martes, 15 de junio de 2010

Deme una caja de preservativos de la talla más pequeña



Hace poco les pedí a los miembros de un grupo de fobia social que pusieran en práctica algunos ejercicios de ataque a la vergüenza. Por distintas razones, todos ellos tienen un gran temor a determinadas situaciones. Para protegerse de lo que piensan que les puede ocurrir en tales circunstancias, intentan tomar medidas que, en realidad, nunca les proporcionan garantías suficientes de que no vaya a ocurrir algo que haga que les tiemblen las piernas.

El ataque a la vergüenza es una técnica muy conocida en la Terapia Racional Emotiva de Ellis. Desde su institución se entrega un premio anual al terapeuta que haya sido capaz de utilizar de forma más creativa esta técnica. Hace unos años ganó la siguiente:

El paciente entra en la farmacia llena y pide condones. Cuando se los trae dice: “No, quiero la talla más pequeña que tenga, por favor”.

Personalmente, he escuchado al hace poco fallecido, Dr. Ellis contar algunas de sus favoritas. Me llamó la atención una que consistía en pasear un plátano atado a una correa, como si fuera un perrito. Ya lo conté en otro post. Muchos de los ejemplos que pone son difícilmente aplicables en una sociedad como la nuestra, en las que tenemos un exagerado temor al ridículo. De forma que no queda otra solución que adaptarlas.

A veces, por fortuna, ni siquiera tienes que buscar algo para trabajar la vergüenza, sino que directamente te viene impuesto. Por ejemplo, he podido comprobar que la unión que forman mi cara y las gafas tienen un alto poder de atracción para todas las actividades de animación de barcos, ferias y hoteles. Si estoy de pie, con el vaso en la mano, escuchando al animador anunciar lo que van a hacer y que necesitan a alguien del público, que nunca levanta la mano, tengo la certeza de que oiré: “A ver, ese señor, el de las gafas” A partir de ese momento ya sé que me someterán a distintas situaciones para que o bien pierda la vergüenza de una vez o bien me traumatice de por vida. Seguramente será un poco chocante verme, porque, por un lado, no tengo nada entrenada la sonrisa social y, por otro, el tipo de bromas que se utilizan en estos sitios me hace muy poca gracia. Pero,… ¡son oportunidades que no podemos desaprovechar!

En cada momento, paseando por la calle o escribiendo un pozt, tienes la oportunidad de meter la pata voluntariamente, sin tomar medidas y comprobar que no eres lapidado. O bien, puedes permanecer atado a la vergüenza, encadenado al miedo al ridículo.

Unido a esta técnica, tenemos otra que llamamos re-encuadre, que básicamente consiste en darle una interpretación diferente a un hecho determinado, como cuando a Edison le preguntaron si no se sentía frustrado por tener que haber realizado miles de intentos antes de conseguir inventar la bombilla y él contestó que nunca los había vivido como un fracaso, sino que en cada ensayo fallido aprendía cómo no debía seguir. Por ejemplo, cuando veo a un inglés en la playa con sus chanclas y los calcetines blancos de rayas, nunca pienso, vaya ridículo, sino este señor seguro que no se resfría nunca.

17 comentarios:

Alís dijo...

Soy tímida y muuuy pudorosa, por lo que la vergüenza me ha acompañado siempre. Aunque también siempre he hecho esfuerzos para que no me paralice. En el instituto un profesor me decía "Gómez, roja te pones, pero callar no te callas" cada vez que rebatía alguno de sus argumentos. Así sigue sucediendo. Me pongo roja, pero sigo adelante. Aunque admito que hay cuestiones que me superan.
Dices de mis entradas, pero con las tuyas estaría horas conversando. Me parecen muy interesantes. Pero me callaré para no alargarme mucho.
Un beso para ese señor de las gafas

Irreverens dijo...

En mi caso he comprobado que, cuanto menos poder traslado a los demás (y sus opiniones), menos vergüenza siento.
:)

Y cuando, a pesar de todo, me puede la vergüenza, intento que los demás sepan cómo me siento.
Eso también me ayuda a llevarlo mejor.

Un beso.
PS: ¿En qué otra entrada hablaste del plátano con correa? Es que siento curiosidad...
:)

mariyesus dijo...

yo al sentido del rídiculo no he tenido el placer de conocerlo, a dios gracias porque pa mi trabajo es el peor compañero de viaje!!!!

la idea de llevar un plátano atado a una correa me encanta!!!!quiero leer ese post.

Mar Varela dijo...

Soy bastante extrovertida pero tengo un gran sentido del ridículo pero acabo de pasar por una experiencia que me ha abierto los ojos y me ha enseñado a que no pasa nada si eres tu misma... hablo de la grabación de mi programa en canal cocina... nada más empezar temblaba que no podía ni cortar la cebolla y poco a poco fuí cogiendo confianza que al final de dos dias de grabación no quería terminar con la experiencia, ahora me siento capaz de ponerme delante de cualquier cámara....
Un besote

Raúl dijo...

