miércoles, 5 de diciembre de 2012

30 años después



El PSOE acaba de realizar un homenaje a los 30 años de conseguir el histórico triunfo en las elecciones de 1982: 202 diputados, más de diez millones de votos, el doble que la segunda fuerza política, Alianza Popular.

Recuerdo claramente la ilusión que despertó esta victoria. Su líder, Felipe González era un joven de 40 años, carismático, europeísta y moderado, encumbrado en  Suresnes, en el último Congreso del PSOE en el exilio,  bajo la tutela de Helmut Schmidt.

Desde 1936 no había un gobierno de izquierda en nuestro país, las expectativas eran enormes. 

 El lema con el que habían ganado las elecciones, "Por el cambio", reflejaba bien a las claras la necesidad de la sociedad española de avanzar hacia nuevos derechos y conquistas sociales. En su programa electoral llamaban poderosamente la atención dos puntos: la creación de 800.000 puestos de trabajo y sacar a España de la OTAN.

En el discurso de investidura, Felipe González manifiesta su intención de meter a España en la CEE y, más vagamente, a pesar de la promesa electoral contrario a la permanencia en la organización militar, expuso  lo siguiente:

"...Examinaremos también con toda atención los términos de nuestra relación defensiva y de cooperación con los Estados Unidos de América y estudiaremos, con el rigor necesario para la defensa de nuestro interés y de nuestra dignidad, la decisión adoptada por el anterior Gobierno español en relación con el Tratado del Atlántico Norte, manteniendo nuestros compromisos con el pueblo español

Los socialistas emprendieron una serie de reformas en todos los ámbitos. Se encontraron un país sin hacer en buena parte de los derechos esenciales. Según Alfonso Guerra, vicepresidente, iban a modernizar a  España hasta el punto de que no la iba a reconocer "ni la madre que la parió".

Ese proceso de modernización se basó en tres ejes fundamentalmente:

  1. Ingreso en la CEE
  2. Liberalización de la economía
  3. Cambio en los actores que regulan la economía

El ingreso en la CEE implicaba aceptar un rol determinado en la división asignada a los distintos países, asumiendo como base económica, en el caso español,  la expansión del turismo y del sector servicios y el recorte industrial y agrícola, que suponía una amenaza para algunos de los países integrados en la Unión Europea. Comienza entonces un proceso de modernización que, en sustancia, implicaba la la liberalización de los mercados, la privatización de las  empresas y bancos y flexibilización del mercado laboral. Flexibilizar, antes y ahora, es un eufemismo para describir el abaratamiento de la mano de obra y del despido.

Pasamos de tener unos agentes reguladores estatales a otro basado en los préstamos, las multinacionales y los funcionarios de la CEE, o expresado en términos más simples: una cesión de soberanía sobre los ejes claves de nuestra economía.

El rol que se asigna al Estado se diferencia poco del de nuestros días: intervenir en las pérdidas privadas para socializarlas, subvencionando al capital privado bajo la proclama de la creación de puestos de trabajo o la amenaza de perderlos. Si quiere detenerse en las primeras lecciones democráticas al respecto puede documentarse en todo el proceso de expropiación, saneamiento y venta del holding de RUMASA.

También, si tiene interés, puede leer un análisis de los procesos de privatización en el siguiente enlace (1).

Como consecuencia del proceso anterior, aumentan considerablemente los trabajos inestables y mal pagados para los jóvenes. Los empresarios contratan a trabajadores cualificados para empleos por debajo de su capacidad. Son los camareros mejor preparados de la unión europea (poca diferencia con  la actualidad).

Lo llamativo es que este proceso de debilitamiento de la fuerza del trabajo, estas medidas neoliberales, las tomara un gobierno con la legitimidad y fuerza que le habían dado las sucesivas mayorías absolutas. Lo esperable es que si gobierna un partido que se autoproclama SOCIALISTA, es que sus medidas acerquen a un modelo de sociedad más igualitario, y no que modernice al país hacía posiciones neoliberales.

En marzo de 1986 el gobierno convoca por fin el referéndum de la OTAN.

El texto y la pregunta original son un modelo a analizar:


El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
  • 1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
  • 2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
  • 3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?

Buena parte de los votantes de izquierda se sintieron engañados. Significados pacifistas habían organizado un comité Anti-OTAN en el que se integraron prácticamente todas las fuerzas progresistas a excepción, claro, del PSOE. Se sumaron muchos activistas individuales. La lucha contra la OTAN se convirtió en la lucha contra la falta real de cambio, contra el giro en el discurso y en los hechos de los socialistas. La fuerza de las manifestaciones obligó al gobierno a convocar un referéndum. Permitía al pueblo elegir, pero ahora se manifestaba a favor de la permanencia. Tampoco veo mucha diferencia entre aquel pasado y el actual. Tanto entonces como ahora, el PSOE ejercía de partido de centro derecha en el poder, cuando no claramente neoliberal, y presentaba un discurso más de izquierda cuando se encontraba en la oposición, obviando entre una situación y otra el papel de tuya-mía-y-que-no-cambie-nada que desde la instauración de la democracia juega con la derecha.

Viví en primera persona todo lo que cuento y también lo que supuso la derrota como factor clave en la desmovilización posterior.

