lunes, 28 de mayo de 2012

Evite ser abducido por los extraterrestres



¿Cuántas cosas hace usted al cabo del día sin ser consciente de ellas? Son conductas mecánicas que realizamos en una especie de segundo plano que nos permite dedicar atención a otras cosas. Desde caminar hasta conducir, un amplio repertorio de conductas son automatizadas para facilitar nuestra vida. Del mismo modo, una serie de pensamientos tienen esa misma condición. Son pensamientos que favorecen una reacción rápida a los acontecimientos de nuestro entorno, a costa de análisis más profundos y reflexivos  que no siempre son adaptativos o posibles.

Una vez vi en un programa de televisión a un señor que relataba cómo había sido abducido por extraterrestres. Estaba convencido de ello puesto que una noche  salió de su casa, cogió la autopista rumbo a su pueblo y acabó, de pronto, seis o siete horas después, en otra localidad desconocida, dentro del coche y aturdido. Hay una explicación alternativa: si usted viaja de noche por  una autopista  sin mucha circulación, su nivel de activación bajará y estímulos repetitivos, como el de las líneas blancas discontinuas, tendrán un efecto hipnótico. En ese estado puede conducir durante bastante tiempo (espero no cruzarme con usted, por cierto), de la misma manera que a veces llegamos a casa sin habernos dado cuenta de por dónde hemos cogido.

Esta capacidad tan estupenda para gestionar la atención puede devenir en un problema  cuando asociamos nuestros comportamientos con sucesos “mágicos” o ajenos a nosotros mismos.

-         -   Lo mío no tiene solución.
-         -  Los demás me hacen mucho daño.
-         -  No puedo dejar de pensar en él.

Tendemos a mezclar nuestras conductas motoras y verbales con nuestros pensamientos, atribuyéndoles el mismo valor y la misma capacidad para ser manejados.

Por ejemplo, una persona que lucha por dejar de pensar en el chico que la abandonó, y al que glorifica, a pesar de que cuando describe cómo se comportaba con ella sólo te entran ganas de brincar de alegría por la consumación de la separación, confunde ese desazón con que no puede vivir sin él. “Si deseo dejar de pensar en él y no puedo significa que aún lo quiero”. No;  significa, simplemente, que cada vez que le viene a su cabeza conduce desde Hinojales del Duque hasta Madrid antes de que se dé cuenta de cómo ha llegado hasta allí.

Cuando acuden a la consulta, la mayoría de las personas intentan que les cambiemos algo “por dentro” que no va bien. Comparado con lo “de fuera”, lo de dentro casi siempre me ha resultado bastante aburrido. Tengo a varios (as) pacientes que resplandecen por fuera, pero curiosamente, cuando se ponen a describir su vida interior se van apagando. No son conscientes de cómo ese “tramo” de carretera, durante  el que se describen a sí mismos con ese filtro tan duro e irreal, es en realidad el verdadero problema.

Llamemos, por ejemplo, “consciencia”  a cada ciudad que percibe en su viaje, e “inconsciencia”  a los trayectos que transcurren entre una y otra ciudad. Una persona muy inestable estará cambiando continuamente de una a otra y preguntándose cómo ha llegado hasta allí:

Ciudad: “No merece la pena darle tantas vueltas a esto”

Trayecto: “Si lo veo con otra me muero… ¿cómo ha podido hacerme eso…?,  ninguna amiga me ha avisado, no me puedo fiar de nadie,…”

Ciudad: “Tengo que dejar de pensar así o me voy a volver loca”

La confusión estriba en asumir que:

“Tengo que dejar de pensar así” = “Voy a ponerme el pantalón azul que hace juego con esta camiseta”

A veces esos pensamientos se convierten en creencias. Las creencias son el segundo mayor heurístico de nuestro cerebro, sólo por detrás de las respuestas  reflejas que nos han permitido sobrevivir como especie. He visto a muchas pacientes con trastornos de alimentación que en su adolescencia tenían un ligero sobrepeso y fueron acosadas por ello en el colegio. En lugar de cargar un módulo en su cerebro que la hiciera luchar contra esas injusticias, el afán de aceptación y pertenencia al grupo de esa edad, les introdujo un módulo de autoobservación permanente que las conduce a una vida de insatisfacción continua, salvo en los momentos puntuales en que reciben la aprobación social.

