lunes, 7 de febrero de 2011

El canguro de Dora

A mi madre no le hizo gracia que le trajera un canguro a casa. Me dijo que era la hora de la comida y no de jugar con un canguro. Estuvo un rato riñéndome, como siempre. Cuando se calmó un poco le pregunté si podía sentar al canguro conmigo a la mesa. ¿Qué canguro?, me preguntó. Éste, le dije señalándolo. Ella lo miró, luego me miró a mí y luego otra vez al canguro, que estaba igual de extrañado que yo.

Mi padre me dejó que me llevara el canguro a la consulta. Ni a mi padre ni al psicólogo les importa que el canguro me acompañe. Está solito, no estaría bien dejarlo en casa sin saber cuánto iba a tardar. Yo me hice pipí encima una mañana cuando llamé y llamé y volví a llamar a mamá y ella no venía. Lo pasé muy mal y no quiero que mi canguro lo pasé así de mal.

Cuando mi madre me cogió pintando la pared le eché la culpa a mi hermano, que es lo que hace mi amiga Carmen en estos casos. Yo no tengo hermano pero también me funciona porque mi madre se queda callada, deja de reñirme y se pone seria y entonces el canguro y yo nos miramos y él me guiña el ojo.

Mi padre trae una correa especial para canguros cuando viene a buscarme los fines de semana. En realidad no le hace falta porque es muy bueno y lo tengo enseñado a ir siempre a mi lado, sin cruzar la carretera ni darle puñetazos a los niños que me dicen doralatrepadora. Antes de tener a mi canguro me aburría mucho en el recreo. Ahora nos vamos saltando de un lado a otro y nos lo pasamos muy bien, incluso los niños se lo pasan muy bien viéndonos a los dos, y se ríen y no paran de reírse. La maestra le dice a mi madre que los niños se ríen mucho conmigo, pero que el canguro, el canguro, ya sabe, le repite, es mejor que lo deje en casa.

Al psicólogo también le hace gracia el canguro. Yo le cuento cómo lo encontré, tan triste porque estaba solo, y lo contento que está ahora. Me da un caramelo para mí y otro para él, pero me lo guardo y luego me lo como yo, porque a los canguros lo que le gusta es la yerba esa que trae mi papá.

Por la noche duerme debajo de mi cama, acurrucadito. Yo le dejo el osito de peluche para que no se sienta solo cuando se apague la luz.

Mi canguro y yo paseando por el parque

15 comentarios:

Unknown dijo...

y qué le has dicho? :)

Walden dijo...

jaja, que procure arroparlo, que necesita cariño.

Un beso.

Irreverens dijo...

¡jajajaja! Y yo, venga darle al F5 porque no se me cargaba la foto, ¡jajajaja!
XD

Ay... sí. ¿Qué decir? Que yo misma estaba convencida de que mis padres eran unos extraterrestres que algún día volverían a por mí.
De ahí que, a menudo, me subiera a la azotea a contemplar las estrellas...
:)

la cocina de frabisa dijo...

¿Un canguro? y no podía ser un gatito o un perrito :))))

un beso

Walden dijo...

Mis padres son unos extraterrestres. Mi hijo es un extraterrestre. Ese es el padre nuestro diario en la consulta.
En realidad Dora necesita uno o dos de esos extraterrestres.
Un beso, Irre.

Walden dijo...

Mi mejor amigo (fantástico) en la infancia era un elefante, tampoco yo caí en la cuenta de que hubiera sido más políticamente correcto un perrito o un lindo gatito.

Un beso, Fra.

MT dijo...

Hola Walden!Te he dejado esta mañana un comentario, pero veo que ha quedado en algún limbro informático...te decía que a mí me ha encantado Dora, su canguro y todo lo que éste tenga en su bolsa!Y me he acordado de un cuento de Gloria Fuertes que se llama "Cangura para todo", seguro que te gusta. Un beso!

Raúl dijo...

Estaba leyendo la entrada con miedo, temiéndome que acabara mal o algo así, pero ya veo que es bastante normal. Qué bueno lo del padre trayendo la hierba.

Tengo una duda respecto a los amigos imaginarios: ¿los niños que tienen amigos imaginarios realmente creen en ellos? Quiero decir, ¿Dora cree realmente que su canguro es tan real como... su padre? Yo por ejemplo siempre recurría a la fantasía para evadirme en la infancia. Y creo que he usado la fantasía toda la vida como mecanismo de defensa; es algo malo, lo sé, algo que tengo que superar. Pero que recuerde nunca llegué a creerme mis propias fantasías y juegos, siempre sabía distinguir claramente lo real de lo imaginario.

Sea como sea, leer esta entrada me ha tranquilizado un poco :)

Walden dijo...

No conocía el cuento de Gloria Fuertes. Gracias, Tere.
Un beso.

Walden dijo...

Hola Raúl. No, no se lo creen, juegan a que se lo creen, que es diferente, como seguramente te ocurriría a ti o a mí, con mi elefantito estupendo.

En este caso, los padres estaban preocupados precisamente porque les parecía que la niña no distinguía entre la fantasía y la realidad.

Un saludo.

Miguel dijo...

hola Walden...gracias por tu comentario...tienes un bloog interesante...lo segire....un saludo

Miguel dijo...

hola walden.gracias por tu comentario.tienes un bloog interesante lo segire...un saludo

Walden dijo...

Gracias Miguel. Un saludo.

Irreverens dijo...

Ah, pero es que yo tenía 4 padres, eh.
;)
Me refiero a que por un lado estaban mis padres de verdad, que lo son (y no son adoptivos, ni nada), y luego estaban mis padres extraterrestres, que eran los que yo imaginaba que en su día me dejaron en la Tierra pero que algún día regresarían a por mí.
Vamos, que a mis padres de verdad no creo que les hubiera hecho mucha gracia saber que yo los consideraba unos padres "de tránsito", ¡jajajaja!
:D

Es que no se lo he contado nunca...
:)

La chica de la farmacia dijo...

¡Qué bonita se la ve a Dora con su canguro! Se me antojó un canguro.

Sabes que amo estas historias que compartes. Me encanta la ternura de Dora y la complicidad que despierta.

Y me encantaría que vayamos al cine y me compres chuches para mi y también para mi canguro. ¿Me regalas un canguro? O bueno, también puede ser un elefante, pero avísote que come mucho más...