miércoles, 26 de octubre de 2011

Dame un beso



Si usted es demasiado joven igual no recuerda el show de Benny Hill. Benny Hill era como la versión gamberra de Mr Bean. Recuerdo un sketch en el que hacía de exhibicionista. Se quedaba esperando a la puerta de un colegio y en cuanto aparecían un par de jóvenes, se abría la gabardina con cara de satisfacción. En ese momento, las chicas sacaban un cartón con la nota, como en la gimnasia rítmica o así,  que casi siempre era suspenso. Luego seguían paseando tranquilamente como si tal cosa.

Conozco a una persona fuera de la consulta que tras cinco minutos de conversación ya está contándote todos los esfuerzos que tiene que hacer en su vida diaria de esposa-madre-abuela-trabajadora. Las trescientas primeras veces eres condescendiente, pero a partir del medio millar comienza a ser desesperante saber lo que te espera como se te ocurra preguntarle cualquier cosa, aunque sea: "¿Lloverá hoy?". Todo arrastrará indefectiblemente hacia: "...y tuve que dejarle preparadas dos tortillas a las niñas, de esas que hago con cebolla crujiente y que le gustan tanto a todo el mundo.."
Un día se me ocurrió preparar un cartón con un 3,5 muy grande para cuando empezara a contar sus batallitas, luego no fui capaz de enseñarlo (lo que me contó ese día era para un 1,5 pelado).

En la consulta tengo unas cartulinas recortadas con puntuación variada. Se los entrego al sufridor o sufridora de turno para que cuando su pareja comience la retahíla saque según convenga el cartón con la nota pertinente.

Si usted se fija, aunque las historias cambien de contenido, hay muchas personas que acuden recurrentemente a un estilo determinado de comunicación. Es su forma de relacionarse. Las conversaciones siempre giran en torno a un monotema cuya figura central es la el narrador, ya sea en formato de  héroe o de víctima.

Sacar al paciente de estas narrativas tan habitualmente patológicas no es fácil. Fundamentalmente por la gran cantidad de refuerzo intermitente que reciben y por la falta de conciencia respecto a la relación entre lo que dice, cómo lo dice y lo que sienten, porque como imaginará, no le voy a estar contando los sacrificios del fin de semana riéndome a mandíbula batiente.

Así pues, una parte de la terapia consiste en darse cuenta justo cuando está ocurriendo. Los cartelitos de los sufridores ayudan. En un momento posterior le doy diez cartulinas blancas al paciente y le pido que la próxima vez las traiga rellenas con peticiones concretas. La que tengo en mis manos ahora mismo y ha dado lugar a que escriba el presente post dice: "Dame un beso".








20 comentarios:

Celia dijo...

Creo que todos podríamos enseñar esas cartulinas y que nos las enseñaran.porque al fin y al cabo todos necesitamos.Desahogarnos no?

Me gustan mas las cartulinas en blanco. Que por cierto si te ha enseñado esa un paciente te habrás quedado sorprendido...

Anónimo dijo...

Yo, cuando hablo, presto atención a la cartulina en forma de lenguaje corporal que la persona o personas que me están escuchando me muestran. No obstante intento ser breve, aunque vaya en contra de mis deseos.

Marta

Irreverens dijo...

Creí que hablabas de mi tía materna, cuando has comentado lo de la mujer que te cuentas sus sufridas batallitas.
Es realmente descorazonador no poder llevar a estas personas a terrenos más alegres y agradables para todos los implicados en la conversación...

Y en el caso de mi tía, creo que ni siquiera entendería lo de la puntuación. Ejem.

Un besazo, Walden. Ya te echaba de menos.
:)

Anónimo dijo...

:) original lo de las cartulinas con nota, y más original lo de las cartulinas en blanco. Cuando la comunicación se hace difícil por los cauces convencionales, cualquier otro puede ayudar y pedir un beso con una cartulina, aunque es raro, es muy bonito...

Ana dijo...

te puedes creer que soy tan idiota que no lo he captado? es algo así como que el interlocutor saque una cartulina cuando el emisor se está rayando?
Y ummm lo del beso? te las enseñan a ti en vez de puntuarte?

Joe estoy lerda... porque no lo pillo,

Walden dijo...

Hola Celia.
Todos nos deshaogamos cuando lo necesitamos. En este caso me refiero a un tipo de personas que acuden a consulta sin ser conscientes de hasta que punto esa es su única fuente de satisfacción y al mismo tiempo de malestar.

La cartulina no era para mí. Me enseñó las que había preparado para su pareja, luego en realidad no se las mostró, sólo se limitó a pedirlo.

Un saludo.

Walden dijo...

