jueves, 27 de diciembre de 2012

Deuda odiosa: El centro de la acción



Acabo de salir de la librería. Estaba buscando un libro y he acabado comprando otro y anotando varios para encargárselo a todos los Reyes Magos que me pidan listado. Siempre salgo ilusionado de las librerías, casi con la misma ilusión con la que entro, pero en esta ocasión la alegría de ir hojeando el libro recién comprado ha durado escasamente unos minutos, el tiempo de encontrarme con unos compañeros e intercambiar unas palabras sobre el estado de las cosas.

Es difícil sustraerse, robarse a sí mismo un espacio para divagar sobre aquello que antes nos movía en nuestra vida cotidiana. Si la indignación fuera energía estaríamos autoabastecidos durante años. La gente pasea por las calles y los ves con cara de gasto navideño, pero luego, en cuanto te detienes y hablas con ellos, surge el malestar. Un malestar que lo invade todo, que te agota, como agota correr para salvarte sin saber cuál es  la dirección correcta.

Les reconozco el mérito de canalizar el descontento en conversaciones frente a las librerías o en cualquier otro contexto, de que las acciones de protesta estén diseminadas por el vasto territorio de los recortes y las injusticias decretadas, de comentar las barbaridades  que ventean  sus voceros o de, finalmente, conseguir que buena parte de la población se atrinchere al calor de la ignorancia elegida.

Tengo que darle la razón a Susan George cuando dice que están experimentando con nosotros, que están comprobando cuánto somos capaces de tolerar sin rebelarnos. Igual que en otro tiempo experimentaron con los chilenos o con los turcos las medidas neoliberales imperantes actualmente.

Siendo un adolescente asistí a una conferencia que organizaba un determinado movimiento social. La impartía un arquitecto y versaba sobre el Polo Químico de Huelva. Recuerdo el comienzo de la misma:

- El Polo está en un sitio inmejorable; por un lado la ría  para los vertidos líquidos y por otro la marisma, para los sólidos. Lo único que estorba es la ciudad.

El enclave era perfecto. Se había pensado en otros, pero tenían el serio inconveniente de la contestación social. El nuestro no sólo contaba con un paraje idílico para destruirlo, sino que, además, no había una tradición de lucha que pudiera poner en peligro el proyecto. Incluso cuando muchos años más tarde las investigaciones comenzaron a mostrar la verdadera naturaleza contaminante y la incidencia de cáncer y enfermedades respiratorias y de la piel, la movilización social apenas tuvo incidencia alguna que pudiera cuestionar el asentamiento.

Si se da un paseo hoy por allí podrá ver a los niños jugando en viviendas adosadas con piscina, construidas a pocos metros de enormes balsas de fosfoyesos contaminantes.

He de reconocer que llega un momento en el que te cansa luchar contra todo esto. No es contra los que adoptan las medidas, es luchar contra el consentimiento, contra esa impotencia conforme lo que acaba abrumándote.

Observas que cuanto más se recrudece el paisaje, más prevalecen los discursos apoyados en atribuciones externas que permiten salvar las posturas derrotistas que se adoptan. Si todo está podrido, si todos son iguales, evidentemente yo, humilde hijo de mis padres, no podré hacer nada. El nihilismo es el ismo de más fácil digestión.

Sí, les reconozco la labor. Tiene mérito. A mí me gustaría que igual que ellos organizan la violencia diaria, la nuestra también tuviera objetivos concretos, que también estuviera mediada por la elaboración más que por el cabreo. Incluso Gandhi, paradigma del pacifismo, organizó  un tipo de violencia imparable: la destrucción de la legitimidad de la  ocupación, la desobediencia civil, el apropiamiento de los recursos propios desposeídos por los británicos como por ejemplo, la sal,..


Nuestra sal es la deuda. El pago de la deuda es el elemento que justifica todas las medidas. Es un mito que se basa en otro que tiene de trasfondo la honorabilidad, pero que en realidad habla de realidades diferentes. En nuestro imaginario colectivo, pagar una deuda es una cuestión de honor. Si se utiliza la misma terminología, se activarán los mismos recursos cognitivos, las mismas emociones y el mismo compromiso. Es necesario que todas las reivindicaciones parciales compartan esta reivindicación central: no debemos, no pagamos. Tenemos que conseguir que la deuda basada en la especulación, esa que conduce al suicidio y a la miseria a millones de personas, sea declarada deuda odiosa.
Si ese es el elemento sustentador, ese debe ser el objetivo de nuestra acción colectiva.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La ignorancia es una dicha

