jueves, 26 de abril de 2012

Quiero adelgazar. Capítulo 2

                                                                                      


Uno de mis deportes mentales preferidos  - de los que puedo contar con niños delante- consiste en fantasear con que hago lo que me da la gana. En esa tesitura, dependiendo de la época, soy un turista con visera y cuello de vaivén en Roland Garros o estoy tapeando sin prisas por la parte vieja de San Sebastián, entre un amplio surtido de opciones. Para muchas personas, las fantasías pasan por imaginarse que cambian algo que les produce cierto malestar, como por ejemplo:  poder adelgazar, dejar de fumar, convertirse en Marathon Man o aprender inglés. En ese momento, al igual que yo, impulsados por la serotonina que se desprende con cara de satisfacción por el interior de nuestras sienes, se lo pasan tan bien contemplando esa imagen futura que deciden que lo van a conseguir.

Otras veces, es la insatisfacción y no la imagen resplandeciente del logro, lo que provoca esa toma de decisión:  "¡A partir del lunes me pongo a dieta!".



¿Por qué esa discrepancia entre nuestras intenciones y el resultado final?  ¿Qué cree usted que funcionará mejor para controlar el exceso de velocidad: un sermón diario sobre los peligros que conlleva o policías de cartón cada cierto número de kilómetros alternándose con otros de carne y hueso?

Está cambiando la ropa de invierno y le da por probarse la de verano: "¡Dios mío, no me entra!,  ¡a partir de mañana: lechuga!"

Para que sus intenciones no se queden en buenos propósitos, entre la intención y la conducta ha de haber un plan. Le propongo algunos consejos básicos:





1. Ejercicio físico. Cómprese un podómetro

Hacer ejercicio en grupo o con otra persona o en el gimnasio, tiene más probabilidades de éxito que hacerlo solo. Debe revisar su agenda y establecer prioridades. Se ha demostrado que una actividad que da buenos resultados es caminar diariamente, pero para que sea eficaz se deben realizar una serie de pasos e ir incrementándolos progresivamente cada día, como una especie de reto. Los pasos iniciales pueden establecerse  a partir de los que se dan en media hora, a un ritmo rápido, pero que permita hablar.
Sepa también, que para perder peso exclusivamente a partir de la actividad física tendrá que cambiar su actual trabajo por el de leñador.

2. Asúmalo: no podrá resistir las tentaciones

Vaya al frigorífico y a la despensa. Dé un repaso visual. Si cierra la puerta sin que le queden ganas de pillar algo con azúcar es que lo está haciendo bien.
No sé, usted igual es capaz de comerse sólo una almendrita tostada del plato, pero yo no puedo parar hasta que sólo queda la sal y la cara asombrada de mis invitados.

Si está en la oficina, revise el cajón. Las galletas rellenas de chocolate son ideales para combatir el cabreo con el jefe.

Es más fácil controlar los estímulos que los impulsos. Anótelo y actúe en consecuencia.

3. Si pasa hambre su cuerpo se lo hará pagar

Como le dije en el post anterior, nuestro organismo está empeñado en sobrevivir a todas las inclemencias a las que lo sometemos. La restricción alimentaria es una de ellas. Evidentemente, con un poco de esfuerzo puede provocar daños irreversibles o muy importantes, como es el caso del alcoholismo, la anorexia, etc. Pero durante bastante tiempo, habrá una resistencia numantina a perecer. El hambre activa una serie de mecanismos cerebrales que  hace que el control de nuestra conducta esté más guiado por los instintos que por la razón.

Un día vinieron unos amigos a casa con una bandeja de pasteles, pasteles, no pastelitos.  Los cuatro miembros de la familia tienen sobrepeso en mayor o menor medida y siempre están a dieta estricta, o al menos ese es  uno de sus temas recurrentes se hable de lo que se hable. Pusimos el café y ellos decidieron partir los pasteles en trozos. Imaginé que era uno de esos rituales de los obsesionados con la delgadez para hacer más asumible el proceso de pérdida de control. A los cinco minutos quedaban tres trozos. No podían parar de picar, aunque cada vez que cogían uno comentaban: "¡El último!".

Conclusión: No se salte las comidas. Mejor cinco que tres.