De los 800.000 puestos prometidos tampoco supimos más. La desmantelación o reconversión, si prefiere eufemismos, industrial supuso que más de 100.000 trabajadores fueran al paro o a la jubilación anticipada.

Apoyado por CC.OO. y ELA-STV, las huelgas y enfrentamientos con la policía son muy duros, pero UGT se mantiene firme junto al partido, sin secundarlas y firmando acuerdos con el PSOE y la patronal para llevar adelante un Acuerdo Nacional de Empleo que esconde detrás todo el proceso de reconversión posterior, que le cuesta al estado entre uno y dos billones de pesetas y mandar al desempleo a miles de personas.

En la segunda legislatura con mayoría absoluta, el  desempleo seguía empeñado en convertirse en estructural. Un millón y medio de desempleados jóvenes exigía una respuesta urgente. El gobierno concreta estas medidas en un Consejo de Ministros en octubre de  1988 a través de un Plan de Empleo Juvenil.

El Plan incluía un nuevo contrato para jóvenes entre 16 y 25 años que no hubieran trabajado más de tres meses en toda su vida, algunas de cuyas condiciones eran que recibiría el equivalente al salario mínimo interprofesional (que equivalía a lo que ahora serían 264 euros), la bonificación del 100% de las cuotas de contingencias comunes de la Seguridad Social para las empresas y una duración mínima entre 6 meses y máxima de 18.

Ello suponía que los mayores de 25 años serían expulsados del mercado laboral, dadas las ventajas que suponía este contrato para los empresarios.

Los dos sindicatos mayoritarios se unen en la convocatoria de una Huelga General para el 14 de diciembre de ese mismo año que fue un éxito rotundo que obligó al gobierno a dar marcha atrás en el Plan y poco después a subir  las pensiones mínimas al SMI y a incrementar el paupérrimo sueldo de los funcionarios.

No voy a entrar, por no extenderme más, en el resto de medidas que fueron tomando con el paso del tiempo, muchas de ellas indistinguibles de las que podría y de hecho tomó, el Partido Popular, como el recorte de las prestaciones por desempleo o la potenciación del trabajo temporal, ni tampoco en lo que supuso la extensión de la cultura del "pelotazo" o del "enchufismo" , el desmantelamiento del tono reivindicativo de las asociaciones de vecinos,... Todas ellas claramente, al menos para mí, dibujan el verdadero cariz del partido con la anuencia, pocas veces crítica salvo en las derrotas electorales, de sus afiliados.

Jóvenes del partido han sacado recientemente un vídeo pidiendo perdón por las cosas que hicieron en la legislatura anterior, pronto fueron corregidos por una dirigente, pidiendo que en lugar de centrarse en los errores se centraran en los logros. Una parte importante del partido mira con nostalgia el felipismo, como si aquella etapa hubiera representado lo que verdaderamente el socialismo representaba en cuanto a valores. A lo mejor deberían extender la mirada crítica, plantearse qué tipo de sociedad quieren y si ese modelo ha sido alguna vez encarnado por la dirección del partido y sus medidas. Parece poco edificante la evolución que han seguido buena parte de los ex-ministros,  incluyendo al propio Felipe González, que sigue cobrando su sueldo público de 80.000 € mientras, al mismo tiempo, recibe otro de  Gas Natural.

Nos hace falta el PSOE, pero hace falta que sea una organización que tome partido, que no juegue permanentemente al electoralismo como única estrategia, que se arriesgue a estar junto a los que lo necesitan. Que no haga un populismo de izquierdas mientras está en la oposición y ejerza de todo lo contrario en cuanto llegue al poder.
Será difícil sin una adecuada revisión de su historia reciente.

Como he citado en otras muchas otras ocasiones, en medio de la euforia del poder, el gobierno de Felipe González quiso certificar internacionalmente el cambio de sociedad que había proclamado  Alfonso Guerra, contratando para ello a uno de los más prestigiosos sociólogos, James Petras. Cuando acabó su trabajo y se lo presentó al CSIC para que fuera publicado, decidieron no publicarlo.

Les dejo una cita de Julio Anguita en el prólogo a la edición que rescató la revista "Ajoblanco":

"Petras muestra con pelos y señales hasta qué punto la política económica llevada a cabo por el PSOE en los años en que ha estado en el gobierno favoreció a los prestamistas extranjeros, a los directores de bancos y al capital multinacional  extranjero.

En esos años, el 'europeismo' banal y propagandístico ha convertido España en una avanzadilla de las políticas neoliberales.

Se ha favorecido el aumento del desempleo. Se ha incrementado la inestabilidad laboral y la precariedad. Se han creado los contratos basura y se ha favorecido los trabajos inestables y mal pagados para la gente joven hasta límites impensables hace quince años"










2 comentarios:

Ana dijo...

Yo me recuerdo muy joven, recién casada, yendo a votar con mi marido contra la OTAN y contra todo lo que el PSOE ya se veía que iba a hacer. Siempre he estado en el bando del Coyote, siempre con los perdedores. ¡Qué pena!
Aquí dejo el enlace de lo que le costó "Cuervo ingenuo" a Krahe:
http://www.youtube.com/watch?v=m1WKvYN9GGo

Un abrazo.

Walden dijo...

Hasta en eso coincidimos, Ana, yo también he estado siempre en ese bando. Espero que alguna vez seamos tantos perdedores conscientes que al fin podamos cambiar realmente las cosas.
Un beso.