viernes, 31 de enero de 2014

Crecimiento Colectivo

Esta es la primera tarea de un taller sobre Crecimiento Colectivo. Pasa por algo tan simple como es reconocer el papel de los demás en nuestras vidas. Estas son algunas de las que he tenido la suerte de encontrar. A varias no puedo ya darles las gracias, me di cuenta tarde; a otras aún estoy a tiempo.

Mis padres

Mis padres se empeñaron en una tarea simple conmigo: permitirme soñar. Consiguieron que aprendiera a soñar, no para evadirme, sino para crecer. A la vuelta de mis fantasías siempre  me esperaba una taza de caldito calentito para la tos.

Me enseñaron a no tirar papeles al suelo y a decir: "buenos días" y "buenas tardes", a jugar a la brisca y a dejarme abrazar. 

La puerta de mi casa siempre estaba abierta. Bastaba con empujarla para entrar y sentarse a conversar o a compartir. Mi padre era albañil, primero fue campesino de los que trabajaban de sol a sol. Aprendió a leer en la arena de una playa africana y ya en Huelva, en su primer sueldo de peón compró una cartilla con la que cada noche me enseñó a amar el olor de las hojas de los libros y a encontrar la verdadera ventana del mundo.

 Mi madre era sastra y me hacía la ropa. También ponía inyecciones y leía las cartas de amor y de despedida a los que no sabían leer. Vi nalgas y seminalgas de todos los colores y manos temblorosas escuchando la declaración del soldado que prometía volver y la del emigrante que relataba su inquebrantable amor en medio de los eternos inviernos alemanes. Nunca supe cuánto escribían de verdad y cuánto ponía mi madre en el empeño.


María 

Es fácil vivir con María. No conozco a nadie que no la quiera. Yo tuve la suerte de que, además de sumarme a la legión de seguidores, ella decidiera compartir su vida conmigo.
Me ayuda a ser más paciente -aunque bien que le está costando-, más humilde, más prudente, mejor persona. Tiene un don especial para transformar lo cotidiano en hermoso.


Helena, Ana

Mis hijas son las responsables de mi cara de tonto feliz. Es difícil que pueda darles tanto como ellas me dan a mí. Nos facilitan la vida a nosotros y a todas las personas que están a su alrededor. Les cuesta muy poco diluir al gruñón que llevo dentro. También ellas son felices y hacemos nuestras sus ilusiones. Permitirles soñar es volver a soñar.

María Antonia

Hija única, como yo, un día, no sé cuándo, nos adoptamos mutuamente y desde entonces somos hermanos. Puede escribir mi biografía completa. María Antonia me enseñó a despejar la lírica de la prosa, a disfrutar el momento, a no temer el riesgo, a amar la psicología y el sentido común, pero también a estar dispuesto a perderlo si es preciso.

Mon

Mon es otra hermana de adopción. Igual que la casa en la que me crié, la suya está siempre abierta y llena de vida. Allí vamos a reír, a hablar, a llorar y a emborracharnos, no necesariamente en ese orden. Mon es bondadosa, charlatana, honesta, paciente, cuidadora,.. no tiene doblez, te deja verla como es y así, con ese básico principio pedagógico, te enseña a arriesgarte a ser tú mismo.

Luis

Luis es la otra parte de Mon. Seguramente la mejor persona que conozco. Cuando estás con él y cuando lo recuerdas, te das cuenta de lo sencillo que es ser bueno. Entonces, yo,  siempre, lo utilizo como una referencia cada vez dudo sobre el camino a elegir. A él le sale espontáneamente.

Ángeles

Si necesitara contarle algo a alguien mientras me dejo abrazar, esa persona sería sin duda, Ángeles. Querer y dejarse querer, esa ha sido la lección esencial que he ido aprendiendo con Ángeles.

María José

María José me acogió en un momento extraño en mi vida. No nos separamos ni un momento, hasta el punto de integrarme en su familia y convertir a su madre en mi madre y amiga y a sus hermanos en mis colegas y confidentes. El mejor cumpleaños que viví tuvo lugar en su casa, con toda su familia incluida la perra Nuca, que ese día, al menos, también decidió darme un voto de confianza. Ella me ha hecho las preguntas más difíciles, esas cuya respuestas me han ayudado a conocerme y a conocer el resultado de mis actos.

