miércoles, 20 de noviembre de 2013

El crecimiento personal del pez koi


Mientras miraba los pececitos que hacían cola inútilmente en el estanque del Alcázar esperando la ración de migas habitual, una amiga se me acercó para aclararme que se trataba de carpas, más concretamente, de carpas japonesas, conocidas como koi.  Según me contó,  este pez se adapta al contexto en el que se le ubica, pudiendo cambiar considerablemente su tamaño en función de si la castigamos con  una vida contemplativa en la pecera del salón o de si no queremos fastidiar nuestro karma y la soltamos en el lago Titicaca. Su longitud puede variar, pues, desde varios centímetros en el cuenquecito de cristal,  hasta cerca de un metro contoneándose por las aguas peru-bolivianas.

No por novedoso, me resultó menos interesante este hallazgo metafórico: el contexto determina en gran medida nuestro crecimiento personal.

Mi amiga tuvo a bien enviarme por correo la referencia del libro  "Aplícate el cuento",  de Jaume Soler y M. Mercé Conangla, en el que hacen referencia a  la parábola del  "Entorno Óptimo": el tamaño del pez se relaciona directamente con el tamaño del recipiente en el que va a crecer. Por analogía, igualmente las personas necesitamos un espacio para crecer. Ya luego añaden que ese crecimiento depende no sólo  del espacio real, sino también de las oportunidades mentales, emocionales, espirituales,.. que decidamos darnos.

Aquel día contuve las ganas de darle un abrazo de agradecimiento a mi amiga y las de irme a un rincón a meditar sobre el asunto, pero esa noche me puse a pensar en la curiosa capacidad de los koi. Me acordé de  Zelig, el personaje de una película del mismo título de Woody Allen.


Zelig es un sujeto conocido en sociedad por sus capacidades camaleónicas. Como la carpa japonesa, se adapta perfectamente al contexto en el que se mueve, pudiendo mutar en rabino, con su kipá, su talit y sus barbas y largos mechones de pelo adornándole la cara, o bien en negro tocando en una banda de jazz de negros. Sin embargo, a diferencia de Zelig, los koi no se transforman para ser aceptados, pueden convivir con otras especies sin problema -salvo que sean más pequeñas, que entonces se las comen directamente-, ellos simplemente aprovechan las circunstancias para desarrollarse, para crecer.

Posiblemente, Zelig no sea un posmoderno, es más, seguro que se aleja bastante  del contexto actual; no creo que el miedo al rechazo sea ahora el eje de nuestro comportamiento, aunque pueda seguir presente entre muchos de nosotros. El  presente  se ve mejor reflejado en estos ciprínidos sociales, en ese afán por el crecimiento personal que tanto bien les está haciendo a los autores de libros de autoayuda, a los coach, a los monitores de reiki y similares. Es un mercado derivado de ese otro mercado, el de la insatisfacción permanente, tan necesario para que sigamos siendo consumidores compulsivos y que consigue que asimilemos que el bienestar tiene que estar en algo que aún no poseemos o en eliminar todo atisbo de malestar.

Hace poco le pedí a un paciente con un amplio currículo en la búsqueda del crecimiento personal, que escribiera para la próxima cita qué creía que le faltaba para completar ese "crecimiento": nada de lo que trajo tenía que ver con lo que estaba haciendo.

Es como si el proyecto de vida pudiera resumirse en la palabra: "Yo", y claro, esa una tarea propia de Sísifo, interminable y frustrante.

Habríamos avanzado poco como sociedad si todos hubiéramos elegido el onanismo como estrategia de superación. El crecimiento personal, como meta absoluta, nos deja bastante indefensos como grupo. Las personas que nos movemos en entornos sociales de compromiso vemos con claridad que es ahí, en ese compartir, en el que verdaderamente se produce el enriquecimiento mutuo, el que nos permite encontrar trascendencia a nuestras vidas. Es cuando encontramos al "otro", cuando verdaderamente acabamos hallándonos a nosotros mismos.

La próxima vez intente apuntarse a un taller de crecimiento colectivo, son gratuitos  y están disponibles en todos los barrios y ciudades. Luego me cuenta la experiencia.






