miércoles, 9 de enero de 2013

La estrategia del boxeador


Sólo he tratado a un boxeador en mi vida, o sea, la mitad que a fontaneros, que es otra profesión esquiva a los divanes. Aquel chico tenía una serie de problemas con su pareja, pero curiosamente era capaz de aplicar distintas estrategias asombrosas para resolver sus combates cuerpo a cuerpo. En el debate verbal, no obstante, solía  bloquearse y bajar los brazos.

Un día llegó con la cara bastante magullada. 

- ¿Qué? - me preguntó con intención de sacarme del ensimismamiento que me había producido aquel rostro contusionado.
- Ah, nada - me excusé. Luego dije sin gracia alguna- Imagino que no hará falta preguntarte cómo has quedado.
- Gané - dijo él  tranquilamente.

Ganó. Debió ser terrible, imaginé.

- Una curiosidad, ¿cómo fue el combate?
- Me tumbó tres veces. Yo sólo una, pero fue KO.
- ¡Tres veces! Y cuando te están dando esos golpes que acaban contigo en  la lona, ¿no te pasa por la cabeza la idea de tirar la toalla?

Se quedó pensando, como si le hubiera preguntado por una posibilidad  ajena, extraña.

- No, no,.. me tomo un respiro para pensar en qué me he equivocado, qué he hecho mal. Entonces lo visualizo. Se mueve más que yo, me lanzó un gancho después de... y así...
- Pero te ocurrió tres veces, ¿siempre hiciste lo mismo?
- Sí. La última vez casi no puedo levantarme, pero tenía tan claro que ya sabía cómo vencerle que cogí un último soplo de aliento y me lancé a por él.

Cuando discute con su pareja no es capaz de centrarse tanto en la acción, en los errores que se perciben, en cómo corregirlos,.. en lugar de eso se deja llevar por las emociones, por los reproches, por la carga de saber que están volviendo a discutir otra vez sobre lo mismo, como en una especie de asaltos interminables que se repiten una y otra vez.

Los combates de boxeo tienen unas reglas explícitas, los combates de las relaciones personales, no. Ahí cada uno lleva las suyas propias y pretende convertirlas en las oficiales y además de forma tácita, lo que enturbia aún más el proceso.

Cuando está en plena crisis, tumbado y dolorido sobre la lona, aquel boxeador buscaba las causas y las soluciones. En el otro combate, el desánimo lo abate en el primer repetido asalto.

Sabe interpretar los saltitos, los amagos, la mirada,.. de su rival en el cuadrilátero, pero en casa, en medio de esas cuatro paredes que pintaron de un ilusionante rosa pálido, los gestos, las voces, los silencios,.. son un lenguaje enigmático, teñido con  las propias tristes interpretaciones. Y entonces, el recuerdo de cada encuentro va pesando en el ánimo, los conflictos se evitan o se estira su evitación hasta lo insostenible. Ni hay reglas, ni se aborda la probabilidad de instaurarlas para poder manejar mejor la situación. 

Yo practicaba cierta arte marcial. Después de algunos años me propusieron inscribirme en unos combates de una especie de mezcla de kárate y boxeo que llamaron Full-Contact. Antes de ponerme a practicar quise ver un vídeo. No lograba entender las reglas. Los combates eran terribles, a pesar de las protecciones. "No puedes pensar en el kárate, estas son otras reglas,.. casi como si no hubiera reglas, aquí lo que priva es el espectáculo", me dijo mi maestro. 

Yo necesitaba reglas. Lo aprendí, como casi todo, en el cine. Los buenos tenían unas reglas, una ética holliwoodiana, que aplicaba a rajatabla para evitar conflictos internos. Cuando me peleaba con algún niño y lo tumbaba se me acababa el guión. En ese punto le preguntaba: ¿Te rindes? A lo que el chico, con la cara aplastada contra el suelo, respondía indefectiblemente: "Sí". Ahí debería acabar todo. The End y música de orquesta. Pero él, todos, se levantaba y en cuanto me daba la vuelta para mirar a cámara, llegaba por detrás y me arreaba un mamporro para, acto seguido, salir corriendo. Pero yo crecí con Bogart y ni siquiera Allen me reconcilió con la realidad. El boxeador, aquel único boxeador que pasó por la consulta, también aprendió a manejarse así. Por su edad podría haber aprendido de Shin Chan, pero se ve que el boxeo es muy estricto en la disciplina.

