martes, 26 de febrero de 2013

Contra la voluntad

Casi podía haber ampliado el título a "Contra la voluntad y la razón", entendida esta última como esas extenuantes batallas que libramos por demostrar que la verdad está de nuestra parte.  Posturas  que han permitido justificar innumerables guerras, ocultando los verdaderos intereses de las mismas.Pero al final me he decidido por el que aparece, sin más, contra la voluntad, porque considero que merece un post en sí mismo.

Voluntad viene del verbo latín volo (querer) y es un término con gran predicamento en nuestra sociedad. Nos venden la idea de que "querer es poder", de forma  que aquel o aquella que no consigue lo que supuestamente debería es porque no le da la real gana.

Una ventaja inmediata de asumir este constructo es que nos libera de explicaciones más profundas de buena parte del comportamiento humano. Así, por ejemplo, si un niño tiene malos resultados escolares podríamos decirle a los padres que tiene que esforzarse más, mensaje en el que subyace la idea de que si el niño quisiera, podría. La consecuencia inmediata de eso es que los padres empezarán a castigar al niño con la curiosa intención de "motivarlos", porque asumirán, a su vez, que si le quitan sus diversiones habituales, el niño responderá aumentando el esfuerzo. La espiral que sigue a continuación es posible que la conozca, en caso contrario tampoco creo que le cueste mucho imaginársela.

Cuando la voluntad se convierte en la única herramienta de cambio, los problemas pueden empezar a cronificarse. Los ejemplos los podemos extraer de cualquier tipo de relación, por ejemplo, las de pareja. Movidos por el malestar que genera la tensión tras un nuevo episodio de discusiones, alguno o los dos miembros de la pareja optan por prometerse mutuamente que no volverán a repetir lo mismo. De nuevo aquí asumimos que si queremos, podremos.

Los más listos me parecen los psicólogos que están detrás de los anuncios de publicidad. Ellos nunca apelan a que usted "quiera" comprarse el coche que le muestran, sino a que "desee" comprárselo, a que se imagine conduciéndolo mientras las chicas sacan número para poder montarse con usted a darse un garbeo por la eterna carretera del Cañón del Colorado. No se dirigen a ese sobravalorado constructo, sino a algo más primitivo: las emociones.

Más allá de la etimología, cuando nos referimos a voluntad queremos expresar la capacidad de ser capaz de llevar a cabo algo superando los obstáculos que se presenten para conseguirlo. No se me ocurre nada que ocasiones más frustración. Piense en la cantidad de veces que se ha planteado una meta, que se ha prometido a sí mismo que esta vez sí, y luego no ha sido capaz de conseguirla. En determinadas personas ese planteamiento reiterado puede dar lugar a serios problemas de inseguridad, de falta de confianza en sí mismos.

Cuando el padre o la madre ven que quitarle la Nintendo,la Wee y el PC no es suficiente, lo que suelen hacer es dejarlo sin salir. No suelen plantearse la posibilidad de que la estrategia usada sea errónea. También a las parejas les puede suceder a veces algo similar. Discusiones, promesas, discusiones,..

Peor aún se me antoja que, a pesar de la evidencia contraria,  un pueblo entero fantasee con la idea de mejores tiempos venideros fruto de la inequívoca voluntad mostrada por nuestros dirigentes para que ello tenga lugar. Igual que en los casos anteriores, durante ese sueño, durante esa etapa de falsa ilusión, podremos confiar en que los deseos se cumplirán y evitar así, comprometernos, analizar, esforzarnos por  entender qué ocurre y poder actuar en consecuencia y no sólo mantener la esperanza de que las medidas más simples, por drásticas que estas sean, nos conducirán al destino imaginado.




3 comentarios:

Melània dijo...

Me parece un post excelente. Y una gran reflexión para ir rumiando poco a poco. Entiendo, tras leerte, que la voluntad por sí misma es inoperante pero siempre había pensado que es el primer paso para un cambio de actitud.
Revisaré mis creencias...
Un beso

Walden dijo...

Ya tenemos otro tema de charla. La anoto.
Obviamente, querer es el primer paso, el problema es que muchas veces se convierte en "el único paso", porque parece que es suficiente.

Un abrazo.

Irreverens dijo...

Si cada uno de nosotros pudiera realmente seguir su propio camino e ir evolucionando según sus propias necesidades, seguramente no nos encontraríamos con tantas "pruebas a nuestra fuerza de voluntad"...
A menudo creo que muchos nos "esforzamos" por hacer cosas que en realidad no van con nosotros. De ahí que nunca lleguemos a completarlas...

Bueno, se me ha ido la pinza y creo que mi comentario nada tiene que ver con lo que tú exponías.
:)

En cualquier caso, en lo referente al tema político, es obvio que nos quitamos de encima toda nuestra responsabilidad y nos limitamos a culpar y criticar a quienes ya han demostrado, sobradamente, que no van a mejorar las cosas...

En fin...
Que sigo queriendo conocerte.
;)
¿No subes nunca al noreste de la Península?