miércoles, 29 de junio de 2011

Solución nº3: Describir



Si usted tuviera infradesarrollado el córtex probablemente se gastaría muy poco dinero en psicólogos (gracias, señora evolución). Esta tercera entrega habla sobre el papel de dicha zona y cómo sacarle provecho a lo que sabemos de ella.

A los psicólogos de corte cognitivo-conductual, o sea la mayoría actualmente, nos encanta la psicoeducación. La psicoeducación viene a ser como los cursillos prematrimoniales: tú vas para que te case, pero el señor cura dice que vale, pero que antes te tienes que enterar de unas cosillas. Nos encanta psicoeducar.

El papel de la interpretación en el empeoramiento progresivo en los trastornos de ansiedad es uno de esos temas recurrentes en la fase de sermón introductorio. No nos centramos mucho en el pasado, no porque no pensemos que no tiene peso en la forma en que afronta la persona este problema, sino porque creemos que le va a resultar más útil comprender cuál es su papel en lo que está experimentando actualmente, bien a través de los síntomas que relata, bien mediante esa anticipación horrible que hace de casi todo.

Observe el siguiente dibujo:





Una vez que se han descartado trastornos orgánicos que pudieran explicar la sintomatología, planteamos esta ecuación. Para que usted sufra un ataque de ansiedad es necesario que se den conjuntamente las dos premisas anteriores: que note unas sensaciones corporales, por ejemplo, taquicardia u opresión en el pecho, y que piense que eso significa que le va a dar un infarto o que se va a desmayar, o algo similar. Si usted piensa que se va a morir de un infarto pero echa una mirada inquisitoria a su corazón y el órgano está latiendo plácidamente, no llegará a sufrir un AP. Si nota su corazón cabalgando desmelenado, pero se dice a sí mismo, “estas escaleras me van a matar”, será consciente de que necesita hacer más ejercicio físico, pero no llegará al AP.

Usted acude al médico para que le quite la dichosa ansiedad. El galeno, como es natural, le prescribirá ansiolíticos o antidepresivos, de esta forma el primer término de la ecuación tenderá a aminorar hasta no ser significativo y usted podrá tranquilizarse. Si usted decide visitar a un psicólogo, éste le explicará que el problema está en el segundo término y luchará por convencerlo de que es ahí donde debe centrar su acción. El paciente, o sea usted, se resistirá: “Pero si yo estaba tranquilamente en el sofá… ¿cómo va a ser mi cabeza la causante del AP?” Efectivamente, la mala no fue su cabeza. Sus pensamientos se limitaron a prender la soplar sobre la primera chispa que saltó y a procurar que no faltara leña. Del fuego en sí ya se encargarán otros.
Después de una hora de psicoeducación estará o bien muy cansado del debate socrático y de la charla argumentativa o bien se habrá echo fan incondicional del club de psicólogos de su provincia.


Ya ha sido psicoeducado, centrémonos de una vez por todas en lo que le ha traido hasta aquí.

Usted está en el salón con su esposa o esposo, que también acude a terapia, viendo la tv y en ese momento le sobreviene uno de esos temidos subidones de ansiedad. Cinco minutos más tarde, el único córtex disponible en la casa es el de su pareja, que no hace más que insistirle en que recuerde lo que hablaron en la consulta, que respire de tal o de cual manera, que… Usted lo que querrá es que se calle de una vez y que le deje concentrarse en esos asquerosos síntomas que suben por su pecho como si estuvieran asaltando una empalizada en la edad media. En esa situación crítica su pareja vendrá temblando con papel y bolígrafo y saldrá corriendo antes de que se los arroje, luego usted debería empezar a escribir, podría empezar por acercarse a la realidad desde una perspectiva temporal con todo detalle:

“Hoy, veintinueve de junio de dos mil once, estando en mi casa de…, a las … horas, junto a mi… que está vestida…. y al gato que duerme en el sillón de al lado,…noto…. y el corazón va a .... pulsaciones por minuto, estoy respirando… veces por minuto… confundo la o con la a y algunas lucecitas se asoman desde algún sitio en mi vista, un cosquilleo de hormigas en las manos y mareo…”

Como sabrá, al sistema límbico no le dio tiempo a terminar primaria. Eran malos tiempos para la escuela, si quiere obtener un ejemplo de cómo funcionaba la cosa y el papel tan insignificante que tenía el razonamiento en aquella época puede ver uno o dos episodios del reality Supervivientes.
El único que aprendió a escribir en la casa fue el córtex, ese trozo de casco superpuesto que nos duele tanto tras tres horas a pleno sol. Si usted consigue articular su brazo y coordinarlo con sus deditos para imprimir letra tras letra con cierto sentido, observará sorprendido cómo la ansiedad va cediendo terreno.