10 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno! cuánto tiempo! me alegro de verte por aquí, se te echaba de menos.
Pues sobre lo que escribes decirte que... bueno, como seres sociales que somos, es obvio que trabajando en comunidad y dejando de mirarnos el ombligo, nuestra salud mental mejora tela marinera.
Pero entiendo esa búsqueda de crecimiento personal. Es otra manera más de creerte que estás acabando con la sensación de insatisfacción, como el que se vuelve adicto a alguna cosa para llenar un vacío.
Pero bueno, creo que dentro de lo razonable es sano tener esa inquietud, intentar averiguar algunas cosas sobre ti mismo y tus miserias y poner algunos remedios.
El caso es que, te confieso que no me había parado a pensar en que, como siguiente paso, el trabajo colectivo pudiera ser tan bueno para el individuo, aparte de para la comunidad.

Anónimo dijo...

Releo el comentario y te he dicho primero que algo es obvio, para luego decirte que no me había parado a pensarlo. Es obvio si te paras a pensarlo quería decir. Bueno, yo me entiendo :D

Ana dijo...

Necesito que alguien me suelte en el Titicaca YA.
Gracias por volver.
Un abrazo.

Walden dijo...

Hola Rune!
Estoy de acuerdo con lo que dices. El problema no es intentar realizarse, mejorar,.. sino convertirlo en el eje central de nuestra vida, en convertirlo en una especie de religión.

Me alegra mucho verte (aunque sea virtualmente), llevo un tiempo muy ajetreado, entre otras cosas, precisamente, con las tareas comunitarias.

Un abrazo.

Walden dijo...

¿Qué tal Ana?

Jajajaja, sí, no estaría mal que nos sacaran de estas cajitas y nos liberaran en el Titicaca.

Te voy a comentar una cosa tanto por aquí como en tu blog, por si no vuelves a pasar por este.

Una amiga me dio los otros días las gracias por tener enlazado tu blog. Le encanta, se ve muy identificada con tus historias. Le pasa algo parecido a mí.

Un beso.

Ana dijo...

Gracias, Walden, es un orgullo tener un lector como tú y si alguien más lo lee a través de ti ¡pues estupendo!
En respuesta a un comentario tuyo en una de mis entradas te enlacé el otro blog que tengo activo (es de morondanga, como dirían los personajes de Mafalda, comparado con el tuyo). Por si no lo viste es: lofesindeyer.blogspot.com
Por cierto: siempre pasaré por tu blog.
Un abrazo.

Rita dijo...

¡Cuánto tiempo! ¡Qué bueno leerte como siempre!
Esta vez estoy de acuerdo, pero no estoy de acuerdo. Básicamente porque a mí lo que me ha ayudado a relacionarme mejor con mi entorno, ha sido mi propio autoconocimiento y crecimiento personal. Supongo que el éxito está en la justa balanza entre una cosa y otra.

Ya te he puesto en el otro blog una nominación. Este por supuesto también está nominado porque merece la pena ser leído.

Muchos besos!

Walden dijo...

Gracias por la nominación, Rita.
Entiendo lo que dices, porque además estoy de acuerdo. Muchas veces el descubrimiento de por qué te comportas de una manera determinada ayuda a liberarte. De hecho, en la consulta nos dedicamos a eso. Pero hay otro perfil de personas que no se contentan con trasladar ese conocimiento a su vida, sino que convierten la búsqueda en un fin, como si les faltara algo, como si estuvieran incompletos.
Encuentro casos en los que la falta de aceptación de los padres o un elevado nivel de exigencias provoca ese trasiego interminable.

Un beso.

Alís dijo...

Siempre pensé que los libros de autoayuda se llaman así porque ayudan a su autor. No he sido capaz de leer ninguno, aunque tampoco lo intenté mucho.
Me resentí un poco cuando metes en el mismo grupo a los coach (el próximo año haré un curso de coaching ontológico).
Sin duda el crecimiento debe empezar por uno mismo, no podemos amar a los demás si no nos queremos, pero coincido contigo que es en la relación con los demás en donde se produce un mayor crecimiento. Amarnos sí, pero solos no vamos a ningún lado.
(Lo tendré en cuenta cuando ejerza).

Un beso grande

PD. Casi te pierdo. No sé por qué la actualización de tu blog se coló entre los de fechas anteriores. Estaré atenta.

Walden dijo...

Hola Alis. Sería injusto generalizar, hay libros de autoayuda que están validados, con programas muy estudiados. Lo que me observo es que, en línea con el pensamiento dominante, existe una cada vez más abundante oferta tipo guisátelo tú solo, que a veces logra empeorar la sintomatología inicial o bien, produce un sentimiento de incapacidad y frustración.

Un beso.