"Te lo vas a pasar estupendamente en los combates", continuó mi maestro 5º Dan. Dejé el kárate y me pasé al ajedrez.

                                                                  Te quiero revoltosa


9 comentarios:

Ana dijo...

Sería fantástico tener normas y reglas claras para aplicar en nuestros "cuerpo a cuerpo" emocionales. Tener la serenidad del análisis rápido, de las rectificaciones oportunas... ¡Qué fácil sería vivir!
Un abrazo.

Ella dijo...

es raro (y bastante tonto) como podemos seguir por la vida dándonos de trompadas con la realidad, cuando sabemos perfectamente en que nos estamos equivocando, pero aun así seguimos haciendo las cosas mal. Y así vamos dando de tumbos por la vida... yo creo que la única regla que debemos tener en mente es seguir en pie, no desistir... sin saber como hacerlo tal vez, pero jamas abandonar.

Walden dijo...

Hola Ana, la clave consiste en ser capaces de establecer las reglas que las personas, las parejas,.. consideren adecuadas para manejar los conflictos que surjan. No son normas o reglas generales, son las que decidan en cada caso, y eso facilita no tanto no alterarse, sino saber cómo manejar esas alteraciones normales en toda relación de forma que no se conviertan en un obstáculo para la misma.
Un abrazo.

Walden dijo...

Sí, es buena esa idea, e imprescindible, pero a partir de ahí se puede gestionar bien todo lo que tenga que ver con los aspectos funcionales de las relaciones e incluso de nuestros comportamientos. El problema (o la suerte para nosotros, los psicólogos que nos dedicamos a esto) es que a veces, nos centramos demasiado en controlar nuestras emociones y poco los contextos, los comportamientos, etc.

Un saludo.

Maria dijo...

Pelear con reglas. En la selva en la que trabajo el pelear con reglas te debilita; porque te hace previsible. Y, muchas veces, tu fuerza consiste en que no sepan por dónde vas a salir. Pero yo soy más tipo karate que tipo full contact. Así que, tratando de sobrevivir en mi hábitat pero sin traicionarme a mí misma, he llegado a un punto en el cual peleo sin leyes; pero eso sí, siempre en el marco de unos principios fundamentales que, gracias a Dios, no he perdido.

Me gusta la estrategia de tu boxeador, la que emplea en el combate, quiero decir. Nada mejor que analizar nuestros errores (eso sí, dejando la autoindulgencia a un lado) para no volver a repetirlos.

Besos





Walden dijo...

No envidio nada tu lugar de trabajo en ese sentido. Uno termina adaptándose pero desgasta bastante.

Un beso, María.

Irreverens dijo...

Me pillas bailando al son del Revoltosa. Ahora vuelvo.
:)

Irreverens dijo...

¿De qué hablábamos? Ah, sí, del boxeador y las reglas de juego...
Pues sí, a mí me parece que en todos los ámbitos establecemos normas con las personas con las que tratamos. Por lo general, de una manera tácita; en ocasiones, redactando unas normas de conducta comunes.
En el caso de la pareja, mucha gente no se lo plantea, pero también es necesario hablar de cómo queremos manejarnos en el día a día. Aquí la dificultad radica en que la mayoría de nosotros ni siquiera somos conscientes de nuestros puntos flacos (y fuertes); habría que hablar con la pareja desde la humildad y la buena voluntad de llegar a acuerdos de convivencia válidos para los dos.

En cualquier caso, lo que está claro es si pensamos en la vida de pareja como en un cuadrilátero, tenemos todas las de perder.

Bueno, como he escrito este comentario "a chorro", no estoy muy segura de que se entienda bien. Ni siquiera estoy segura de cuál ha sido mi hilo de pensamiento.

¡Te quiero revoltosa, oh, oh! ¡Te quiero revoltosa...!
:D

Un besote, Walden.

Melània dijo...

Los conflictos de pareja son apasionantes (desde fuera y desde dentro) pero no nos imaginamos querer a alguien sin que las emociones nos dominen. Los celos, la angustia, la ira... pertenencen al terreno de la pareja. Es aquel espacio donde dejarte llevar y ser tú mismo. Sin embargo, las parejas que se sienten más satisfechas de su relación son aquellas que gestionan mejor sus conflictos, satisfechos de encontrar soluciones tras cada pelea. Así, que, como curiosidad, las mejores parejas... son las que mejor pelean!!!!