4. De todo (o casi)

Una dieta destinada a reducir peso ha de  incluir los nutrientes esenciales indispensables (aminoácidos, vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales). Esto se consigue fundamentalmente comiendo de todo, siguiendo la famosa pirámide de los alimentos.
Se trata de disminuir considerablemente alimentos poco saludables e hipercalóricos. Por ejemplo, olvídese de las patatas fritas de paquete. Para lo demás siga estas pautas que han demostrado su eficacia en numerosas ocasiones:

- Reduzca el tamaño de los platos
- Coma más despacio. Charle, suelte el tenerdor o la cuchara, beba,..
- Procure no comer viendo el partido de futbol, el último capítulo de la serie,.. y si es posible, ni la tv.
- Aliñe las ensaladas con cucharas de aceite, no con la aceitera.
- Elabore platos apetecibles. No eche la comida en él como si estuviera sirviendo un rancho; hágalo como si le fueran a hacer una fotografía para el museo gastronómico de Ferrán Adriá.
- Beba agua. Olvídese de la Coca Cola  y variantes. Puede beber cerveza o vino, en todo caso, pero recuerde que el alcohol contiene calorías puras, sin otro valor.

Casi todos los refrescos gaseosos tienen una combinación de azúcar, cafeína (algunos) y ácido fosfórico. Una cantidad alta de azúcar y edulcorantes facilita la pérdida de calcio. Tenga en cuenta, por ejemplo, que la proporción de azúcar de uno de estos refrescos equivale al 100% de la cantidad diaria recomendada, que aumentan la cantidad de insulina circulante, lo que favorece que el hígado se entretenga  transformando todo el azúcar que pilla (o sea, mucha en ese momento) en grasa.
Si se ve incapaz de adoptar medidas de este tipo,  le aseguro que está destinada al fracaso.

Disfrute sin más.

5. Refuerzos

Planificar cambios requiere una regla que los psicólogos, ignoro por qué, llamamos "El truco de la abuela", bueno, tiene otros nombres más científicos pero a mí me gusta más éste. Consiste en preparar  los refuerzos personales, sociales y de otra índole que conllevará cada paso, cada pequeño cambio.

Por ejemplo, durante los años en que estudiaba la carrera, dada mi tendencia a la ensoñación, reforzaba el aprendizaje diario con una serie que se llamaba "Cheers". La tenía grabada, (Jo, acabo de descubrir que ya con el VHS era un pirata), de tal forma que cada vez que conseguía el objetivo del día, aprender lo que fuera, me repantigaba en la cama de mi cuarto y me ponía a disfrutar doblemente: por la serie y por el deber cumplido.

Tendemos a repetir las conductas que son reforzadas. Pero le voy a hablar de una forma curiosa: el refuerzo negativo. Aquello que haga desaparecer algo desagradable tendrá un alto poder reforzador. Funciona muy bien en el ejemplo que puse antes sobre el hambre en las dietas. El malestar que genera es tal que cualquier cosa que hagamos que lo elimine tendrá altas posibilidades de ser repetido en el futuro. Para qué voy a contarle cómo de reforzante puede llegar a ser  mi famosa pasta de queso y almendras cuando lo invito a casa después de llevar un mes con la dieta de la piña.

6. Todas las carreteras tienen baches

En el plan ha de asumirse una serie de contratiempos e imprevistos. Ninguno de ellos logrará que ponga ipso facto los dos quilos que ha perdido en las semanas anteriores.
Los abandonos suelen venir precedidos por baches de este tipo. Si los fabrica sufrirá menos.

7. No es una dieta, es un cambio de hábitos

No se plantee realizar una dieta, sino un cambio de hábitos, más duradero. Si su meta es adelgazar de aquí a dos meses veinte quilos seguramente estará dispuesto a hacer cualquier dieta que le digan que le va a ayudar a conseguirlo. No creo que haya ninguna sin supervisión médica que sea segura, fiable o, simplemente, un fraude.

8. Vísteme despacio que tengo prisa

Si adelgaza despacio, a base de buenos hábitos, de cambios que no supongan esfuerzos importantes y asumibles, esos quilos no los recuperará. Si tiene prisa, estos consejos no le servirán para nada.

9. Cuide el desayuno

El desayuno es una parte esencial de los cambios. Un buen desayuno estabiliza bastante, te prepara para hacer frente al estrés y provee de recursos a su organismo para ello.

