miércoles, 14 de diciembre de 2011

El síndrome de la vejiga tímida



Hace unos meses estuve en Londres, un día, paseando por el laberinto del mercado de Candem Town llegué a una sala de exposiciones con cuadros de The Beatles y un espacio para actuaciones en directo. Me pareció un sitio adecuado para hacer una paradita en el excusado. Al cruzar la puerta de taberna del oeste que daba al mismo, me encontré con un señor típicamente candemtiano, con su chupa de cuero negra con un dibujo de Iron Maiden en la espalda, sus botas con chapas de metal y una cresta rojo-imposible coronando la calva y haciendo más siniestra las calavera que adornaba el lóbulo izquierdo de su oreja (el derecho no me quedaba a la vista). Una vez recobrado del impacto inicial la vista se me fue al urinario, una especie de abrevadero de latón en el que se dibujaban con claridad -parda claridad, habría que decir- años de exposición continuada al mismo protocolo.

- Jai -dije titubeando. Podría haber dicho: Hi, man, pero me pareció excesivo para una primera cita en los urinarios públicos.

Seguramente mi voz no cruzó la barrera del sonido con el timbre adecuado como para que lo percibiera, así que ahora te quedas con la duda de si ponerte a su lado, meando en el pesebre  y mirando al techo o si vuelves a la sala y esperas hasta que salga. Como las piernas no me permitían lo segundo me quedé allí y con cierta dificultad fui soltando la botonera del vaquero mientras tragaba saliva y dudaba si encontraría o no algo con lo que orinar.

Justo ahí recordé, como entretenimiento distractor,  todos los casos de paruresis que he visto en estos últimos años y pensé que sería una suerte disponer de uno de estos abrevaderos colectivos para poder trabajar la última etapa del trastorno, porque el que lo supere ya puede colgar en su casa el diploma honorífico correspondiente.

Lo que resulta difícil es entender cómo no hay más casos, dado lo vulnerables que somos los hombres con la exposición pública de nuestra cosita y ese especie de competición de machos-alfa en torno al tamaño de la misma.

Acabar con el síndrome de vejiga tímida o paruresis no es especialmente fácil, requiere un grado de implicación muy alto. Muchos de estos pacientes han presentado tal nivel de ansiedad que son capaces de estirar el tamaño de la vejiga hasta límites increíbles, permitiéndoles estar jornadas enteras aguantando. Igual por eso los ingleses son capaces de beber esas jarras sin moverse del taburete.

Puede llegar a ser bastante deteriorante a nivel social  puesto que a veces limita mucho la vida diaria a través de rutinas tales como intentar no alejarse demasiado de casa, orinar siempre antes de salir, asegurarse de que los lugares a los que va a ir tienen cuarto de baño con pestillo interior (lástima que en aquella sala no hubieran caído en ese invento), etc. Casi más agobiante aún es la anticipación negativa ante las situaciones en las que prevén que no van a poder tener a mano los elementos que le proporcionan la intimidad necesaria, por lo que evitan  muchas de esas situaciones.

Aunque se suele asociar con la fobia social, no todos los pacientes que he tenido con este trastorno reunían los criterios para la misma. A veces son personas muy sociables, sin dificultades para relacionarse con sus iguales. Se necesita trabajar duro, como con todos los problemas relacionados con la ansiedad, pero al final merece la pena, aunque sólo sea para poder mear silbando y salpicando al lado de un hard-rock con un toque de punk.

14 comentarios:

Irreverens dijo...

Vaya... este tema sí que me resulta ajeno.

En cualquier caso, quizás precisamente el punky de al lado es quien sufría de vejiga tímida. ¡A saber!
:)

Hay que ver la de cosas que nos inventamos los humanos para complicarnos la vida, eh.

Un beso, Walden.

¡Ah, y grábate, venga...!
:)

Raúl dijo...

Walden, me ha gustado especialmente leerte, porque yo padezco esto de la vejiga tímida, vamos, soy un caso de libro. Esa ansiedad enfocada así me ha jugado malas pasadas y en ocasiones lo he pasado francamente mal. Llevo años sin tener problemas y controlándolo a base de pequeños éxitos, pero no lo he conseguido superar del todo, aún sigo pensando en el hecho de orinar como un problema. Y solo pensar en cosas relacionadas con el sistema excretor (cálculos renales, etc) me pone nervioso.

En fin, me alegra leer estas cosas, así como me alegró en su día enterarme de que mi caso era puramente psicológico, y no físico, como pensaba. Y también me alegro que se pueda ir superando.

Anónimo dijo...

Vaya, no sabía de la existencia de este problema, debe ser bien jodido y limitante...

Maria dijo...

Yo tampoco conocía ese problema.