Imagine, por último, que en su cerebro esas creencias poseen tanto poder debido a lo profunda que es su huella. Cuando miro este cerebro, a simple vista se pueden apreciar esas hondonadas, al igual que los pasos que observamos en la arena húmeda de la playa. Mi sugerencia, y  una de las líneas de tratamiento que sigo en la consulta,  consiste en que en lugar de obstinarse por modificar esa huella, dedique todo su esfuerzo a profundizar en otra, nueva, diferente, creada a partir de la observación de la realidad y de la madurez de sus reflexiones, que empiece a almacenar y contrastar datos que vayan en otra dirección, hasta que por fin, trabajando con constancia, compruebe como esta nueva huella tiene ya más peso que la anterior y le proporciona otra visión de sí y de su entorno.

Cada noche, cuando se acueste, piense durante un rato en los “trayectos”, en la cantidad de cosas que ha tenido que hacer y que ha resuelto satisfactoriamente, obvie lo demás;  está “fabricando”  nuevas creencias, añada las emociones positivas suficientes como para que la “huella”  fructifique.

No se preocupe por los extraterrestres: han abandonado últimamente las abducciones.




16 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantaría vivir en tu ciudad para poder ir a tu consulta. Me gusta mucho cómo explicas las cosas y, la verdad, lo que me ha echado para atrás siempre a la hora de ir a un psicólogo es no saber cómo es esa persona, no pienso que se congenie bien con cualquiera por muy buen profesional que sea. Además, también puede no serlo :D
Esto quería decir, básicamente, que me ha gustado mucho el post. Saludillos!

Walden dijo...

Caramba Rune, eres muy amable. Es verdad que en psicología es importante una buena sintonía. Veo a muchos colegas porque formo parte del colegio en nuestra ciudad y mi experiencia general es que es un colectivo muy implicado en este aspecto, por lo que lo contrario es más bien una excepción.

Un abrazo.

Ana dijo...

Vaya por Dios, Walden. Has añadido una tarea más a las que ya tengo antes de conciliar el sueño: pensar en los trayectos.
Aunque he de decirte que yo soy más de centrifugados que de trayectos.
Como siempre tu entrada, excelente.
Besos.

Celia dijo...

De eso se trata un poco la programación neurolinguistica no?

Me suena de un curso que hice de pnl y de que mi psicóloga utilizo lo de los anclajes positivos.

Pero te leo y me doy cuenta de que quizá no soy consciente de mis creencias negativas. y eso debe ser el primer paso para borrarlas o crear nuevas que las compensen o neutralicen. no?

Walden dijo...

Espero que no tengas que añadir ninguna más Ana, jaja, yo utilizo sólo una cosa que ya he comentado mucho en el blog y que se llama fantasía dirigida. Esto es sólo una de las cosas que hacemos cuando queremos modificar determinadas creencias respecto a algo y es más complejo que lo que he resumido en el último párrafo.

Espero que me expliques lo de la centrifugadora.

Un beso.

Walden dijo...

Lamento decirte que la PNL tiene poca base científica, aunque he de reconocer que es muy rentable. No obstante, se utilizan bajo esas siglas recursos que habitualmente se aplican desde, por ejemplo, la terapia de corte cognitivo-conductual.

Darse cuenta de cómo nos afectan nuestras creencias es un paso inicial muy importante, sí. Ya comento que más que borrar (no se puede borrar en el cerebro, a menos no por la vía de la que hablamos), se trata de construir nuevos comportamientos que permitan afianzar otras creencias más ajustadas a nuestras necesidades actuales, más adaptativas si quieres.

Hay determinados tipos de trastornos que requieren un largo periodo de entrenamiento, especialmente los ligados a los desajuestes emocionales, en los que no sólo trabajamos con la identificación de esas creencias y también de pensamientos concretos, sino que, todavía más a fondo, entrenamos la identificación de las emociones, la aceptación de las mismas, aprender a modularlas, etc.

Es un trabajo precioso pero desgraciadamente suele ser lento. En grupo se trabaja muy bien eso, cuando no tengo grupos utilizo la observación de otros.... Uf, no veas como me enrollo, perdona.

Un abrazo Celia.

Celia dijo...

Gracias por toda la aclaración, aclaro yo también que mi psicologa no me dijo que lo que ella utilizo fuera pnl , solo que yo identifico ejercicios de la pnl con un ejercicio que hice en su consulta y que se parece a lo que en pnl se llama anclaje positivo (o algo así...) en todo caso me ayudo en dos momentos de ataque de pánico (examen practico de conducir, y cirugía)

Hoy en mi blog hablo de una teoría que me lanzo mi psicóloga por otro tema... no se porque creo que te hará gracia leer su "teoría"

Gracias de nuevo!
un abrazo!