10. Otras conductas que ayudan

Seguramente, una de las que más ayudan a estar bien son las relaciones sexuales. El onanismo es un suplemento que no cumple, en este caso, las mismas funciones benéficas. Lo siento.

Recursos personales. Si tiene dificultades personales, mejor tráteselas primero. Le aseguro que es más sano ser un gordo que un gordo deprimido.

Diversificar. Tener una vida rellenita de intereses variados dificulta la aparición de sentimientos de insatisfacción, que, como ya he comentado, conllevan recurrir a la sobreingesta como forma de compensación. Si necesita drogarse para combatir la desazón espiritual, elija el baile.

Reduzca las actividades sedentarias. Aunque su prioridad esté orientada hacia la comida, mantenerse en forma y adelgazar implica otros cambios más profundos.

11. Comience.

En las consultas de psicología, antes de introducir ningún cambio, hemos de asegurarnos de que lo que vamos a hacer tiene realmente alguna repercusión en el resultado final. Para ello, habitualmente, solemos pedir a las personas que lleven a cabo un registro inicial, durante una o dos semanas. A veces, el mero hecho de registrar, por ejemplo, el número de cigarrillos que se fuma, ejerce un papel importante en las tareas de autocontrol, puesto que se pone el foco en la conducta en sí, en lugar de en los deseos o fantasías en torno a la misma.

Registre durante una semana todo lo que come. Se sorprenderá.

Nos vemos en la playa.


PD: Ahora que toda la prensa es oficial, habrá que recuperar a los lobos.










jueves, 19 de abril de 2012

Quiero adelgazar. Capítulo I

A mediados de los años noventa se llevó a cabo una investigación longitudinal en varias islas del Pacífico. Nunca antes  se había visto la televisión en esas islas. En ese instante, sólo un tres por ciento de las chicas habían tenido síntomas que podrían relacionarse con trastornos alimentarios, tales como provocarse el vómito para controlar el peso. Tres años después de la entrada de la televisión en las islas, ese porcentaje se elevó al 15 por ciento.

Es curioso además, porque  previamente, en esa zona del mundo,  el modelo de mujer culturalmente dominante correspondía más a cánones relacionados con la salud que con la estética. Bastaron unos pocos, muy pocos, años de Melrose Place y similares para que los patrones culturales cambiaran.

En un estudio en el  que se  compara la visión y seguimiento de dietas en estudiantes egipcias en universidades inglesas frente a estudiantes egipcias en universidades de su país,  le dejo imaginarse  el resultado.

En EE.UU. el gasto en productos relacionados con las dietas es mayor que el que destina el Estado a educación, empleo o  servicios sociales. En España, está por encima de los 7.000 millones.

La preocupación de mis padres era que no estuviera delgado. Les costó muchas botellas de Quina San Clemente y miles de platos de patatas fritas con huevos, pero desgraciadamente yo tiraba a enclenque y no hubo forma de que aquella combinación fructificara en una barriguita lo suficientemente pronunciada y tranquilizadora.

Ya sabe -o debería saber- que el interés principal de este blog es difundir el mayor número de estrategias posibles para convertirse en un enfermo mental en cualquiera de sus categorías y poder con ello  contribuir a cubrir  las necesidades de las familias de los psicólogos. Si está interesado en pillar o mantener un buen trastorno de alimentación no deje de leer lo que sigue. 

 Es mejor fijarse en sus michelines que en la cara de felicidad. Esta foto la he pasado algunas veces en la consulta. En un primer instante tapo la parte inferior y pregunto por cómo la ve. Las respuestas son todas positivas. Cuando descubro la  fotografía entera, las chicas con anorexia o trastorno de la alimentación cambian completamente su opinión.


Para convertir a un ser humano en un ser humano con un trastorno alimentario bastaría con someterlo a una dieta muy severa. Por un lado, con un poco de suerte empezará a delirar y si se mantiene en el esfuerzo, podrá tener unas bonitas alucinaciones del color que desee. Pero lo normal es que acabe experimentando episodios de sobrealimentación, atracones,  y que comience a preocuparse, hablar, pensar,.. en la comida como eje fundamental de su vida. Hay una gran presión social, encabezada por los medios de comunicación, para que la industria de las tallas XXL se hunda, aunque curiosamente, a pesar de haber más personas haciendo dietas que nunca antes en la historia, también se ha multiplicado ostensiblemente la obesidad mórbida.