Cypher: "La ignorancia es una dicha"

Una hormiga observaba incrédula cómo un ciempiés iba y venía de un lado a otro transportando diminutas piezas de comida. En un momento determinado se acercó a él y le preguntó:

- Disculpe un momento, hace rato que vengo observándolo asombrada porque no entiendo cómo hace para no tropezarse. ¿Utiliza algún ritual?
- No -dijo - simplemente pienso dónde voy, lo que tengo que hacer para recoger esto y aquello,.. en fin... nunca pienso cómo tengo que coordinar las patas, es algo espontáneo.
- Vaya, me deja perpleja, pero bueno. Gracias de todas formas y adiós.
- Adiós.

Una vez que se hubo marchado la hormiga, el ciempiés comenzó a andar de nuevo, pero esta vez, de pronto, no podía evitar tropezarse.

La realidad no desaparece porque decidamos ausentarnos mentalmente de ella. Si todo a nuestro alrededor nos bombardea con la desesperanza, lo normal es que busquemos asilo en el aislamiento, en la evitación, en la renuncia a hablar, ver o leer todo lo que nos devuelva al frío invierno de lo cotidiano.

Antes de conocerla, antes de que nos golpee a nosotros o tan cerca de nosotros que ya no podamos obviarla, se nos está permitido seguir con el curso de nuestras vidas cual si no pasara nada o como si esto fuera con otros o algo transitorio o una consecuencia de corruptos indecentes ante los que no se puede hacer nada. Pero desde el momento en que eso se produce, en el instante en el que se nos acaba el empleo, la prestación, o nos reducen el sueldo, o dejan de entrar clientes en nuestro negocio, o.., desde ese momento se vuelve difícil no tomar partido. Es ya complicado no hacerlo viendo sufrir eso mismo en las personas que tienes a tu alrededor, pero en este punto la realidad ha dejado de ser un fantasma y ha tomado cuerpo y forma.

En la película "Matrix", en un futuro incierto las máquinas han vencido a los humanos, a los que mantienen conectados a máquinas para obtener energía. Mediante esa conexión, tienen la percepción de que viven sus vidas con normalidad, con sus trabajos, sus coches, la policía, etc. Algunos de los que no cayeron en la batalla y sus descendientes forman una colonia que viven en una ciudad, Zion, desde donde intentan liberar a los humanos cautivos, o sea, devolverlos a la realidad. Pero la realidad es mucho peor que el sueño en el que están inmersas las esclavizadas mentes humanas. Fuera de la fantasía inducida, las calles presentan un paisaje desolador, puesto que las máquinas no necesitan esas estructuras para su supervivencia y no se les dedica atención o cuidado en su reparación.

Cypher es un personaje de la película, vive en Zion y lucha junto a los demás contra el régimen impuesto por las máquinas, pero empieza a cuestionarse el sentido de la misma hasta el punto de que finalmente llega a un pacto con las máquinas para entregar al líder, Morfeo, a cambio de que a él lo reconecten de nuevo a Matrix, el programa, a ese mundo irreal, y que graben en su nueva memoria a un personaje con poder, y "vivir" así como "alguien importante".


"Matrix es un SISTEMA, Neo…ese SISTEMA es nuestro enemigo…pero cuando entras que es lo que vés a tu alrededor?
Hombres de negocios, profesores, abogados, carniceros…. son las mentes de los mismos que intentamos salvar…pero mientras no lo hagamos siguen formando parte de ese sistema…y eso hace que sean nuestros enemigos…tienes que entender que la mayoría de ellos NO ESTÁN LISTOS PARA SER DESACTIVADOS…y muchos de ellos dependen tanto del sistema que lucharían para protegerlo…"



Como Cypher, conozco a muchas personas que han decidido "borrar la realidad", ausentarse de ella, porque lo contrario, ser consciente de lo que se nos está haciendo y permanecer impasible, crea un conflicto interno que provoca un gran malestar.

El sistema lo sabe. No es casual que se den dos circunstancias de forma machacona: bombardeos en torno a las consecuencias de la crisis hasta llegar a saturar y hacernos estremecer de miedo, junto a otro bombardeo de imágenes y noticias intrascendentes, idiotizantes.

En el telediario de la 1 de ayer contemplé estupefacto la cantidad de noticias absurdas que incluía, desde una persecución a unos ladrones en EE.UU. hasta una presentadora a la que habían grabado bailando durante el corte publicitario. Luego, las dos estrellas, el tiempo y el deporte, coparon el 70% del tiempo restante. A cada declaración de Mouriño se le dedica más tiempo que a la información sobre cualquier recorte del día a día.