Hola Marta. Según comentas, a ti no te pasará lo que le ocurre a la persona de la que hablo.

Un beso.

Walden dijo...

Irreee! ¿qué tal?
He estado de turismo gastronómico y ando un poco perdido, ahora me pondré al día con las visitas.

Llevas razón, es frustrante no poder hablar con ellas de otros temas más agradables. Por ejemplo, en este caso a ella le encanta -como a mí- la cocina, pero es difícil que me termine de pasar una receta sin que antes me haya contado todo lo que ha tenido que esforzarse durante el fin de semana, y así estoy seguro que no acabaré haciendo nunca su famosa tortilla de patatas con cebollas caramelizadas.

Un abrazo.

Walden dijo...

Qué tal Exter, estoy deseando seguir con tu historia, a ver por dónde va.

Sí, se trata de eso que dices, de cambiar la forma de comunicarse porque la relación se está deteriorando bastante. Normalmente las personas reaccionan con extrañeza, pero claro, ya que han venido lo intentan. El mero hecho de ser conscientes les hace actuar de otra manera.

Un beso.

Walden dijo...

Seguramente no lo habré explicado bien, Ana. No se trata de enseñar cartulinas a los que se rayen. Es simplemente una forma de cambiar las pautas de comunicación cuando se están deteriorando mucho y sólo realizable cuando vienen a una consulta a que alguien les diga qué podrían hacer.

Un saludo.

Ana dijo...

¡Qué maravilla si yo fuera capaz de enseñar cartulinas! ¡Qué descansada me quedaría!
Y también, cómo no, que los otros me puntuaran. Así sabría cuándo callarme a tiempo.

Celia dijo...

Veo que yo también estaba espesita...

Entiendo ahora el sentido real de las cartulinas y sabiendo la historia de la cartulina del beso.
Me da pena que te la enseñara a ti y no a quien quería que la besara.

Walden dijo...

jaja, sí, no estaría mal Ana, pero me temo que no todo el mundo se lo tomaría bien.

Un saludo.

Walden dijo...

Me parece Celia que el que ha estado espeso escribiéndolo he sido yo.
Un beso.

Lili dijo...

Sí, yo me relaciono bastante con alguien que tiene ese problema: su obsesión es hablar del trabajo, y por mucho que trate de cambiar de tema, él vuelve al suyo. Es desesperante, aburrido y me acaba contagiando su mal humor (porque todo lo que cuenta es, por supuesto, malo malísimo).
No creo que me atreva a usar las cartulinas, aunque es una idea fabulosa.
Un beso!

Walden dijo...

Sí, Lili, te entiendo perfectamente. A veces pienso, que la misma falta de consideración que tienen sirve de autorización a los demás para hacer lo mismo.
Hay otra técnica que utilizo mucho para personas que siempre se están quejando, sin hacer nada al respecto, la llamo "Y yo peor" y consiste en que cada vez que nos cuenta lo mal que le va nosotros le decimos que lo nuestro es mucho peor. Habitualmente sirve para que dejen de portarse así, aunque algún caso me he encontrado de estos resistentes, resistentes,..

un beso.

Anónimo dijo...

Hola Walden, si que me pasa, pero soy consciente de ello e intento controlarlo cuando el momento no es para ello, para desahogarse, sino para dialogar o charlar sobre lo que surja. En tu consulta es normal que ocurra ¿no?


Marta

Isabel dijo...

Qué difícil es comunicar,Walden...
Comunicar bien,es decir, ser emisores de manera concreta y sin rodeos,decir lo que queremos decir y a la vez,saber ser buenos receptores...
¡Hay tantas interrupciones,
distracciones,ruidos de por medio...!
Comunicar es todo un arte,sin duda...Pero qué pocos artistas hay,amigo.
Siempre es un placer pasar,pensar por aquí... :-) Gracias.

MT dijo...

Hola!Yo tenía una vecina que me preguntaba "Cómo estás?" y antes de que pudiera decirle "Pues ..."me decía ella: "Pues anda que a mí, que tengo un dolor de...". Desde entonces llamo a este síndrome, el síndrome "Juanita" en honor a ella. Y claro, puede extrapolarse a estado físico, exceso de trabajo y desgracias varias...Me ha gustado mucho lo de las cartulinas en blanco, tendríamos que tener en casa esas peticiones a mano siempre.Un beso!

Melània Figueras dijo...

Me ha encantado tu post Walden. Me ha gustado especialmente tu sentido del humor y la creatividad que utilizas para resolver un problema muy común, la comunicación desafortunada. Y debo reconocer que en nuestra consulta, este es también un tema muy común. Nos vemos pronto