Las dietas muy restrictivas provocan una reacción, un impulso natural del organismo, que lucha por alcanzar las necesidades energéticas básicas. Es muy difícil luchar contra ese impulso natural, por lo que es muy posible que en cuanto vaya a la fiesta equivocada, y tras darle el primer bocado a la tapa de foie caramelizado sobre manzana cristalizada, se dé a sí mismo carta blanca para seguir comiendo sin medida todos los embutidos que estén a mano. Luego vendrán el arrepentimiento y la culpa, lo que le generará más ansiedad, que sólo podrá calmar... ¡comiendo helado de chocolate!

Entre determinado grupo de edad está más extendida la bulimia, en cualquiera de sus vertientes, con atracones y vómitos o con ejercicio extenuante como podrá observar  en miles de gimnasios. 

Para seguir una dieta basta con que alguien de su entorno le diga que con la misma ha logrado adelgazar seis kilos en una semana. Da igual que esos kilos sean de líquidos y no de grasas, que los reponga con facilidad en las tres semanas siguientes, que para conseguirlo haya tenido que fastidiar algún órgano y torturarse mental y físicamente. No sé cuánto tiempo tendrá que pasar para que alguien de las que van pasando de una a otra dieta, termine creyéndose por fin que las dietas disociadas, las hiperproteícas  o las que van amparadas en anoréxicos, son peligrosas para la salud. Si es el mismo tiempo  que con las consecuencias del tabaquismo, imagino que la respuesta es: nunca. Siempre habrá un negocio boyante en torno a la insatisfacción corporal o de otra índole.


Le hablo de las dietas, no porque todas las personas que las hacen tengan o tendrán un trastorno alimentario, sino porque es uno de los precipitantes más habituales, junto a otros como las rupturas amorosas, incremento de peso asociado a críticas del grupo de iguales, fotos o bromas sobre alguien del grupo con sobrepeso, etc.

O sea, que si quiere contribuir a la causa de la que hablamos bastará con que la próxima vez que vaya a tomar café con sus amistades dedique un buen rato a hablar sobre las tallas, preguntar por qué dieta está haciendo fulanita, criticar los michelines de la ausente y hablar maravillas de la dieta del melocotón.

Si una parte de su vida gira ya en torno al control de la comida, de los horarios de las mismas, de evitar hacer vida social en torno a la mesa, mirar las etiquetas de los productos de alimentación, conoce ya todas las tiendas de dietética de su ciudad y compra las revistas con las últimas dietas-milagro,... realmente no hace falta que haga un esfuerzo adicional;  ya va por el buen camino. 

En el próximo capítulo hablaremos de cómo se plantea la psicología esto del adelgazamiento. Queda emplazado, pero venga con las tareas hechas, es decir, un poco más trastornado.



viernes, 13 de abril de 2012

Cine, bodas y terapia


En las últimas cinco bodas a  las que he asistido - probablemente en las veinte anteriores también pero afortunadamente no lo recuerdo – en algún momento, alguien me ha hecho una pregunta del tipo:

-        -  ¿Qué puedo hacer para…?

A mí no suele escuchárseme ni en las bodas, ni en las romerías, ni tampoco en las manifestaciones. En ningún lugar  en el que se congreguen más de cuatro personas convencidas de que tienen que hablar al mismo tiempo  queda hueco para mi tono de voz. Así que en todos esos sitios, a los que acudo por distinto nivel de compromiso, soy un estupendo libreoyente que contribuye a aplaudir o a silbar, según proceda.

Puestos a dar respuestas-milagro, mis preferidas son las píldoras cinematográficas. Sinceramente creo que, una vez que desaparecida de la parrilla “Ally McBeal”,  las más eficaces están envasadas en “Los Simpsoms”, como he comentado en varias ocasiones,  pero cuando recomiendo algún capítulo suelen  pensarse que bromeo (cuando es conocido que yo nunca bromeo). 

 Se me ocurren pocas cosas más curativas que la película adecuada y una tableta de chocolate con un componente de cacao por encima del 70 % o una terrina de helado de bombón noissete.  Si acaso, la fina lluvia al otro lado de los cristales y, por supuesto, la compañía adecuada.