Saturar las mentes de desastres hace que desplacemos la atención hacia otros espacios menos agresivos. Incluso los programas que podrían tener un cariz más progresista se detienen en ese punto, también imprescindible, la descripción, destapar, denunciar,...pero que se convierte en otra gota en el ya rebosante vaso de la indignación. Todo, ya digo, necesario, pero que tiene que completarse con el debate sobre las alternativas, en caso contrario, tomaremos salidas que pueden ser ruinosas.

Perdonen la nueva digresión.

He sido siempre un adicto a los cómic. De pequeño había uno que se diferenciaba notablemente del resto, se trata del TBO. Sus dibujos y sus historietas tenían un punto surrealista. Había uno que me gustaba especialmente, "Los inventos del profesor TBO". Algunos de esos inventos los incorporé luego a la consulta. Uno de ellos se venía a llamar, "La máquina de la felicidad". En la primera viñeta se veía a unos ciudadanos sudorosos paseando por las calles en las que se podía ver un termómetro que marcaba 42º o así (hablo de memoria). En un momento determinado se encuentran de pronto con el profesor TBO sentado en una mesa, con un cartel anunciando su invento. "Haga desaparecer el calor por 5 cts". Pronto se forma una cola. Todo el mundo quiere dejar de sufrir el doloroso trance que les está tocando vivir y si hay que pagar por ello, se paga y ya está. En cuanto adquieren la entrada, se dirigen a una carpa en la que pone "Entrada". Vemos como van accediendo a ella y luego cómo están en el interior. Sorprendidos comprueban que la temperatura interior es mucho más alta que la de fuera, pero esperanzados, siguen andando cada vez más deprisa, intentado encontrar la solución prometida. Cada cierta distancia se produce un aumento de los grados y entonces ellos se aceleran más, con las caras desencajadas. Finalmente, se ve el cartel de "Salida" y salen aliviados al fin. Ahora, de pronto, aquella terrible realidad asfixiante les parece una bendición.

Nos ofrecen y nos ofrecerán salidas. Algunas pueden ser peligrosas. El fascismo está pendiente de la deriva de los acontecimientos, es una bala en la recámara para cuando falla lo demás. Cogeremos la puerta de salida más cercana, no necesariamente la mejor. Nuestra tarea no es sólo divulgar o desenmarañar las manipulaciones, las estafas,... también debe ser ofrecer alternativas que se perciban realizables, para lo concreto, para las necesidades diarias, pero también para evitar que nuestros hijos sigan estando en la cola de los Bancos de Alimentos.

La forma de librarnos de ese conflicto interno es la más fácil de aceptar, convertirnos en solidarios agentes de la beneficencia y entregar un kilo de arroz o incluso, descargar los miles de kilos para su distribución, nos hará sentirnos mejor, desde luego, pero no asegurará que nuestros hijos puedan volver de nuevo de Berlín o de Londres.

¿Por qué no actuamos? Un colega, Vicente Manzano, ofreció también una interesante visión al respecto. Lo llama "La impotencia conforme", que vendría a ser algo así como asumir que no se puede hacer nada. Pasa por distintas situaciones ante los cambios percibidos:

¡¿Por qué no hago nada si veo que el barco se hunde?
§No lo pensé
§Si lo hubiera pensado, no me apetecería
§Si me hubiera apetecido, no sabría cómo
§Si supiera cómo, no podría llevarlo a cabo
§Si pudiera, sólo serviría para que las cosas empeoraran.
§¿No son bastante malas ya?







Cuando la minoría de Zion se pone en contacto con una mente esclavizada le ofrece la posibilidad de elegir entre dos pastillas: la roja, la realidad, o la azul, seguir enchufado manteniendo al sistema.



A cada paso racionalizamos nuestro comportamiento y eso durará todo el tiempo que puedas permitirte que dure. La ignorancia, real o autoinducida, es una dicha. Si tú la disfrutas, nosotros la sufrimos. No esperes a que llamen a tu puerta. Ven con tu miedo si es preciso, para que no acuda solo. Hay que construir la alternativa y sin ti no será posible. Tómate la pastilla roja.






miércoles, 5 de diciembre de 2012

30 años después



El PSOE acaba de realizar un homenaje a los 30 años de conseguir el histórico triunfo en las elecciones de 1982: 202 diputados, más de diez millones de votos, el doble que la segunda fuerza política, Alianza Popular.