Su cuerpo en realidad es un mandado. Si le dice preparado para la acción, él se pone en posición de al ataque sin rechistar, pero si a usted le da por transcribir lo que sucede, en lugar de lo que cree que está sucediendo o va a suceder, su cuerpo se dedicará a la cow’s contemplation® (es la marca que voy a registrar para el tratamiento de la ansiedad).

Si por casualidad, tras un rato dándole a la muñeca empeora y le tira el bolígrafo a su pareja, vuelva a leer lo que escribió y observará cómo en lugar de describir “…110 ppm”, escribió “… me va a dar un infarto”. Recuerde, por último, que se trata de describir no de interpretar.

lunes, 20 de junio de 2011

ANSIEDAD. SOLUCIÓN 2: SENTARSE EN EL SUELO




Tendemos a sobrevalorar la capacidad de raciocinio que poseemos. Tomamos decisiones continuamente y de no ser por los heurísticos que nos proporcionan nuestras emociones estaríamos bloqueados cada dos por tres. Le voy a poner un ejemplo simple. Usted asiste a un curso de cinco días. Llega el primero y se sienta en un sitio de su elección. ¿Dónde se sentará el resto de los días? ¿Qué cree que habrá influido más en su decisión: razones o temores? Es más, en el curso hay cinco filas de sillas, llega el primero y se sienta en la segunda, ¿dónde se sentará el próximo, delante, a su lado o detrás?

Nos gusta vernos como más racionales de lo que somos en realidad. Buena parte de nuestro comportamiento esencial está regulado por cuestiones de índole emocional: temor, seguridad, necesidad de aceptación, etc., Después sí, después usted tiene una gran capacidad para racionalizar ese comportamiento. En caso contrario estaríamos en un bucle insufrible. Si es usted un fumador entenderá perfectamente lo que le digo, pero aún lo va a entender mejor cuando deje de fumar.

Si quiere manejar su pensamiento deberá entrenar bastante duro. Le recomiendo encarecidamente que vea la película “Un cuento chino” en el que el protagonista se aferra a unos rituales estrictos que le permitan dar sentido al sinsentido que creyó que tenía la vida, hasta el punto de ahogar sus propios sentimientos amorosos.

Esta introducción me sirve para explicar una cosa frecuente en la consulta. Personas que quieren meter en cintura a sus emociones simplemente por decidirlo. ¿Por qué no me hacen caso mis pensamientos? Si me digo, no me puedo poner nervioso durante la entrevista, ¿por qué no me sirve?

Lo que le propongo hoy está indicado para aquellas personas en las que el componente cognitivo tiene un gran peso, esas que se repiten continuamente: tengo que controlarlo, tengo que controlarlo,…

Si se encuentra en casa, elija el espacio de la misma que le resulte más desagradable, váyase allí, que nadie le moleste, siéntese en el suelo, ponga el reloj en marcha y durante veinte minutos dedíquese a imaginarse lo peor que le sugiere su ansiedad: que se va a morir de un infarto, que va a ocurrir la catástrofe temida, etc. Si nota que se distrae con otra cosa, recuérdese para lo que está allí, no está bien traicionar a sus pensamientos ansiógenos con menudeces del tipo dónde aparqué el coche.
Puede adaptar esta técnica para otros lugares, no hace falta que se siente en el suelo en la calle. Puestos a desestabilizarse, mejor observarlo de cerca y no mezclándolo con los vaivenes de la cotidianeidad.

Últimamente, en nuestras ciudades, usted habrá visto a muchos chicos y chicas sentados en el suelo, en alguna plaza o delante de algún consistorio. Están poniendo en marcha lo que planteo aquí. Tienen una serie de pensamientos comunes que les producen desazón y han confluido en un espacio común para hacer un mantra colectivo, que es posible que tenga más fuerza incluso que el individual que le sugiero. Le digo esto para que vea hasta qué punto promete ser eficaz esta técnica.

P.D.: Sí, también vale una silla.

miércoles, 15 de junio de 2011

CINCO SOLUCIONES INFALIBLES CONTRA LA ANSIEDAD. 1. ¿Y QUÉ?


Coja el malestar que le atormenta y pruebe a ponerse en jarras delante de él.

- No vayas a....
- ¿Por qué nooooo?