De todos modos, esto de la falta de intimidad en los baños de chicos tiene que ser un poco molesto. Creo que hay cosas que son más cómodas en privado :)

Un beso

MT dijo...

Qué curioso, yo tampoco conocía/imaginaba este síndrome y yo también soy una chica...qué parecidos en esencia y qué desconocidos seguimos siendo!!...ya que la anticipación negativa, la ansiedad que provoca el trastorno...sufrimos lo mismo,por lo mismo, pero en envases distintos!!Besitoss

Verillo dijo...

Hola Walden, que curioso e interesante, pero me surge una duda, entonces, porque, los baños, construidos y diseñados en su mayoria por hombres, tienen estas "letrinas" comunitarias, unos al ladito de los otros, si os incomoda, porque se hacen...no acabo de entenderlo!!

Raúl dijo...

Los urinarios no tienen porqué incomodar, creo que en este caso son solo un ejemplo de situación posible. Tiene relación con la ansiedad, y a mi hasta me ha pasado estando solo en mi propia casa. Es un círculo vicioso, piensas que no puedes y no puedes. Relajándose uno, trabajando al confianza en uno mismo y olvidándose en lo posible del tema, se va mejorando. Yo hace mucho que no paso un mal momento por esto.

Raúl dijo...

Bueno, estando solo exactamente no, siempre ha habido alguien en casa cuando me ha ocurrido eso de costarme orinar. Creo que ahí está la clave, al menos en mi caso. Lo que quería decir es que no tiene porqué ser por el problema del urinario (que también, claro). Da igual que vayas a un baño con puerta, porque a veces también pasa: piensas que te están esperando fuera y te bloqueas. Cuando ocurre, hay que distraerse y pensar en otra cosa, relajarse.

Pero bueno, solo quería aportar contando mi caso, yo no soy ningún entendido en el tema. Walden, perdóname por escribir tantos comentarios XD

Walden dijo...

Irre: es normal que te resulte ajeno. Es verdad que nos complicamos la vida, pero para algunas cosas ya estamos programados y esta es una de ellas.

Un beso.

Walden dijo...

Hola Cesare, me alegra saber que lo llevas tan bien. Un motivo de alegría para casi todos es ese que comentas: descubrir que es algo psicológico, parece que da menos miedo, sí.

Un saludo.

Walden dijo...

Exter: Sí, en algunos casos es tremendamente limitante.

Un beso.
A ver si ya tengo tiempo para pasarme por los blogs, estoy muy liado últimamente.

Walden dijo...

Pues sí, María, suele resultar molesto, pero salvo que te encuentres en un sitio como el que me encontré, es llevadero.
Un beso.

Walden dijo...

MT: Sí, en esencia es lo mismo, ¡pero en distintos envases!!, jaja, muy acertado.

Verillo: jaja, me ha hecho reflexionar tu comentario, sí, llevas razón. Probablemente los que lo diseñaron no padecían este trastorno y sí la presión del constructor por meter más en menos espacio. Un beso.

Hola Raúl, es verdad eso que dices, no es sólo orinar en un espacio abierto compartido, incluso dentro de la puerta puedes experimentar esa ansiedad imaginando que estarán fuera esperando o escuchando,... En todos los casos que he visto se daba también ese temor, aunque la puerta mitigaba bastante la ejecución final. Me alegra saber que ya lo llevas bien.
Un saludo.

Antonio Cortés dijo...

No sabía que tuviera ese nombre hasta hoy... Acabo de enterarme de que tengo un "problema psicológico", de manera más o menos oficial. xDDD

La verdad es que inconveniente para ir a hacer mis necesidades en lugares públicos, por el hecho de ser públicos, no tengo. Y cuando hablo de necesidades hablo tanto como de pipi como de plantar un bosque de pinos. Tengo bastante facilidad para ello.

El problema llega cuando he de orinar junto a alguien, como suele ocurrir en muchos pubs y discotecas donde no hay un rinconcito que te asegure cierta intimidad peneana.

No sé por qué será que se me corta completamente la orina. Es una especie de vergüenza o no sé qué cosa, pero me resulta imposible. La última vez que me ocurrió fue en Londres también. Tuve que ir 3 veces al baño para poder orinar tranquilo antes de que otro cliente más concidiera conmigo!!

No creo que sea un problema de complejo respecto al tamaño... jajaja Hasta ahora no he tenido quejas, más bien halagos, pero la verdad es que cuando me pongo nervioso... Encoge y encoge y más vergüenza me da que se vea. Por otro lado soy gay, y no sé si será que me siento incómodo compartiendo visiones de penes en un baño de tíos... Soy bastante vergonzoso en ese sentido.

En fin, un placer compartir la experiencia :-D