Ana dijo...

Pues yo lo que hago por las noches básicamente es centrifugar: le doy
vueltas y vueltas a lo que he hecho hasta que la "lavadora" ruge como una endemoniada o bien se mueve de sitio y se queda tranquilita, descolocada, pero tranquilita. Depende de lo que ocurra me duermo con más o menos alivio.
Tranquilo, no todas las noches. Sólo 99 de cada 100.
Besos.

Walden dijo...

jajaja, vale, sí, me apropio lo de la centrifugadora, que me ha gustado mucho. Menos mal que sólo lo haces el 99%, es un consuelo.

Un besazo.

Lili dijo...

Me encanta leerte, haces que las cosas que siento que no pueden cambiar vea que sí pueden, y que encima dependen de mí. Y me gusta, porque siempre he pensado en eliminar pensamientos negativos y ahora veo que puedo centrarme en construir otros positivos que tengan más fuerza.
Aunque he de reconocer que tengo pocos pensamientos negativos ultimamente :-))), quizás porque sin darme cuenta me he centrado en el hoy y como mucho en mañana, sin mirar mucho "patrás" ni "palante".
Un beso enorme!!! Y feliz fin de semana :-)

Walden dijo...

Gracias Lili.
Tengo pendiente ponerme al día en tu blog.

Acabas de cumplir un sueño. Ahora toca vivir el presente, sí, no creo que tengas muchos pensamientos negativos.

Otro abrazo para ti y que disfrutes del finde.

Mª José Fabregat dijo...

Hace tiempo que no entraba en su blog.
Es buena su idea de los "trayectos", la utilizaré.
¿Conoce el libro de Mª Jesús Álava: "La inutilidad del sufrimiento?. Me lo regaló uno de mis hijos.
Un saludo.

Walden dijo...

Hola MªJosé. Sí, conozco el libro de Mª Jesús Álava (lo tengo, de hecho).

Tengo que felicitarte por tu blog y por transmitir tus conocimientos y experiencias. Es un ejemplo para todos. Gracias.

La Maripili dijo...

En el blog "academia de chimpancés con peluca" se hablaba de algo parecido: que los humanos debemos de basarnos en lo ya conocido y afrontar los nuevos retos como eso exactamente, nuevos, pero que siempre nos apoyamos en el pasado para iniciar una nueva experiencia y eso puede limitarnos.
Yo estaba de acuerdo, pero también entendía que el recuerdo del pasado sirve para aprender de él y si el nuevo reto se parece en algo a lo que ya te pasó, es mejor tenerlo presente para no volver a cometer los mismos errores.
En cuanto al post, me he quedado con algo....cuando dices que a tu consulta vienen pacientes con brillo (por resumir tus palabras) y que puedes ver como se van apagando al tiempo que recuerdan su pasado. Yo creo que es normal, a mi personalmente me pasa. Casi siempre estoy riendo y parezco jovial y feliz, pero cuando hablo del tiempo vivido, siento como algo dentro de mí se vuelve gris y las lágrimas se me agolpan, no puedo evitarlo.
Imagino que todos pasamos por situaciones traumáticas que superamos (afortunadamente) pero eso no significa que puedas olvidarlas o que el tiempo las cure, es como el "perdono pero no olvido". Está claro que es una actitud que nos hace daño, pero, lo siento, sigo pensando que el recuerdo del pasado además de hacerte más fuerte, te ayuda a afrontar el presente y a protegerte de él.
Está muy bien eso de crear surcos nuevos, pero no creo que el ser humano sea capaz de hacerlo totalmente.

Walden dijo...

Hay que distinguir entre lo que hacemos todos habitualmente y lo que les ocurre a algunas personas con esos recuerdos, convirtiéndolos en el eje de su existencia, sin que les dejen avanzar. No a todas las personas el pasado los hace más fuertes, te lo aseguro. Tratamos muchos casos de trastorno llamado "Trastorno por estrés post-traumático", en el que la constante visión del trauma o la huida del mismo aboca a un gran sufrimiento.

Las crisis ayudan si somos capaces de superarlas, en otras ocasiones modifican nuestra forma de estar en el mundo, y no precisamente para bien.

¡¡Te he visto en la presentación del libro de Lili!! Muy buena idea la de las etiquetas.

Un beso.

La Maripili dijo...

Tienes razón, Walden. El problema es mío, vengo con tara desde pequeñita, no creo en las depresiones, pero imagino que existen.

jijiji gracias....se me suelen ocurrir muchas patochadas y en ocasiones, esas patochadas salen bien.