martes, 29 de julio de 2008

CARIÑO EXTREMO

Llamo "cariño extremo" a una técnica que suelo utilizar en determinados casos con niños pegajosos. El porcentaje de éxito es de 25 a 0. Esta semana pasada la he utilizado un par de veces.
En uno de los casos, una madre se muestra desesperada ante la conducta de su hijo de corta edad. No entiende por qué tal cambio de actitud ante ella, cuando con los demás parece un santo, pasea en su carrito sin bajarse y puede permanecer en los grandes almacenes sin tirar la pila de champú de oferta por el suelo.
Antes de acudir al psicólogo todo el mundo intenta algo. Y normalmente han repetido una y otra vez ese algo. Es lo que Watzlawick llama, "cambio 1". A nosotros nos toca proporcionar un "cambio 2". O sea, que si me dicen que le han pegado un cachete, yo no les digo que prueben con una correa.
Para poder aceptar y poner en práctica lo que les proponemos los padres -como cualquier otro paciente- necesitan una historia coherente y creíble en la que insertar la nueva estrategia. O bien, creer a pies juntillas en la persona que se las está proponiendo. Como esta madre, hay muchos padres que no entienden cómo a pesar de gritarle y pegarle, el niño se muestra más dependiente cada vez.
Los niños necesitan seguridad. Cariño y seguridad. Cuando ante sus conductas de exploración o de "trastos", se les grita o se llega a pegarles, de alguna manera interpretan que esa persona (su referencia, no lo olvidemos) podría dejar de quererles, abandonarles, etc., con lo cual durante bastante tiempo se mostrarán más inseguros y responderán a estas conductas con otras de acercamiento tipo "se agarra a las piernas y no quiere soltarme".
Esta nueva visión del comportamiento del niño facilita diferentes estrategias para manejarlo.
En este caso, raciones variadas de "cariño extremo".

No hay comentarios: