Las personas con trastornos relacionados con el perfeccionismo rara vez acuden a consulta por este hecho, sino más bien por las consecuencias que se derivan del mismo, desde síntomas de ansiedad, hasta depresión, pasando por dificultades en sus relaciones personales más íntimas.
Suelen ser trabajadores muy apreciados, son empleados fantásticos para las empresas: no dejan de ir al trabajo ni estando enfermos, echan más horas de las que les pagan, se llevan tareas a casa y se quedan hasta tarde completándolas,.. Lógicamente, para quien no es nada bueno todo esto es buenos es para ellos mismos y para su entorno familiar, al que suelen privar de todo ese tiempo que, claro, se lo lleva la ocupación.
Son muy exigentes, especialmente con ellos mismos. A veces, les propongo que anoten, que hagan una simple señal en una libretita, las veces que utilizan la expresión: "tengo que...", "debería...", o similares a lo largo del día y a la semana llegan asombrados con el registro lleno de rayas. Pero en realidad, no deberían sorprenderse, puesto que, por ejemplo, les cuesta un mundo algo tan simple como seguir el ritmo al que camina su pareja durante un paseo, es como si siempre tuvieran prisa. "Vamos", esa es otra palabra familiar en la casa de los perfeccionistas. "¿Te falta mucho?".
¿Qué subyace a tanto esfuerzo en cada tarea? La idea de que todavía no es lo suficientemente perfecto el resultado, que todavía no se lo sabe completamente bien, que... Obviamente, ese planteamiento genera unas dudas terribles, una incertidumbre crónica, un temor creciente a enfrentarse a la toma de decisiones, así como una preocupación obsesiva por los detalles.
Suelen ser muy puntuales, lo malo es que la puntualidad en nuestra tierra es más bien una falta de educación, así que llegan cuando todavía la sala está vacía, los anfitriones sin vestir y el avión sin aterrizar.
Son personas resistentes a la idea de ir al psicólogo ya que suelen presentar quejas más bien de tipo somático, cosa por otra parte lógica, teniendo en cuenta el nivel de activación fisiológica casi permanente al que someten a sus pobres cuerpos, y piensan que sus problemas, más que psicológicos suelen físicos, con lo que se entregan al deporte con el mismo afán perfeccionista y obsesivo que al resto de actividades. ¿Por qué dar un paseo pudiendo hacer 20 km corriendo?
Tampoco es infrecuente que su vida sexual se esté resintiendo, aunque habitualmente esquivan este aspecto, o simplemente lo achacan al estrés que están viviendo últimamente. Un exceso de estrés inhibe el deseo sexual, entre otras cosas, así que intento no dejar este tema de lado porque suele ser otra fuente de conflictos no siempre abordada adecuadamente en la pareja.
La sensación de que no se tiene tiempo para lo demás y de que casi todo es prioritario antes que el propio ocio o el de la familia, antes que el simple hecho de estar tumbado leyendo una novela bajo el sol o al abrigo de la sombre de un árbol. Bueno, una novela es mucho pedir, es más normal que sean habituales de los ensayos o de otro tipo de obras a las que encuentren cierta "utilidad".
Si usted se encuentra retratado en este perfil procure empezar a trabajar el cambio, el doloroso cambio que suponer volver a ver la vida en color y no en blanco y negro, de permitirse errar, tolerar las sorpresas, escuchar mirando o, simplemente, disfrutar de la brisa de una tarde de playa sin tener su cabeza en la tarea eternamente inacabada. Un esfuerzo que, le aseguro, merecerá con mucho la pena.