Antonio

Trabajé con Antonio un par de años, una mesa al lado de la otra.  No recuerdo haberme aburrido en ningún momento con él. Ambos somos ajedrecistas y ese universo, per se, es suficiente para compartir, divertirte y sufrir, pero la palabra que define mi relación con él es "fluidez". No importa que llevemos años sin vernos, necesitamos apenas un saludo para embarcarnos en todos los temas universales. Me gusta esa sensación de saber que está ahí  y que nos volveremos a encontrar, pero lo cierto es que lo echo mucho de menos frecuentemente.

Balbuena

Lo único que me faltó el tiempo que compartí con María José fue anotar cada noche lo que había aprendido. Aprendizajes vitales. La esencia. Seguramente mi trabajo lo desempeñaría de una manera muy diferente sin la experiencia que tuve a su lado.

Manolo

Hay que hacer poco esfuerzo para querer a Manolo. Nos conocimos en un curso de varios meses  en el que pude comprobar la facilidad con que Manolo transmite buen ambiente. Consigue que la gente que está a su alrededor se sienta mejor, confíe, se divierta y hable. Tiene un don especial para hacer que te sientas escuchado. Además,  es buena persona, comprometida y radicalmente  honesta. Auténtico, sin nada detrás.

Tere

No conozco a nadie tan emprendedor como Tere. Es de esas personas creativas, divertidas, inteligentes, solidarias, luchadoras, amiga de sus amigos, honradas, que todo el mundo estaría dispuesto a incorporar a su nómina de amigos, y tener a personas con esos valores cerca -se lo dije hace poco- es esencial para mantenerte por el camino adecuado.

Mónica, Eugenio, Sergio, Alberto, Charo

Todas estas personas han coincidido con Manolo en el mismo barrio, gracias a él he ido conociéndolos y gracias a ellos he ido conociendo más a Manolo. Cuando llevas un rato hablando con cualquiera de ellos entiendes qué es el sentimiento de clase, cuán fácil es posicionarse y tomar partido. Son ese ejemplo que permite convivir y sentir que estás rodeado de buenas personas, de los que no van a traicionarte nunca, de los que te van a aportar continuamente. Veo a Sergio blandiendo su flequillo y su filosofía vital y me veo a mí mismo y me alegra y me reconforta ese reencuentro.

Esperanza

A veces, de pronto, tienes la gran suerte de encontrar a alguien con quien a los pocos minutos eres capaz de hablar por los codos de veinte cosas diferentes al mismo tiempo y sentir que las llevas todas para adelante. Es brillante, profunda y estimulante. Tiene el don de facilitar la vida a los que están a su alrededor. Sabes, entonces, que esa persona te va a ayudar a crecer, que te va a aportar, que te va a decir lo que necesitas que te diga... y que todo el tiempo será escaso para ello.

PAH

He conocido muchos colectivos que lucharan por causas justas, pero sin duda, los de la PAH son un ejemplo esencial. Si tuviera que realizar una fotografía de lo que más se parece al Crecimiento Colectivo, seguro que me saldría la de este grupo de personas. Ellos y ellas enseñan el valor de la solidaridad y de la lucha, el poder del nosotros y de compartir. Los elijo como referente para no bajar la guardia, para saber que es posible, para no ensimismarme con cuitas intrascendentes, para entender de lo que hablaba Brecht cuando se refería a "los imprescindibles".

Grupo Psicología y Crisis

Un grupo de colegas decidimos hace un tiempo crear un grupo para canalizar nuestros esfuerzos individuales, darle un sentido más social y comprometido a nuestra profesión, tal y como debería esperarse de quienes hemos convertido a las personas en el centro de nuestro quehacer. Seguro que podremos ayudarnos a crecer mutuamente, a comprobar la verdadera esencia de la psicología, a ser  mejores compañeros y mejores personas. No se me ocurre mejor labor.