Lleva mucho tiempo no yendo a... no haciendo... y sin embargo no parece que esté mucho mejor. Nada de lo sucedido hasta ahora ha conseguido matarlo, infartarlo, desmayarlo, volverlo loco,.. Sí, sí, ya sé, ha sido gracias a esas maniobras de última hora, ir a urgencias, salir corriendo del restaurante, no hacer nada que pudiera ponerle en peligro.


Cuando el movimiento del 15-M en Cataluña ha anunciado que no dejarán pasar a los parlamentarios, la policía les ha comunicado que eso es ilegal. Su respuesta ha sido esta: "A veces, lo justo no es legal". Igualmente, lo adecuado no tiene por qué coincidir con lo más fácil, con lo que apetece. Puede elegir seguir tomando medidas contra lo que teme o ponerse en posición de valiente "en jarras".

Suelo comentar en la consulta que hay dos tipos de medidas: las que tienen que ver con lo evidente, por ejemplo, tomar una pastilla, no ir a un sitio, huir, comprobar si ha cerrado el gas. Luego están las otras, menos accesibles a la consciencia, las que prevén mentalmente las medidas adecuadas. Por ejemplo, pensar "me sentaré cerca de las puertas, llevará una chaqueta para que no se note la transpiración,..". Es otra forma de tranquilizarse que habitualmente tiene el mismo resultado negativo que la anterior.

- Si me equivoco sentiré que todos me miran - me dice la paciente.
- ¿Y qué? - le pregunto realmente interesado en saber por qué es tan malo que a uno lo miren, con la de cosas que hace la gente en televisión para conseguir lo mismo.
- Pues que pensarán: "Esta tía es tonta"
- ¿Y qué? - también lo piensan muchas personas respecto a las asiduas de la telebasura y, por lo que parece, cobran una pasta.

Normalmente, confundimos el "creo que no voy a poder soportarlo", con el "soportarlo" o no, en la realidad.

Entre la primera cita y el "¿y qué?" transcurre un tiempo. Las personas adquieren un conocimiento más preciso sobre su problema, los mecanismos implicados y la forma de manejarlo. Se habrán marcado las pautas para ir acercándose progresivamente a lo temido. Todo ello imprescindible, seguramente. Pero si quiere quitarse definitivamente esto que lo aminala, ponga cara de Clint Eastwood y acompáñela de esa frase mágica una y otra vez.

miércoles, 1 de junio de 2011

Cambia la mesa de sitio


Hace unos 26 años, en Madrid, cerca del Palacio de la Moncloa, un tal Imanol Arias leía el “Manifiesto por la paz” con el que concluyó la marcha convocada por la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas y en el que se pedía un referéndum vinculante. Por primera vez en la democracia, todas las organizaciones progresistas, salvo el PSOE, trabajábamos codo con codo por un fin común. Miles de asambleas, de horas ilusionantes, de propuestas que se quedaban reflejadas y trascendían.

La contundencia de la manifestación nos hacia presagiar una victoria. Todo el trabajo anterior cobraba sentido. El convencimiento de que aquello daría paso a una democracia participativa era completo. Luego vino la famosa pregunta-trampa. La derrota. La desaparición progresiva del movimiento. El desencanto. El poder volvía a los despachos. Los utópicos se entregaron al pragmatismo, compensando su militancia activa con la participación en ONGs de diversa índole.

Aquella época estuvo marcada por el descubrimiento. El descubrimiento progresivo respecto a qué consistía el cambio esperanzador que prometió el PSOE y por el que consiguió una mayoría absoluta con la cifra más alta de diputados hasta la fecha:202.El neoliberalismo travestido de chaqueta de pana fue convirtiendo el trabajo estable en temporal, institucionalizando todo el movimiento reivindicativo, desde el pacifista hasta el sindicalista, el vecinal en cursos de macramé.

Por aquel entonces, mi palabra preferida y la de otros muchos, era “alucina”. No paraba de “alucinar”, por mucho que conociera el papel de la socialdemocracia a lo largo de la historia, no encajaba del todo como estos señores de verbo machadiano iban colando uno detrás de otro el plan de empleo juvenil, las Empresas de Trabajo Temporal, el recorte de las prestaciones por desempleo, el medicamentazo,.. “Alucina, tío”.

Un amigo mío dice que todos los nombres de las urbanizaciones hacen referencia justamente a lo que han destruido para construirlas. Así, en la urbanización Los Pinares los miles de frondosos pinos se han quedado en cuatro para que den sombra a las tumbonas de la piscina. Igualmente, todas aquellos procesos de “reconversión industrial” más que a un cambio en las directrices y el modelo económico de la ciudad o la región, que es lo que uno piensa que quiere decir “reconversión”, dieron paso a un erial deprimido, cuyos habitantes sobrevivían con el sustento de todas las promesas necesarias y los subsidios sempiternos como recurso final.