Para que se ahorre hacer esas preguntas en algún rito de paso cercano, le doy algunas recomendaciones con su correspondiente perfil terapéutico.

-          La fuerza del cariño
o   La primera vez que la vi me gustó y me empalagó en la misma medida. Revisada desde el diván, la he recomendado muchas veces, no sólo para que madres y padres vuelvan a repensar su relación con sus hijos, sino también para que aprovechen realmente a los seres queridos que van a tener a su alcance temporalmente (las bodas de los hijos suelen ser uno de los motivos de esa temporalidad). En cualquier caso, si está depre, ni se le ocurra.
-          Puccini para principiantes
o   Las relaciones amorosas son complejas, no sé si se habrá dado cuenta. Las rupturas, los cambios vitales te dan una nueva oportunidad para explorar tus límites. Disfruta de Puccini y de varios neuróticos mientras comes chocolate. Imprescindible que llueva.


-          Buscando un beso a medianoche
o   Si quiere saber si su nueva pareja le conviene, sólo tiene que ponerle los primeros cinco minutos de esta cinta. Si se muestra impertérrito, preocúpese.


-          Gran Torino
o   Vivir es comprometerse. Lo otro, la indiferencia y el ombliguismo son estados mentales enajenados aunque frecuentes. Con esta película he conseguido que varios adolescentes tardíos se incorporen a la sociedad. Algo tendrá.

-          ¡Qué bello es vivir!
o   Mejorar su autoestima está al alcance de la mano. Tire todos los libros de autoayuda, arrópese y vuelva a aprender cómo repasar su vida de la manera más adecuada.

-          El indomable Will Hunting
o   Aunque lo que siento ahora por Robin Willians hace que me cueste volver a ver alguna peli suya, no tengo reparos en recomendar ésta. Afortunadamente, la recuerdo con la viveza suficiente como para poder ahorrarme otro visionado. Ideal para adolescentes perdidos.

-          Vals con Bashir
o   He recetado mucho esta película, aunque debe decir que con poco éxito.  Les pongo un fragmento de una entrevista a su director, Ari Folman,por si eso ayuda: “Es mi historia personal. La película empieza el día que descubrí que algunas partes de mi vida se habían borrado de mi memoria. Los cuatro años que trabajé en VALS CON BASHIR me provocaron un violento trastorno psicológico. Descubrí cosas muy duras de mi pasado y, sin embargo, durante esos cuatro años, nacieron mis tres hijos. Puede que lo haya hecho para mis hijos. Para que, cuando crezcan y vean la película, les ayude a saber escoger, a no participar en ninguna guerra…Si fuera un loco de la psicoterapia, diría que realizar la película me ha transformado profundamente.
-          Otra mujer
o   Si es asiduo al blog ya sabrá que W.Allen es mi director preferido, que espero que se muera antes que yo, aunque sólo sea para poder completar su filmografía y que sus temas son universales, pero que tienen que ser más universalmente europeos que americanos porque tienen más éxito aquí que allí. Esta película remueve lo cotidiano, la seguridad, la apariencia,.. para ayudarte a replantear de nuevo tu vida.

-          Todo lo demás
o   Uf, mon Dieu, ya pondré una detrás de otra del mismo autor. 
Cuando veo a un chico o a una chica que no son capaces de romper su  desastrosa relación, les recomiendo esta peli.

-          Zelig
o   ¡¡Juro que es la última que recomiendo de Allen!! No porque no haya otras que me gusten más o menos, sino porque en las bodas puedo llegar a ponerme pesado y se trata de que lleguemos a los postres o a Paquito el chocolatero con cierta entereza.
o   Zelig habla de la dificultad para ser nosotros mismos. Habrá pocos seres vivos que sepan más de supervivencia que los camaleones, pero por alguna razón está mal visto. Si a usted le angustia no reconocerse nunca cuando se mira al espejo, procure ver Zelig un par de veces al año.


-          El club de la lucha
o   Si quiero que se tome conciencia -de una manera rara he de admitirlo- sobre la infelicidad cotidiana, esta película es bastante adecuada. “La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados”. Si se lo escucha a Brat Pitt seguro que le resulta todavía más convincente.

