miércoles, 1 de junio de 2011

Cambia la mesa de sitio


Hace unos 26 años, en Madrid, cerca del Palacio de la Moncloa, un tal Imanol Arias leía el “Manifiesto por la paz” con el que concluyó la marcha convocada por la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas y en el que se pedía un referéndum vinculante. Por primera vez en la democracia, todas las organizaciones progresistas, salvo el PSOE, trabajábamos codo con codo por un fin común. Miles de asambleas, de horas ilusionantes, de propuestas que se quedaban reflejadas y trascendían.

La contundencia de la manifestación nos hacia presagiar una victoria. Todo el trabajo anterior cobraba sentido. El convencimiento de que aquello daría paso a una democracia participativa era completo. Luego vino la famosa pregunta-trampa. La derrota. La desaparición progresiva del movimiento. El desencanto. El poder volvía a los despachos. Los utópicos se entregaron al pragmatismo, compensando su militancia activa con la participación en ONGs de diversa índole.

Aquella época estuvo marcada por el descubrimiento. El descubrimiento progresivo respecto a qué consistía el cambio esperanzador que prometió el PSOE y por el que consiguió una mayoría absoluta con la cifra más alta de diputados hasta la fecha:202.El neoliberalismo travestido de chaqueta de pana fue convirtiendo el trabajo estable en temporal, institucionalizando todo el movimiento reivindicativo, desde el pacifista hasta el sindicalista, el vecinal en cursos de macramé.

Por aquel entonces, mi palabra preferida y la de otros muchos, era “alucina”. No paraba de “alucinar”, por mucho que conociera el papel de la socialdemocracia a lo largo de la historia, no encajaba del todo como estos señores de verbo machadiano iban colando uno detrás de otro el plan de empleo juvenil, las Empresas de Trabajo Temporal, el recorte de las prestaciones por desempleo, el medicamentazo,.. “Alucina, tío”.

Un amigo mío dice que todos los nombres de las urbanizaciones hacen referencia justamente a lo que han destruido para construirlas. Así, en la urbanización Los Pinares los miles de frondosos pinos se han quedado en cuatro para que den sombra a las tumbonas de la piscina. Igualmente, todas aquellos procesos de “reconversión industrial” más que a un cambio en las directrices y el modelo económico de la ciudad o la región, que es lo que uno piensa que quiere decir “reconversión”, dieron paso a un erial deprimido, cuyos habitantes sobrevivían con el sustento de todas las promesas necesarias y los subsidios sempiternos como recurso final.

Casi todas las movilizaciones más grandes de nuestra historia reciente se han organizado contra ¡un partido de izquierda!. Algo iba mal: o todos los manifestantes eran de derechas, o el partido no era de izquierda.
De la pana se pasó a la ropa de diseño. Del cuatro latas al Audi. De los valores y la ética al todo vale.
Desprestigiar la política, convertirla en algo ajeno a su fin. Embrutecer el discurso hasta el punto de limitarlo a “que viene la derecha” o “los rojos se van a cargar este país”, o sea, a tratarnos como a imbéciles que ven el mundo así de simplificado.

También recuerdo –lo escribo para que el deterioro cognitivo no me obligue a tener que leerlo en Google con el paso del tiempo- la operación “ciempiés”, a cargo del abanderado del “ala de izquierda del PSOE” y azote de la “derechona”, Alfonso Guerra, en la que se captaron a parte de los cuadros más importantes del partido comunista para sus filas. Así es la cosa, unos volvieron a las minas o a sus claustros y otros a unos cómodos sillones, ahí en el fondo oscuro y servil del partido.

Bien, ya estamos en una partitocracia, gestionada por el gobierno de turno, con sus listas cerradas diseñadas por el secretario provincial correspondiente en función del servilismo demostrado, de estómagos agradecidos, la falta de control ciudadano sobre los compromisos electorales contraídos, la anulación de cualquier vestigio de lo que imaginamos en las postrimerías de la dictadura que iba a ser esto. ¿Conoce usted algún medio de comunicación que cuestione las reglas del sistema?