Yo siempre fui tímido, pero soy el típico que aparenta lo contrario al ojo poco atento. Me he dado cuenta al leer esta entrada que a mi modo he hecho ejercicios de este tipo por mi cuenta para quitarme esas sensaciones. Está muy bien el refrán robado a Góngora a nuestro modo: 'Ande yo caliente y ríase la gente.'

Walden dijo...

Hola Alis. Yo también soy tímido y pudoroso, quizá no muuuuy pudoroso. A mí me decían: "Gómez, despierte".
Los tímidos siempre tenemos algo entre la cámara y la cara. Fíjate, yo tengo una piruleta y en la anterior foto tenía la mano sobre la barbilla (porque no queda bien taparse la cara del todo). En fin, son interpretaciones psicomarujiles de las que utilizo en las conversaciones con ron.
Otro beso para ti, Alis.

Walden dijo...

Irre. Los otros días estuve durante media hora leyendo y escribiendo en una de tus entradas (la anterior). Al final desistí porque aquellos se estaba poniendo imposible, pero me encanta el poder de convocatoria febril que causaste.
Lo que comentas es lo decimos mucho a los fóbicos sociales, que parece que le han dado todo el poder al respetable y tienen que darle un 10 para poder sentirse a gusto. Lo pasan fatal.
Se ve que dominas la materia.
He estado buscando lo del plátano y no encuentro la entrada (era una que hablaba sobre Albert Ellis y tenía una foto de él). En cualquier caso, hacía una mención similar a la de ahora, sólo que (creo recordar) comentaba alguna anécdota del susodicho terapeuta.
Un beso.

Walden dijo...

jajaja, Sí, creo que llevas razón, Mª Jesús. Es una suerte en muchos sentidos.
En cuanto localice el post lo pongo aquí.

Un beso y que disfrutes de las vacaciones que se avecinan.

Walden dijo...

Hola Mar. ¡Qué bueno! Eso sí que tiene que ser una experiencia afronta vergüenza. Estoy deseando verte cocinar.
Un beso.

Walden dijo...

Eso que comentas le pasa a buena parte de los tímidos. Creemos que es más evidente de lo que realmente es. Si encima actúas para que no se note, seguramente funcionará en el sentido que comentas.
Gracias por la visita.
Un saludo.

Ali dijo...

Al menos la vergüenza la he perdido lo suficiente como para sentirme cómoda sin esa losa.
Lo que no sé es si el ataque lo diseñé yo o lo diseñaron por mí, ¿tú qué crees W?
Un besito.

la cocina de frabisa dijo...

En ese sentido he crecido mucho, comparado claro con lo que era a los 15, excesivamente timida y vergonzosa.

Pero el que tuvo, retuvo y no me pongo a propósito en primera línea de fuego, a no ser, claro que tenga una razón poderosa, en cuyo caso, respiro hondo, y a por todas. Eso es lo que he aprendido, que sin necesidad de hacer una exhibición gratuita de nuestros temores, podemos vencerlos si resultase de nuestro interés.

un beso, Walden

Walden dijo...

Pues posiblemente te pusieron en una tesitura de la que fue imposible escapar. Ya he comprobado luego que eso te ha servido para librarte de lo prescindible.
Un beso Ali.

Walden dijo...

Lo que comentas Fra es un poco la línea divisoria entre el común de los tímidos y los que padecen fobia social, que evitan, incluso, esas otras situaciones aunque resulten de su interés.
Un beso.

mariyesus dijo...

este verano prometo disfrutarlo!!!;)

Irreverens dijo...

Pues que sepas, amiguito, que eché de menos tu comentario en aquella entrada.
:)

La verdad es que hace un tiempo conseguía este tipo de "febrilidades" bastante a menudo, jeje.
Pero este año 2010 me está costando escribir entradas potentes.

Anónimo dijo...

Supongo que yo en el fondo sigo siendo tímida; aunque los que me conocen dicen que no.. cual es la verdad? cómo me ven o como yo me veo? qué tal si lo dejamos en una tímida con intermitencias? jajaja. Creo que a medida que vamos "madurando o creciendo" pasamos más de todo y el ridículo pasa a ser hasta divertido si nos lo tomamos con buen humor. Sirve para compartir risas? mejor.. sirve para decirnos: "qué valiente soy" estupendo!!! y como en este momento no tengo miedo a hacer el ridículo, me digo: "Y por qué no le doy mi opinión?" Hagamos de un obstáculo interno una oportunidad externa, qué te parece?
Una sonrisa para ti.
Marga