-          Trainspotting
o   El verano pasado un chico con altas capacidades me decía que dudaba de todo:  de si quería o no a su novia,  si su vida era o no la adecuada, su carrera la que más empleabilidad podría darle, qué máster sería el adecuado,.. Lo vi tan formal, tan políticamente correcto a la edad equivocada que le busqué la peli sobre la marcha y le hice jurar que la vería esa noche en el portátil, tumbado en la arena de la playa. No sé qué fue lo que le cambió más, la película o atreverse a hacer una “locura”.


-          Mejor imposible
o   Aunque sea difícil de controlar su histrionismo, seguramente Jack Nicholson sea el actor que mejor relación calidad-cantidad tiene en su filmografía. Esta película no sólo sirve para identificar algunos síntomas de las personas con trastorno obsesivo-compulsivo, también nos alecciona sobre el papel del amor como modulador de todos los males, sobre la tolerancia, la amistad,…


Sí, ya sé, me dirá que igual  el que pregunta ni ve cine, ni le interesa. Pero bueno, tiene que ser una tele-receta, como comprenderá, entre el solomillo al whisky y la tarta nupcial no puedo pararme a hacer una anamnesis completa.




martes, 3 de abril de 2012

Nora y el fuego




La primera vez que escuché a Nora contar lo que le pasaba me quedé pasmado por lo bien que describía su malestar. Nora es una adolescente. Su principal problema está relacionado con el manejo  de sus emociones. Cuando se altera, se altera demasiado. Después empieza a darle vueltas al episodio, a intentar entenderlo, a preguntarse por qué se comporta así,.. Y es justo ese proceso el que describe en la consulta una y otra vez, tal y como lo hará en un diálogo interno sin derecho a réplica, ocasión tras ocasión en la que sucede.

Explica tan bien su universo interior que si se dedicara a vender algo a mí me habría vendido un par de cada cosas, da igual que fueran coches o lavadoras. Te cuesta aceptar que su vida interior sea tan ajena a sus propios recursos personales, que le haga tanto daño.

En la última cita le conté una metáfora para que comprendiera por qué era tan ineficaz en la gestión de sus emociones, por qué siente esa desesperanza al ver que aparecen una y otra vez con los mismos resultados tormentosos.

Le pedí que se imaginara que el mueble que tengo a mi derecha estaba ardiendo y que al comprobarlo me pongo a darle vueltas a cosas como: "¿quién le habrá prendido fuego?" o "¡Dios mío, cómo voy a encontrar otro mueble del mismo color que la mesa!", o "Jo, con lo caros que son los tests que tengo ahí" o "No puedo soportar ver el fuego y menos quemándose mi armario favorito", etc. Le pregunté qué cree que le pasaría entonces al mueble. "Obviamente, se quemaría", respondió. Entonces le pedí que reflexionara sobre si no era eso mismo lo que hacía ella cuando notaba el "fuego" de las emociones ardiendo en su interior: "¡Oh, otra vez.  Esto no va a quitarse nunca, le voy a decir a X -el supuesto causante del incendio- que lo nuestro se acabó!", o "¡Esto es una mierda, estoy harta ya de todo,..",..

Es difícil tratar la inestabilidad emocional en cualquiera de sus etiquetas diagnósticas. Entre otras cosas porque empezar a utilizar las técnicas adecuadas sólo proporciona una forma de supervivencia a las emociones dolorosas, pero no soluciona problemas vitales. Aún así, señalar el fuego y buscar cómo apagarlo o a veces, simplemente, dejarlo que se apague sin añadir otros "muebles" a la hoguera, son estrategias esenciales para poder avanzar.

Nora será una estupenda psicóloga, eso espero,  aunque no insisto demasiado pidiéndole que se lo plantee. Sabrá por experiencia propia qué le está ocurriendo a la persona que tiene enfrente, entenderá su dolor y la acompañará en el camino para hacerlo manejable, para que mire a otro horizonte más productivo. Un día le dije a otra chica de su edad, fanática de los chicles, que se comportara con ese dolor como con un chicle que pisa en la calle: primero te quitas lo más "gordo", pero luego, simplemente por el mero hecho de seguir haciendo lo mismo, caminar y caminar, el chicle iría desapareciendo, quizá nunca del todo, pero seguro que no sería un obstáculo para llegar a su destino.
Nora ya ha ganado puntos suficientes para disfrutar del camino y olvidarse del chicle. Ahora toca echar a andar.