viernes, 4 de septiembre de 2009

¿Me atacarán las barracudas?


- ¿Me atacarán las barracudas? – preguntó justo antes de lanzarse de espaldas a bucear en el Mar Rojo.
- Sólo si las asusta.
- ¿Y qué cosas las asustan? – planteó.
- Que usted muestre su pánico.

Este diálogo de un libro de Bergman, un terapeuta sistémico, me recuerda mucho a otro tipo de conversaciones en la consulta:

- …Pero, ¿volveré a sufrir un ataque de pánico?
- Sólo si se asusta
- ¿Y qué cosas podrían asustarme?
- Pensar que va a sufrir un ataque de pánico.

O esas otras paradojas constantes, prescripciones sin solución:

- Estoy cansado de decirle a mi hijo (adolescente) que sea él mismo, que no se deje influir por los demás.

También, la familia que llega desesperada solicitando ayuda para el paciente identificado, pero luego no hacen absolutamente nada de lo acordado. Lo mejor entonces, como bien sabía Palazzoli es utilizar una contraparadoja.

- Llámenme cuando hayan hecho lo que les pedí (la prescripción o tarea).

Es una especie de terapia al revés.

Estas prescripciones paradójicas u otras en las que se les manda “más de lo mismo”, tienen distintas interpretaciones según la escuela de ubicación de la técnica. Por ejemplo, Watzlawick cuenta un caso en el que una joven universitaria llegó a solicitarle ayuda porque era incapaz de llegar a su hora a la universidad, se quedaba en la cama un buen rato, así que llegaba sistemáticamente tarde. Él le pidió que hiciera algo que le costaría mucho trabajo, pero que si no lo hacía tendrían que abandonar la terapia. Ella accedió. Tenía que poner el despertador a la misma hora de cada día, pero si no se levantaba debería cambiarlo y ponerlo a las once y hasta esa hora no podría levantarse ni hacer ninguna otra cosa (escuchar la radio, leer, etc.), tanto ese día como el siguiente. Esto le resultó tan tremendamente aburrido que finalmente acabó solucionando su problema.
Desde el punto de vista conductista, existirían una serie de reforzadores que estarían manteniendo el problema. Envuelto en la prescripción estratégica de Watzlawick, queda muchísimo más bonito.

Hace años mi hija pequeña me llamaba a veces por la noche desde su cama:

- ¡Papáaaa… no puedo dormir!
- Pues no te duermas, cariño.

3 comentarios:

Barbarella dijo...

Esto me recuerda al comentario neurótico de "todos van a la suya, menos yo que voy a la mía".
Y como unamama observadora de parque te dejo esto que me dio mucha risa.
Un niño de 5 años se estaba portando fatal, su unamama corría tras el y le iba gritando:
"Cuanto más corras, más te voy a dar"
Y yo decía,pues yo no pararía de correr.
Te voy a dejar una reflexión de paradojas que encontré en un blog.
Un saludo.
B.

Barbarella dijo...

Blog:
http://pacoginer.blogspot.com/

Busca la entrada de
Aceptación ¿in?condicional
Un saludito doble.
B.

Walden dijo...

Muy bueno lo del niño y también la entrada. Es curioso, pero a pesar de tener otra orientación terapéutica no hago más que entrar en blogs de terapeutas gestalt.
Un saludo, Barb.