Recuerdo claramente la ilusión que despertó esta victoria. Su líder, Felipe González era un joven de 40 años, carismático, europeísta y moderado, encumbrado en  Suresnes, en el último Congreso del PSOE en el exilio,  bajo la tutela de Helmut Schmidt.

Desde 1936 no había un gobierno de izquierda en nuestro país, las expectativas eran enormes. 

 El lema con el que habían ganado las elecciones, "Por el cambio", reflejaba bien a las claras la necesidad de la sociedad española de avanzar hacia nuevos derechos y conquistas sociales. En su programa electoral llamaban poderosamente la atención dos puntos: la creación de 800.000 puestos de trabajo y sacar a España de la OTAN.

En el discurso de investidura, Felipe González manifiesta su intención de meter a España en la CEE y, más vagamente, a pesar de la promesa electoral contrario a la permanencia en la organización militar, expuso  lo siguiente:

"...Examinaremos también con toda atención los términos de nuestra relación defensiva y de cooperación con los Estados Unidos de América y estudiaremos, con el rigor necesario para la defensa de nuestro interés y de nuestra dignidad, la decisión adoptada por el anterior Gobierno español en relación con el Tratado del Atlántico Norte, manteniendo nuestros compromisos con el pueblo español

Los socialistas emprendieron una serie de reformas en todos los ámbitos. Se encontraron un país sin hacer en buena parte de los derechos esenciales. Según Alfonso Guerra, vicepresidente, iban a modernizar a  España hasta el punto de que no la iba a reconocer "ni la madre que la parió".

Ese proceso de modernización se basó en tres ejes fundamentalmente:

  1. Ingreso en la CEE
  2. Liberalización de la economía
  3. Cambio en los actores que regulan la economía

El ingreso en la CEE implicaba aceptar un rol determinado en la división asignada a los distintos países, asumiendo como base económica, en el caso español,  la expansión del turismo y del sector servicios y el recorte industrial y agrícola, que suponía una amenaza para algunos de los países integrados en la Unión Europea. Comienza entonces un proceso de modernización que, en sustancia, implicaba la la liberalización de los mercados, la privatización de las  empresas y bancos y flexibilización del mercado laboral. Flexibilizar, antes y ahora, es un eufemismo para describir el abaratamiento de la mano de obra y del despido.

Pasamos de tener unos agentes reguladores estatales a otro basado en los préstamos, las multinacionales y los funcionarios de la CEE, o expresado en términos más simples: una cesión de soberanía sobre los ejes claves de nuestra economía.

El rol que se asigna al Estado se diferencia poco del de nuestros días: intervenir en las pérdidas privadas para socializarlas, subvencionando al capital privado bajo la proclama de la creación de puestos de trabajo o la amenaza de perderlos. Si quiere detenerse en las primeras lecciones democráticas al respecto puede documentarse en todo el proceso de expropiación, saneamiento y venta del holding de RUMASA.

También, si tiene interés, puede leer un análisis de los procesos de privatización en el siguiente enlace (1).

Como consecuencia del proceso anterior, aumentan considerablemente los trabajos inestables y mal pagados para los jóvenes. Los empresarios contratan a trabajadores cualificados para empleos por debajo de su capacidad. Son los camareros mejor preparados de la unión europea (poca diferencia con  la actualidad).

Lo llamativo es que este proceso de debilitamiento de la fuerza del trabajo, estas medidas neoliberales, las tomara un gobierno con la legitimidad y fuerza que le habían dado las sucesivas mayorías absolutas. Lo esperable es que si gobierna un partido que se autoproclama SOCIALISTA, es que sus medidas acerquen a un modelo de sociedad más igualitario, y no que modernice al país hacía posiciones neoliberales.

En marzo de 1986 el gobierno convoca por fin el referéndum de la OTAN.

El texto y la pregunta original son un modelo a analizar:


El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
  • 1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
  • 2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
  • 3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?

Buena parte de los votantes de izquierda se sintieron engañados. Significados pacifistas habían organizado un comité Anti-OTAN en el que se integraron prácticamente todas las fuerzas progresistas a excepción, claro, del PSOE. Se sumaron muchos activistas individuales. La lucha contra la OTAN se convirtió en la lucha contra la falta real de cambio, contra el giro en el discurso y en los hechos de los socialistas. La fuerza de las manifestaciones obligó al gobierno a convocar un referéndum. Permitía al pueblo elegir, pero ahora se manifestaba a favor de la permanencia. Tampoco veo mucha diferencia entre aquel pasado y el actual. Tanto entonces como ahora, el PSOE ejercía de partido de centro derecha en el poder, cuando no claramente neoliberal, y presentaba un discurso más de izquierda cuando se encontraba en la oposición, obviando entre una situación y otra el papel de tuya-mía-y-que-no-cambie-nada que desde la instauración de la democracia juega con la derecha.

