martes, 4 de agosto de 2009

El lado bueno para besar




Vistos desde fuera los problemas de los demás nos parecen todos solucionables, bien por la vía de la acción (“… descuelgas la puerta, le pones una arandela a la bisagra y la vuelves a colgar. Así ya no te volverá a rozar el suelo”), bien por comparación (“… cuando me dejó Pedro, eso sí que es pasarlo mal...”), también por desviación (“…por cierto, ¿te has enterado de lo de Juana?”) o si es preciso, por la complaciente palmadita en la espalda o cualquier otra señal de tipo paliativo (“… tranquilo,.. verás como dentro de un tiempo encuentras a otra persona y luego…”).

Cuando el repertorio de ayudas externas ha fracasado, a veces, en lugar de dejar que el tiempo se encargue del problema, las personas acuden a los psicólogos.


Para aquella pareja el psicólogo era el último paso previo a la separación: ni amigos, ni familiares, ni hijos, ni la vecina del tarot habían dado resultado. Detrás de mí, los abogados.
Título de la película: La guerra de los Rose.
El panorama era desalentador, aunque puestos a fracasar siempre consuela saber que no vas a estar solo en la nómina.

Los psicólogos además de a la historia, solemos prestar atención a los procesos, a la forma en que se enfrentan a los problemas que relatan y a cómo lo han ido haciendo todo este tiempo para llegar a estar sentados aquí delante con cara de estonohayquienloarregle. Es la suerte que tenemos. Los demás tienden a enredarse en las propias historias que ambos les van contando, historias sin solución ya. Matizan los argumentos de unos y otros, los desdramatizan, acuden a las obligaciones contraídas con los hijos cuando se acaban los argumentos,.. Ese tipo de cosas.

A veces, sencillamente, no hay nada que salvar. Es mejor recomenzar y tu tarea es simplemente lograr que al menos se centren en cómo terminar de la mejor manera posible.

Al cabo de los cinco minutos, aquella pareja estaba enzarzada en discusiones y reproches interminables.

- Un segundo, por favor, -les pedí para detener la sangría mutua- me gustaría recabar algunos datos más si no les importa. - Estimé que quien calla otorga, así que.. -¿Duermen en camas separadas o de matrimonio?
- De matrimonio – respondió ella.
- ¿Y en qué lado de la cama duerme usted, señora?
- En la derecha, bueno a su derecha, quiero decir.
- ¿Y usted es diestro o zurdo, señor?
- Diestro –contestó.
- …

A estas alturas, como es natural, ambos habían dejado de discutir y se limitaban a “rellenar” aquel extraño cuestionario como un trámite más.

- ¿Desde siempre han dormido así?
- Pues sí, desde el principio. Incluso cuando salíamos y dormíamos fuera, ¿verdad? –se atrevió a preguntar a su esposa en un tono desconocido por mí hasta entonces y olvidado por ella, imaginé, desde hacía mucho.
- Sí, ya ni siquiera preguntábamos. Cada uno cogía su lado – afirmó ella, en el mismo tono neutro.
- ¿Y en el cine también se sentaban así?

Todo seguía ese patrón: el cine , las conferencias, el sofá de los amigos, el sofá de su casa, la mesa del salón, el paseo por las calles,...

- Bien, para terminar una última pregunta. La nariz nos obliga a tomar partido por uno u otro lado a la hora de besar, ¿hacia dónde se inclinan ustedes para besarse?

Ambos giraron la cabeza en una dirección, pero hicieron un amago de acercamiento para asegurarse.

- Inclinamos la cabeza hacia la derecha- respondió ella, mientras su marido hacía un gesto afirmativo.
- ¡Vaya! – exclamé.
- ¿Ocurre algo? – preguntó él al ver mi reacción.
- Bueno, he observado que se han sentado exactamente así en la consulta y que mientras discutían se inclinaban en la misma dirección que cuando se besan. Hace falta mucho tiempo para poder llegar a ese grado de coordinación. Pero, por otra parte, va a ser difícil que comprueben si tienen alguna posibilidad como pareja sin antes probar si son capaces de adaptarse a los cambios. Yo soy partidario de que previamente a discutir sobre aspectos de la comunicación o de las relaciones diarias se modifique algo mucho más simple, yo lo llamo: el lado bueno para besar, pero en realidad comprende un poco de todo lo anterior. Sé que lo que les voy a pedir les va a resultar un poco raro, incluso difícil, no sé si podrán llevarlo a cabo después de tanto tiempo,…
- Bueno, para eso estamos aquí –dijo ella, cortando mi reflexión, para que fuera al grano de una vez.

De pronto, sin saber muy bien de qué iba la cosa, ambos se mostraban de acuerdo en centrarse en las posibles soluciones. A veces, con los Rose es difícil modificar los patrones tan disfuncionales que traen, se necesita que al menos algo les suene diferente a todo aquello de lo que se han estado defendiendo y que les ha servido, sobre todo para reafirmarse en su malestar. Tenemos entonces que romper ese círculo vicioso para poder empezar a cambiar algo.

He contado esta historia porque estos días me he vuelto a encontrar a aquella pareja a la que estuve viendo hace años y he repasado la carpeta con su historia.
Después de saludarnos ella me ha dicho sonriendo:

- Ahora sí que hemos descubierto el lado bueno para besar

4 comentarios:

Barbarella dijo...

Coincido compañero en "las ayudas que creen ayudar de los ayudadores", la visión del terapeuta de no "dar más de lo mismo", admiro la maestría de tu trabajo terapéutico...un mago que nos dio clase nos comentó que le decía a la pareja: cuando vayais o estes discutiendo no olvideis meteros rápidamente en la bañera y seguir discutiendo desde ahí-jajajja.
Romper el círculo, probar otros lados para dar un beso.
Un saludo atento desde las vacaciones.
B.

Walden dijo...

Qué envidia, todavía vacaciones.
¡Que las disfrutes!
Un saludo.

Gabriela Moreno dijo...

Exelente. Un relato muy enriquecedor.

Walden dijo...

Gracias, Gabriela.
Un saludo.