Casi todas las movilizaciones más grandes de nuestra historia reciente se han organizado contra ¡un partido de izquierda!. Algo iba mal: o todos los manifestantes eran de derechas, o el partido no era de izquierda.
De la pana se pasó a la ropa de diseño. Del cuatro latas al Audi. De los valores y la ética al todo vale.
Desprestigiar la política, convertirla en algo ajeno a su fin. Embrutecer el discurso hasta el punto de limitarlo a “que viene la derecha” o “los rojos se van a cargar este país”, o sea, a tratarnos como a imbéciles que ven el mundo así de simplificado.

También recuerdo –lo escribo para que el deterioro cognitivo no me obligue a tener que leerlo en Google con el paso del tiempo- la operación “ciempiés”, a cargo del abanderado del “ala de izquierda del PSOE” y azote de la “derechona”, Alfonso Guerra, en la que se captaron a parte de los cuadros más importantes del partido comunista para sus filas. Así es la cosa, unos volvieron a las minas o a sus claustros y otros a unos cómodos sillones, ahí en el fondo oscuro y servil del partido.

Bien, ya estamos en una partitocracia, gestionada por el gobierno de turno, con sus listas cerradas diseñadas por el secretario provincial correspondiente en función del servilismo demostrado, de estómagos agradecidos, la falta de control ciudadano sobre los compromisos electorales contraídos, la anulación de cualquier vestigio de lo que imaginamos en las postrimerías de la dictadura que iba a ser esto. ¿Conoce usted algún medio de comunicación que cuestione las reglas del sistema?

Como dije antes, y como usted imaginará o puede que recuerde, todo lo anterior tuvo mayor o menor contestación social en la calle. Los palos se repartían más alegremente que ahora en las manifestaciones, eso sí, pero tampoco crea que están muy desentrenados, por lo visto el otro día en Barcelona.

No sólo el movimiento anti-Otan logró movilizar a una parte importante de la población. La huelga general del 14-D de 1988 fue seguida por más de ocho millones de personas y se consiguió retirar la reforma laboral y que se incrementara el gasto social. Luego la dejación y el entreguismo de organizaciones sindicales y partidos a la izquierda del PSOE nos abocaron de nuevo a tragárnoslas. El nihilismo tácito imperante: esto es lo que hay; lo mejor que puede haber.



Hace unos días hemos tenido elecciones. Los resultados para el PSOE han sido calamitosos. IU se ha convertido en un elemento bisagra para que esos resultados puedan ser maquillados de alguna manera, así que los líderes del PSOE andan presionando para llegar a acuerdos anti-derecha. Curiosamente, la historia, vuelvo a recordar, ha demostrado que la co-gestión, la participación en gobiernos que no han dejado de llevar a cabo políticas anti-sociales por el hecho de tener un aliado izquierdoso, ha ido minando el electorado de IU: puestos a que nos gobierne el PSOE, mejor lo votamos directamente. Como leí en un blog hace años: hay partidos que por querer estar, van a dejar de ser. Le pido que haga el siguiente esfuerzo adivinatorio. En 1993 el PSOE no ha obtenido mayoría absoluta, el otrora presidenciable Felipe González tiene que optar entre CIU e IU para poder gobernar, ¿a quién cree que eligió?

Presente. El movimiento del 15-M ha roto ese mensaje de abatimiento, despertando nuevamente la ilusión. Volvemos a hablar de política, creemos que es posible cambiar las cosas. Los problemas se debaten, se plantean soluciones, se trasladan al resto de la sociedad,...
Ya nada será igual. Los que acaban de adquirir conciencia de que pueden desempeñar otro papel ya no podrán dejar de saberlo. Eso lo aprendí en “El libro rojo del cole”, ese que enseñaba cómo quejarse de un profesor o cómo organizar una protesta: Si estáis hartos de contemplar la nuca y la espalda de vuestros compañeros, cambiad la disposición de las mesas. Las organizaciones católicas lograron que se secuestrara y desapareciera. Se han reeditado todos los libros y enciclopedias de la Falange, pero de la reedición de éste no tengo noticias.

Hay líderes individuales y hay líderes colectivos. Hasta ahora, el movimiento se presenta como un líder colectivo anónimo, pero un líder en todo caso. Hay una especie de espera expectante por conocer medios de acción específicos. Las propuestas navegan por la red o aparecen escuetamente en la prensa escrita. Faltan los mecanismos por los cuales esas propuestas van a ir respaldadas por acciones concretas. Ya sabemos qué. Lo que tenemos que articular ahora es cómo.