Como dije antes, y como usted imaginará o puede que recuerde, todo lo anterior tuvo mayor o menor contestación social en la calle. Los palos se repartían más alegremente que ahora en las manifestaciones, eso sí, pero tampoco crea que están muy desentrenados, por lo visto el otro día en Barcelona.

No sólo el movimiento anti-Otan logró movilizar a una parte importante de la población. La huelga general del 14-D de 1988 fue seguida por más de ocho millones de personas y se consiguió retirar la reforma laboral y que se incrementara el gasto social. Luego la dejación y el entreguismo de organizaciones sindicales y partidos a la izquierda del PSOE nos abocaron de nuevo a tragárnoslas. El nihilismo tácito imperante: esto es lo que hay; lo mejor que puede haber.



Hace unos días hemos tenido elecciones. Los resultados para el PSOE han sido calamitosos. IU se ha convertido en un elemento bisagra para que esos resultados puedan ser maquillados de alguna manera, así que los líderes del PSOE andan presionando para llegar a acuerdos anti-derecha. Curiosamente, la historia, vuelvo a recordar, ha demostrado que la co-gestión, la participación en gobiernos que no han dejado de llevar a cabo políticas anti-sociales por el hecho de tener un aliado izquierdoso, ha ido minando el electorado de IU: puestos a que nos gobierne el PSOE, mejor lo votamos directamente. Como leí en un blog hace años: hay partidos que por querer estar, van a dejar de ser. Le pido que haga el siguiente esfuerzo adivinatorio. En 1993 el PSOE no ha obtenido mayoría absoluta, el otrora presidenciable Felipe González tiene que optar entre CIU e IU para poder gobernar, ¿a quién cree que eligió?

Presente. El movimiento del 15-M ha roto ese mensaje de abatimiento, despertando nuevamente la ilusión. Volvemos a hablar de política, creemos que es posible cambiar las cosas. Los problemas se debaten, se plantean soluciones, se trasladan al resto de la sociedad,...
Ya nada será igual. Los que acaban de adquirir conciencia de que pueden desempeñar otro papel ya no podrán dejar de saberlo. Eso lo aprendí en “El libro rojo del cole”, ese que enseñaba cómo quejarse de un profesor o cómo organizar una protesta: Si estáis hartos de contemplar la nuca y la espalda de vuestros compañeros, cambiad la disposición de las mesas. Las organizaciones católicas lograron que se secuestrara y desapareciera. Se han reeditado todos los libros y enciclopedias de la Falange, pero de la reedición de éste no tengo noticias.

Hay líderes individuales y hay líderes colectivos. Hasta ahora, el movimiento se presenta como un líder colectivo anónimo, pero un líder en todo caso. Hay una especie de espera expectante por conocer medios de acción específicos. Las propuestas navegan por la red o aparecen escuetamente en la prensa escrita. Faltan los mecanismos por los cuales esas propuestas van a ir respaldadas por acciones concretas. Ya sabemos qué. Lo que tenemos que articular ahora es cómo.

5 comentarios:

irene dijo...

Sí creo que se pueden cambiar las cosas, al menos hay que intentarlo con todas las fuerzas, lo importante es no caer en eso que dices, la dejación y el entreguismo.
Tengo esperanza en estos jóvenes, en esta iniciativa del 15M, lo que hace falta es no perder la ilusión ni la energía.
Un abrazo, Walden.

irene dijo...

Volveré en otro momento a seguir leyéndote, Modelos de sufrimiento, Golpes..., tengo curiosidad.
Un beso, Walden.

MT dijo...

Hola Walden!
Es curioso, por una parte estoy emocionada por esta indignación colectiva, contagiosa, sana, refrescante, por otra parte estoy a la expectativa, quizás por algunos de los precedentes que cuentas, quizás pq todo está más corrupto de lo que vemos. Ojalá cambiemos la mesa de sitio...besos

Anónimo dijo...

Si Walden, las cosas pueden cambiar mucho, pero tú eres piezaclave en este movimiento, y debes seguir adelante, perder el miedo, y presentarte ya de una vez por todas a la presidencia de este país, si, tu puedes, y ¿ por qué no a la alcaldía de Huelva? Si, te queremos gobernando de presidente, de alcalde, si, te queremos. ¡Adelante!

Anónimo dijo...

¡Saludos!