Viví en primera persona todo lo que cuento y también lo que supuso la derrota como factor clave en la desmovilización posterior.

De los 800.000 puestos prometidos tampoco supimos más. La desmantelación o reconversión, si prefiere eufemismos, industrial supuso que más de 100.000 trabajadores fueran al paro o a la jubilación anticipada.

Apoyado por CC.OO. y ELA-STV, las huelgas y enfrentamientos con la policía son muy duros, pero UGT se mantiene firme junto al partido, sin secundarlas y firmando acuerdos con el PSOE y la patronal para llevar adelante un Acuerdo Nacional de Empleo que esconde detrás todo el proceso de reconversión posterior, que le cuesta al estado entre uno y dos billones de pesetas y mandar al desempleo a miles de personas.

En la segunda legislatura con mayoría absoluta, el  desempleo seguía empeñado en convertirse en estructural. Un millón y medio de desempleados jóvenes exigía una respuesta urgente. El gobierno concreta estas medidas en un Consejo de Ministros en octubre de  1988 a través de un Plan de Empleo Juvenil.

El Plan incluía un nuevo contrato para jóvenes entre 16 y 25 años que no hubieran trabajado más de tres meses en toda su vida, algunas de cuyas condiciones eran que recibiría el equivalente al salario mínimo interprofesional (que equivalía a lo que ahora serían 264 euros), la bonificación del 100% de las cuotas de contingencias comunes de la Seguridad Social para las empresas y una duración mínima entre 6 meses y máxima de 18.

Ello suponía que los mayores de 25 años serían expulsados del mercado laboral, dadas las ventajas que suponía este contrato para los empresarios.

Los dos sindicatos mayoritarios se unen en la convocatoria de una Huelga General para el 14 de diciembre de ese mismo año que fue un éxito rotundo que obligó al gobierno a dar marcha atrás en el Plan y poco después a subir  las pensiones mínimas al SMI y a incrementar el paupérrimo sueldo de los funcionarios.

No voy a entrar, por no extenderme más, en el resto de medidas que fueron tomando con el paso del tiempo, muchas de ellas indistinguibles de las que podría y de hecho tomó, el Partido Popular, como el recorte de las prestaciones por desempleo o la potenciación del trabajo temporal, ni tampoco en lo que supuso la extensión de la cultura del "pelotazo" o del "enchufismo" , el desmantelamiento del tono reivindicativo de las asociaciones de vecinos,... Todas ellas claramente, al menos para mí, dibujan el verdadero cariz del partido con la anuencia, pocas veces crítica salvo en las derrotas electorales, de sus afiliados.

Jóvenes del partido han sacado recientemente un vídeo pidiendo perdón por las cosas que hicieron en la legislatura anterior, pronto fueron corregidos por una dirigente, pidiendo que en lugar de centrarse en los errores se centraran en los logros. Una parte importante del partido mira con nostalgia el felipismo, como si aquella etapa hubiera representado lo que verdaderamente el socialismo representaba en cuanto a valores. A lo mejor deberían extender la mirada crítica, plantearse qué tipo de sociedad quieren y si ese modelo ha sido alguna vez encarnado por la dirección del partido y sus medidas. Parece poco edificante la evolución que han seguido buena parte de los ex-ministros,  incluyendo al propio Felipe González, que sigue cobrando su sueldo público de 80.000 € mientras, al mismo tiempo, recibe otro de  Gas Natural.

Nos hace falta el PSOE, pero hace falta que sea una organización que tome partido, que no juegue permanentemente al electoralismo como única estrategia, que se arriesgue a estar junto a los que lo necesitan. Que no haga un populismo de izquierdas mientras está en la oposición y ejerza de todo lo contrario en cuanto llegue al poder.
Será difícil sin una adecuada revisión de su historia reciente.

Como he citado en otras muchas otras ocasiones, en medio de la euforia del poder, el gobierno de Felipe González quiso certificar internacionalmente el cambio de sociedad que había proclamado  Alfonso Guerra, contratando para ello a uno de los más prestigiosos sociólogos, James Petras. Cuando acabó su trabajo y se lo presentó al CSIC para que fuera publicado, decidieron no publicarlo.

