa, un funcionario que trabaja al frente del departamento de Atención al ciudadano, recibe la noticia de que va a morir en poco tiempo. Todo el trabajo burocrático y rutinario que venía realizando toma ahora su verdadera dimensión de vacío y , Watanabe, nuestro anti-héroe, intenta entonces encontrar algo que dé sentido a sus últimos días.

Una niña intelectualmente brillante, “de notable a sobresaliente en primaria”, comienza a suspender en su primer año en el instituto. El resto de compañeras del colegio habían elegido otro y ella optó por éste, animada por su familia, a pesar de que nadie de las que durante los años anteriores habían sido compañeras de clases y juegos, la siguiera.

Una mujer se ve envuelta en un accidente de coches en cadena en el puente. No sale con lesiones, pero desde entonces no es capaz de volver a conducir.

Lo que más desestabiliza a todas estas personas es el cambio. El cambio, que es el modus vivendi en la infancia, se transforma en una amenaza a la estabilidad en la edad adulta. Ahora tienes que destinar de nuevo energías que tenías reservadas para otros fines a esta nueva tarea de adaptación. Es un proceso arduo que no siempre se resuelve satisfactoriamente. En parte porque seguimos utilizando las mismas estrategias para situaciones diferentes y aquí no nos valen. A pesar de la evidencia inicial, podemos volver a insistir una y otra vez. Es lo que algunos psicólogos llaman “cambio 1”, o “más de lo mismo”, en los que lo que varía es la intensidad, no la cualidad de la solución intentada.

Cuando llegan a la consulta generalmente la alteración ya es mayor de edad y ha ido derramándose tanto a nivel social como somático. Se modifican los patrones de sueño, de alimentación, el ritmo de vida, a qué se dedican los tiempos de ocio,..
En el primer ejemplo, lo que más notaba la persona separada eran los accesos de ira, la niña del instituto lloraba amargamente por las esquinas y apenas comía, la conductora no dormía cada vez que sabía que tenía que volver a coger el coche,…

Habitualmente, estas personas tienen recursos para afrontar los cambios –excepto el pobre Watanabe, claro está-, pero la intensidad emocional les hace utilizar los más inadecuados.
Cuando usted está delante de una persona que se encuentra muy alterada, los intentos de razonamiento suelen ser poco útiles. Seguimos siendo así de primitivos. Cuando su bebé lloraba amargamente, lo que le calmaba no era la historia de su papito recogiendo garbancitos, sino el tono suave y melodioso con que se lo contaba, unido a ese meneito agradable. Si ve venir una estampida de elefantes directamente a su casa, no se ponga delante intentando convencerlos de que a la selva se va por la Avenida de los Astronautas y no por su salón.

Si es usted la persona que sufre esta montaña rusa, tómese el esfuerzo de anotar qué hace con ello, más que en divagar sobre el hecho en sí. Escriba, escriba. Si es capaz de escribir ya ha dado un paso hacia el control.
Ya, de paso, escriba algo en el blog.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría saber si es posible manejar esa inestabilidad cuando el que la sufre es tu hija. Yo no puedo con ella, tengo un miedo a meter la pata continuamente y ella no quiere ir a una consulta porque dice que a ella no le pasa nada.
Un saludo. Una madre desesperada.

Walden dijo...

Hola "madre desesperada". Es difícil que una persona que no reconoce un problema asuma algún tipo de cambio. A veces, para las adicciones, hablamos de etapas, refiriéndonos a estados en los que la persona se encuentra más o menos preparada para el cambio. Posiblemente, lo que mejor te venga en este momento es hacer una consulta con un o una especialista, y que te oriente sobre cómo debes actuar. Hay veces en los que las modificaciones de comportamientos de una parte arrastran o provocan lo mismo en el resto de los componentes familiares.
Te deseo suerte. Un saludo cariñoso.

Anónimo dijo...

Gracias por la respuesta, entiendo que por internet no me van a solucionar mi problema, pero estoy bastante confundida porque cada persona me dice una cosa diferente. Voy a pedir cita en mi ciudad a ver si al menos me orientan.

Ly... dijo...

hola me sucede algo que aun no se como arreglar.
yo soy estudiante de canto (opera) resulta que llego a mi clase y comienzo a cantar bien pero en cuanto topo con un error me comienzo a poner muy nerviosa y a tensar mis cuerdas...cosa q afecta totalmente mi canto
como puedo controlar esos nervios o esa anciedad?

Anónimo dijo...

CARTA DESDE LA ANGUSTIA
Sentado en el sofa de mi casa, o de la casa de mi hermano (pagada por mis padres). Siento rabia por él y por su irresponsabilidad en estos momentos duros de vivir. No nos falta la comida, ni la ropa, ni inclusive cenas fuera de casa…mi padre consolidó un pequeño imperio a base de esfuerzo y pasión.
La irresponsabilidad de mi hermano consiste en vivir la vida sin esfuerzo, reforzada en la idea de que la vida es corta y otras mierdas del estilo, puede que sea cierto, de hecho lo es…pero acaso no es mas corta la vida mis padres que con 60 años pasados siguen trabajando a destajo sin poder disfrutar de la vida, carcomiéndose con los problemas financieros que nos atañen. Podríamos perderlo todo, pero sin embargo aún no nos embauca ese miedo.

¿Qué debo hacer? Trabajar para mis hermanos y reflejarme sólo en la felicidad que ellos viven, o por lo contrario debería de hacer como ellos y vivir “carpe diem”. Mi angustia y mi amargura me impide disfrutar de la vida normalmente, cada vez que veo a mi hermano paseándose por la empresa familiar como si de un centro comercial ajeno se tratará , algo dentro de mí se enfurece, y por otra parte se está convirtiendo en una envidia patológica haciasu actitud y la vida que lleva que me averguenza. Necesito consejo.

Walden dijo...

Pues sí, necesitas asesoramiento, parece que sufres en exceso por algo que está fuera de tu control. Para poder arreglarlo tendrás que mirar más hacia adentro que hacia afuera.
Cuando se ha intentado eso y no funciona conviene ir a un especialista y tratarlo, porque lo que es seguro es que ese malestar es totalmente estéril.

Un saludo.