Les dejo una cita de Julio Anguita en el prólogo a la edición que rescató la revista "Ajoblanco":

"Petras muestra con pelos y señales hasta qué punto la política económica llevada a cabo por el PSOE en los años en que ha estado en el gobierno favoreció a los prestamistas extranjeros, a los directores de bancos y al capital multinacional  extranjero.

En esos años, el 'europeismo' banal y propagandístico ha convertido España en una avanzadilla de las políticas neoliberales.

Se ha favorecido el aumento del desempleo. Se ha incrementado la inestabilidad laboral y la precariedad. Se han creado los contratos basura y se ha favorecido los trabajos inestables y mal pagados para la gente joven hasta límites impensables hace quince años"










lunes, 3 de diciembre de 2012

Minorías

Muchas personas se preguntan cómo es posible que estemos sufriendo las injusticias que vemos diariamente y que no haya una gran revuelta popular. Es más, suponiendo que el descontento no se instrumentalice  en la lucha en la calle por distintas circunstancias, cabría suponer que en las elecciones se traducirían en un voto de castigo a las fuerzas que han apoyado con sus medidas la situación en la que estamos. Pero ni una cosa, ni la otra. Al menos, no como sería esperable.

La encuesta del CIS de junio de 2012 seguía dando como primera fuerza política al PP, seguida muy de cerca por el PSOE, tres veces por encima, ambas, de las estimaciones de voto de la tercera opción (IU). Bien es cierto que para conseguir esto, el número de desencantados que no votaría supera ampliamente a todas ellas.

En una charla reciente sobre instrumentos de control debatimos estos aspectos a fondo. Los mecanismos de manipulación son múltiples, pero el fin último es simple: alienar.


La colonización de las mentes a través del "pensamiento único", ese que preconizan y vociferan detrás de cada medida los distintos miembros del gobierno o allegados, comenzando por el propio Rajoy cuando sentenció: "Hago lo único que se puede hacer", no ha sido obra sólo del PP, anteriormente, utilizando este discurso, el gobierno de Zapatero había obrado de la misma forma, y entre ambos, con nocturnidad y alevosía, sellaron un pacto que debería ser considerado de alta traición, mediante el que modificaban la Constitución para priorizar el pago de la deuda a cualquier otra necesidad nacional.

No voy a entrar aquí en el motivo de la charla, sobre las distintas formas de manipulación. Me interesa hacer una breve mención a la necesidad de articular la lucha antes de que nos falten fuerzas para combatir tanta injusticia.

Estamos organizados en minorías y el objeto de las minorías, al igual que el del poder, es como señalaba Moscovici, la población. El poder tiene una autopista de varios carriles hacia la población y si le hicieran falta, abriría otros más. En esos carriles no sólo circula lo que normativamente hemos de pensar y hacer, sino también nos advierten sobre a quienes debemos reconocer como enemigos.  Para las minorías, en cambio, el acceso es mucho más tortuoso, apenas carreteras secundarias llenas de baches.

En ese proceso de acercamiento, las propias minorías están también influidas por el discurso oficial, y no pocas veces apuntan en su quehacer diario a lo que el sistema difunde como elementos causales, (políticos, corrupción, los bancos,..), dejando así libre de toda sospecha al sistema mismo.

Estamos siempre a la defensiva y prácticamente no nos quedan brazos para taponar todos los agujeros que van haciendo en la línea de flotación del barco. Hace unos días estuve en Madrid y no tuve tiempo material para poder participar en todas las manifestaciones. Eso sí, a última hora de la noche, cansado ya, me acerqué a La Almudena (era el día de la patrona) y contemplé lo poco que le había costado a aquella multitud de chicos y chicas, curas y seminaristas, concentrarse en un único y reconfortante lugar, como un ejército sin fisuras.

Mientras no haya un discurso alternativo que recoja en una serie de puntos básicos y claros las demandas reales que tenemos, el trabajo será infructuoso, con pequeñas victorias parciales y numerosas batallas perdidas,  frustraciones y desencantos.

La tarea no está - sólo- en el propio seno de cada organización, donde todos compartimos indignación y acción, sino en la calle, en recuperar las asociaciones de vecinos, en la universidad, en los centros de trabajo,..y en aglutinar las fuerzas, en centrarse en lo que nos une, en articular ese discurso esperanzador, nuevo y transformador, que ayude a superar los miedos, que descolonice las mentes, que permita vislumbrar otra opción como viable.